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Víctor Pablo Pérez: “La Orquesta Sinfónica de Tenerife tendrá que renovarse en pocos años al 80% y eso reconfigurará su sonido”

La OST recuperó esta semana su tradicional encuentro con la Catedral de La Laguna
Orquesta Sinfónica de Tenerife
Orquesta Sinfónica de Tenerife
Víctor Pablo Pérez dirigió esta semana a la Orquesta Sinfónica de Tenerife en dos ocasiones con un programa de música sacra. / Miguel Barreto

Víctor Pablo Pérez (Burgos, 1954) ha vuelto esta semana a tomar la batuta para dirigir a la Orquesta Sinfónica de Tenerife (OST), de la que fue su director titular entre 1986 y 2005. Han sido dos conciertos en torno a un programa de música sacra, con obras de Antonín Dvorak (Canciones bíblicas), César Franck (Las siete palabras de Cristo en la cruz) y Samuel Barber (Adagio para cuerdas), en vísperas de la Semana Santa. El primero tuvo lugar en la Catedral de La Laguna, en lo que ha supuesto recuperar la tradicional actuación de la OST en el templo catedralicio, que con la llegada de la pandemia se interrumpió en 2020. El otro, en el Auditorio de Tenerife, ha sido el decimosegundo de la actual temporada que despliega la formación orquestal.

Sin embargo, este regreso puntual en realidad no lo es, pues el director honorario de la sinfónica tinerfeña no ha dejado de fortalecer sus vínculos con la orquesta y con la Isla, con quienes viven en ella y, por extensión, con el Archipiélago. En la actualidad, Víctor Pablo Pérez es el director artístico de la Joven Orquesta de Canarias (Jocan), un proyecto musical surgido en 2016 con el fin de proporcionar a los jóvenes músicos isleños una plataforma para avanzar en su formación y brindarles la valiosa experiencia de formar parte de una orquesta. De todo ello, de realidades y proyectos, pero sobre todo de música, habla en esta entrevista con DIARIO DE AVISOS.

-Esta semana se puso al frente de la OST con un programa de música sacra en la Catedral de La Laguna y en el Auditorio de Tenerife. Sin duda, serán incontables sus recuerdos como director titular, pero ¿cuáles son las emociones cada vez que vuelve a dirigirla?
“En este caso en concreto, ha supuesto recuperar los conciertos en la Catedral de La Laguna, que se dejaron de hacer por culpa de la pandemia de la COVID-19, por lo que he sentido una gran ilusión. La tradición que se ha estado llevando a cabo consiste en desarrollar cada año un programa de música religiosa dedicado a los laguneros y las laguneras, y también a todas las personas que desde otros lugares acuden a la Catedral para escucharlo, y luego repetir ese mismo programa en el Auditorio de Tenerife. Contribuir a la continuidad de citas tradicionales como esta, o como el Concierto de Navidad en Santa Cruz o el de las Fiestas del Cristo laguneras, es siempre muy gratificante”.

-¿Qué características definen hoy musicalmente a la Orquesta Sinfónica de Tenerife?
“La Sinfónica tiene ya una larga historia, y me refiero a la de la nueva orquesta, que es heredera de aquella Orquesta de Cámara de Canarias. Ahora es una formación muy versátil, que además de hacer música sinfónica aborda habitualmente ópera y, por lo tanto, es muy flexible. En la actualidad se encuentra en medio de un proceso de renovación muy importante. En los próximos años se va a renovar casi al 80%, porque en la actualidad cuenta con una serie de plazas vacantes, incluso en puestos de gran relevancia, desde el de concertino hasta los de solistas. Eso va a reconfigurar su forma de sonar, siempre partiendo de una tradición que se fue creando durante el tiempo en el que tuve la oportunidad de trabajar de forma permanente con la OST. Fueron 20 años en los que, de manera paulatina, entre todos creamos una forma de tocar y de mirar la música”.

