medio ambiente

Un centenar de colectivos, contra la granja de pulpos en Canarias: “Sienten dolor”

El Partido Animalista defiende que "hay razones de peso y un importantísimo apoyo internacional" por parte de científicos que debería concluir en una negación rotunda
Usaban lejía para coger pulpos

El Partido Animalista ha presentado ante el Gobierno de Canarias alegaciones suscritas por un centenar de colectivos ecologistas y sociales y expertos en medio ambiente que se oponen a que Nueva Pescanova construya en Las Palmas de Gran Canaria la primera granja de pulpos del mundo.

En un comunicado, Pacma y las entidades que suscriben esas alegaciones defienden que este proyecto, que desarrolla una de las patentes más cotizadas en el sector de la acuicultura de las últimas décadas, tiene “numerosos cabos sueltos”, adolece de defectos de tramitación y podría ocasionar un grave impacto en los ecosistemas locales de Canarias.

“En la documentación presentada por Nueva Pescanova para la obtención de las licencias de explotación no consta resolución del expediente administrativo correspondiente a la solicitud de otorgamiento de concesión, no consta informe de compatibilidad del Ministerio para la Transición Ecológica y no consta solicitud de evaluación de impacto ambiental o tramitación”, señalan.

Desde su punto de vista, “la información entregada por la empresa para la obtención de los permisos en relación al impacto medioambiental de la granja de pulpos también necesitaría una descripción más detallada de las características del tratamiento de microfiltración a realizar (con el agua que se verterá al mar desde la instalación) y no se mencionan los impactos en la calidad del aire que podría tener este proyecto”.

Estos colectivos ambientales y animalistas cuestionan además que “la granja de pulpos sea necesaria o pueda contribuir a los objetivos indicados en el proyecto, como disminuir el esfuerzo pesquero sobre estas especies en libertad”.

“Al contrario, un repaso del proyecto pone inmediatamente de manifiesto los graves problemas ambientales que pueden derivarse de este tipo de instalaciones y perjuicios en distintos ámbitos”, opinan.

Alegaciones contra la granja de pulpos

En sus alegaciones, Pacma y los colectivos que comparten su rechazo a la futura planta de Nueva Pescanova advierten del riesgo de extensión “de patógenos y enfermedades desconocidas que los pulpos en cautividad podrían contribuir a propagar al ecosistema marino salvaje”.

“El área de mayor preocupación que existe en este momento es esta, ya que se podría crear una crisis de salud pública sustancial en Las Palmas de Gran Canaria”, sostienen.

Además, denuncian que “la empresa no ha realizado ningún análisis o estudio relevante que examine las interacciones biológicas industriales que probablemente ocurran como resultado de las prácticas de producción a gran escala y no cuentan con mecanismos de seguridad para proteger a las comunidades ecológicas locales o la salud pública de la comunidad de las Islas Canarias”.

También alertan de que alimentar a los pulpos requerirá “de una dieta carnívora que se basa en prácticas de pesca insostenibles, creando una mayor presión sobre los recursos marinos ya escasos”, por lo que entienden que el proyecto “parece incompatible” tanto con las directrices estratégicas para una acuicultura de la UE más sostenible como con el Pacto Verde Europeo.

Asimismo, denuncian que “no existe legislación europea o nacional que regule el bienestar” de los cefalópodos, “ni las prácticas de su cría intensiva, pero está científicamente contrastado”, añaden, “que los pulpos tienen la capacidad de percibir, sentir dolor, tener respuestas emocionales, tener memoria a largo y corto plazo, tener cognición compleja y realizar aprendizaje social”.

El Partido Animalista defiende que “hay razones de peso y un importantísimo apoyo internacional” por parte de científicos cualificados que debería concluir en una negación rotunda de los permisos de apertura de esta granja de pulpos, no solo desde el punto de vista ético para con los pulpos, sino desde una preocupante perspectiva de impacto medioambiental”.

Entre los colectivos de Pacma cita como firmantes de sus alegaciones, figuran las organizaciones Aquatic Animal Alliance, Animal Save Movement y Plant Based Treaty, así como los científicos Jennifer Jacquet, Beatriz Fernández, Peter Godfrey-Smith, Walter Sánchez-Suárez, Becca Franks o Marina Ariño.

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