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La prudencia reina en Tenerife en la primera jornada sin mascarilla en interiores

Deja de ser obligatoria tras 700 días usando cubrebocas en lugares cerrados, un símbolo de esta pandemia de coronavirus; pese a la alegría, muchas personas continúan llevándola por precaución
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Dos usuarios de un gimnasio de Santa Cruz de Tenerife celebran que pueden hacer ejercicio sin mascarilla. Tony Cuadrado

La mascarilla dejó de ser obligatoria ayer en muchos espacios interiores, salvo algunas excepciones como el transporte público, los centros sanitarios, residencias de mayores o farmacias. Sin embargo, pese a que se notó ese aumento de personas sin cubrebocas y fue recibido con cierta alegría y alivio por los ciudadanos al volver a la normalidad, también hubo muchos que persistieron en el hábito por prudencia, miedo, dudas o desconocimiento de los supuestos, el autocuidado y la responsabilidad ante un familiar vulnerable.

Si bien estamos en otra fase de la pandemia muy diferente a la de hace dos años, debido al impacto positivo de las vacunas, no podemos obviar que el virus sigue entre nosotros con menos virulencia, pero con una alta capacidad de transmisión, lo que conlleva no bajar la guardia y mantener la mascarilla como elemento precautorio ante riesgo entre personas vulnerables. Muchas dudas se suscitaron en las empresas. La ministra de Sanidad, la canaria Carolina Darias, insistió en que, “como regla general, ya no es obligatoria” en el ámbito laboral, tras la entrada en vigor del Real Decreto publicado ayer en el BOE, y serán los servicios de prevención de riesgos laborales los que establecerán su uso una vez hecha la valoración de riesgo del puesto de trabajo.

En los establecimientos comerciales, tanto grandes superficies, supermercados o comercio tradicional, fueron los responsables de cada tienda quienes decidieron la obligatoriedad o voluntariedad entre empleados. Muchos optaron por la cautela en estos primeros días de desescalada.

Tampoco hay que llevarla en los centros educativos, una medida demandada por la comunidad educativa y los niños. En Canarias, se eliminó su uso en las aulas, pero permite que la sigan llevando aquellos alumnos o docentes y trabajadores vulnerables o por cautela. Además, continuará siendo obligatoria en el transporte escolar y para el personal trabajador de los Centros de Educación Especial (CEE) con residencia escolar. En las aulas universitarias se mantuvo la recomendación de llevar la mascarilla en espacios compartidos como aulas, despachos, laboratorios, talleres, bibliotecas y donde sea imposible mantener una distancia mínima de seguridad, en espacios con dificultades de ventilación, o en colectivos de riesgo.

Donde sí hubo un mayor alivio y felicidad por no llevarla fue entre los usuarios de gimnasios y centros deportivos.

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