“La Joven Orquesta de Canarias es una experiencia esencial para sus miembros y también contribuye a la unión de las Islas”

-Se suele decir que cada gran orquesta posee un sonido propio. ¿Qué parte de responsabilidad tienen los músicos y qué parte el director en la creación de ese sello distintivo?
“Es un trabajo conjunto y en muchas ocasiones no solo tiene que ver con los intérpretes y con el director, sino también con la propia sala. Las grandes orquestas conforman su sonido de acuerdo con la sonoridad de la sala de conciertos. Pero, en todo caso, es una labor que yo diría que se reparte al 50%. En la Orquesta Sinfónica de Tenerife podemos observar cómo se fue creando en su nueva etapa y cómo ha ido creciendo. Y con todo ello, también cómo se fue revistiendo con un sonido característico. El director de orquesta es el encargado de poner la primera piedra, pero luego hay que construir el proyecto con todos los músicos”.

La Orquesta Sinfónica de Tenerife regresó este jueves a la Catedral de La Laguna. / Miguel Barreto

-¿Qué espacio ocupa el estudio y el análisis meticuloso de las partituras y qué margen existe para que la interpretación evolucione a medida que avanzan los ensayos hasta que al fin llega el día del concierto?
“En el trabajo de una semana de ensayos y conciertos, por ejemplo, es necesario, a ser posible, que el director cuente con experiencia previa en esas obras que conformarán el programa que luego escuchará el público. Que las haya dirigido con diferentes agrupaciones musicales para que posea una fuerte vinculación con ellas. Luego, el proceso de lectura suele ser lento, aunque dependiendo de la orquesta esa lectura puede ser magnífica de entrada o desarrollarse de una manera más paulatina. La Orquesta Sinfónica de Tenerife, por lo que yo aprecié en su momento, y creo que en la actualidad mantiene esa línea, va paso a paso. A medida que avanzan los ensayos mejora, incorpora cosas, matices… Otras formaciones dan una lectura espléndida desde el primer día, pero luego es difícil que progresen. Hace ya algún tiempo me preguntaron cuáles consideraba que eran las diferencias entre las sinfónicas de Tenerife y de Galicia, cuando era director titular de ambas. En ese momento dije algo que aún sostengo. La Orquesta Sinfónica de Tenerife es como su tierra, volcánica, en la que parece que no hay vegetación, pero que en cuanto es regada, desde que surge el agua, es de una generosidad sorprendente. Frente a eso, la de Galicia es muy verde de entrada; desde el primer momento da mucho, pero luego ya resulta más complicado que crezca”.

-¿Existen compositores de música clásica cuya obra deja más libertad al intérprete y al director que otros o, en definitiva, en buena medida todo consiste en ser lo más fiel posible a la partitura?
“Hay un poco de todo. De cualquier manera, la fidelidad a la partitura es una cuestión que siempre resulta muy importante y requiere toda nuestra atención. Pero también es fundamental la vertiente que tiene que ver con cómo interpretamos esos signos escritos en un papel. Ocurre igual con el teatro, con la poesía… Depende de cómo se digan las cosas, tienen un sentido u otro”.

“La educación musical ha mejorado en España, pero aún hace falta que todos accedan a la música de una manera natural”

-¿Hay autores o periodos musicales hacia los que sienta mayor afinidad?
“Hay compositores, como Anton Bruckner o Gustav Mahler, que me interesan especialmente y he profundizado mucho en sus composiciones. Quizás en primer lugar yo hablaría de Bruckner, que es un autor de largo recorrido, con obras de amplia duración, en las que hay que construir, que crear poco a poco, un tejido musical de unas dimensiones importantes. Pero también me gusta abordar repertorios novedosos. Esta semana hemos estado trabajando con una obra bellísima que no se conocía prácticamente en España: Las siete palabras de Cristo en la cruz, de César Frank, redescubierta en la Universidad de Lieja en 1954. Estudiar e interpretar estas composiciones que no son tan habituales es muy interesante. Por ejemplo, hay una reconstrucción de la Sinfonía nº 3 de Edward Elgar que se interpreta muy poco y he tenido la oportunidad de hacerlo. Siempre el descubrimiento de nuevas obras resulta enriquecedor”.

-Uno de los proyectos en los que está embarcado durante los últimos años es la Joven Orquesta de Canarias (Jocan), como director artístico. ¿Qué trata de transmitir a los jóvenes músicos Víctor Pablo Pérez y, desde el otro lado, qué enseñanzas le aporta ese contacto con las nuevas generaciones?
“Para mí es una gran satisfacción poder trabajar con los jóvenes, porque están llenos de energía, de interés por la música, por descubrirlo todo. Mi objetivo personal, y el de este proyecto, es que adquieran una sólida experiencia en el mundo sinfónico. Una experiencia que les será fundamental en el momento en el que luego se presenten a las oposiciones de las orquestas de España o de las internacionales. Haber tocado ese repertorio previamente, poder trabajarlo con anterioridad, les resultará muy provechoso. La Joven Orquesta de Canarias también es un proyecto que contribuye a la unión de las Islas, y eso, sin duda, es muy positivo. Que todos los canarios estén unidos en torno a su propia orquesta. Ahora a la Jocan se le presenta un punto culminante. El próximo verano la orquesta realizará una gira importantísima por todo el País Vasco. Serán seis conciertos en las grandes salas de Euskadi. El 5 de agosto realizará una colaboración en la Quincena Musical de San Sebastián. Conjuntamente con la Joven Orquesta de Euskal Herria, interpretaremos la Sinfonía nº 3 de Mahler acompañados del Orfeón Donostiarra. Creo que será un momento muy especial para la Jocan, una orquesta de jóvenes que en muy poco tiempo ya ha estado en China, ha recorrido todas las islas, ha experimentado la música de cámara, la música sinfónica… Este proyecto me aporta mucho, sin duda alguna”.

-¿Qué le sobra y qué le falta a la educación musical que se imparte hoy en España?
“La educación musical algo ha mejorado, eso es incuestionable, desde los últimos 30 años hasta ahora. El tejido sinfónico que hay en España ha crecido exponencialmente. Ahora lo que hace falta es profundizar en ello. Es decir, que todo el mundo pueda acceder a la música de una manera muy natural. Se están haciendo grandes esfuerzos, eso es cierto, pero no siempre con resultados óptimos. Se realizan conciertos para escolares, para jóvenes…, hay conciertos didácticos, en familia…, pero aún tenemos mucho trabajo por delante. Creo que es una obligación con la sociedad, con toda la sociedad, porque, al fin y al cabo, es ella la que está pagando a las orquestas”.

“El director pone la primera piedra al buscar un sello propio, pero hay que construir el proyecto con todos los músicos”

-Hoy buena parte del mundo asiste consternado a la guerra en Ucrania. Y se vuelve a repetir, como ya ocurrió en su día con Alemania, la triste paradoja de que un país musicalmente tan rico, y por tanto, civilizado, como es el caso de Rusia, ejerce de agresor.
“La invasión de Ucrania es un momento dramático. Pero yo creo que no es un problema de pueblos, sino de líderes. En las tragedias de este tipo siempre la mayor responsabilidad recae en una sola persona. En su día Hitler, en su día Stalin…, y tantos otros. Ahora, de nuevo, es una persona la que moviliza todo ese odio, todo este desastre, toda esta tragedia tan brutal. Yo no cargaría contra un pueblo, insisto. El pueblo alemán, por ejemplo, era, es y será un pueblo culto, pero debido a unas determinadas circunstancias fue abducido por un personaje funesto. Y un caso muy parecido es lo que estamos viviendo ahora: Rusia está abducida por un personaje que también es completamente nefasto”.

LA PASIÓN DE ESCUCHAR, LA VOCACIÓN DE DIRIGIR

El 24 de junio de 2017, es decir, en torno a 72 horas después del solsticio de verano en el hemisferio norte y de la conmemoración del Día Europeo de la Música, Víctor Pablo Pérez asumió la dirección de nueve novenas sinfonías con cinco orquestas distintas (la Sinfónica de Madrid, la de la Comunidad, la Nacional, la Joven Orquesta Nacional y la Sinfónica de Radio Televisión Española). Este maratón melómano tuvo lugar en la capital de España, en el Auditorio Nacional, y las novenas en cuestión fueron las de Beethoven, Haydn, Schubert, Garay, Mozart, Bruckner, Dvorak, Shostakóvich y Mahler. Esta proeza casi deportiva, abordada precisamente con motivo del Día de la Música en el continente europeo, no solo revela, por decirlo así, el estado de forma de un director y de unos intérpretes, sino también el entusiasmo y la vocación de todos ellos hacia el arte que practican. Casi un lustro después, ese entusiasmo se mantiene intacto en Víctor Pablo Pérez. Escucharle hablar de un proyecto como la Joven Orquesta de Canarias es oír a alguien que ha dedicado gran parte de su vida a la música y, sin embargo -o sobre todo por eso mismo-, no ha perdido la ilusión.

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