
Tiene 35 años, es de Los Realejos y no para de acumular premios por sus investigaciones. Jezabel Curbelo es una joven promesa de las matemáticas que, actualmente, vive en Barcelona tras haber sido la científica más joven en conseguir un contrato Ramón y Cajal en la convocatoria de 2018 para trabajar en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), en el departamento de Matemáticas, donde investiga sobre las aplicaciones de las matemáticas a las ciencias de la tierra, en particular a la geofísica, y más concretamente, el desplazamiento y movimiento de los fluidos de la tierra como pueden ser los océanos, la atmósfera, o el magna.
Jezabel estudia el movimiento de los fluidos a través de herramientas matemáticas como simulaciones o sistemas dinámicos, que permiten identificar ciertas estructuras geométricas o patrones que ayudan a caracterizar ese movimiento o dinámica de los fluidos terrestres.

Vive “pegada” al ordenador, en su caso, uno “muy potente” para, a través de bases de datos que tienen mediciones por medio de satélites, hacer grandes simulaciones que incluyen una importante cantidad de datos. En este sentido, la informática ha evolucionado mucho en los últimos años y permite realizar cálculos más ambiciosos que eran impensables cuando empezó a estudiar porque no había recursos para ello.
“Siempre digo que mi portátil es una puerta de entrada a otros ordenadores del mundo”, confiesa.
Su campo de investigación actual es una continuación de su tesis doctoral, que comenzó al terminar la carrera en la Universidad de La Laguna (ULL) en 2009. Al año siguiente hizo el máster y luego el doctorado en Matemáticas en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Su tesis consiguió el premio internacional Donald L. Turcotte Award de la Unión Americana de Geofísica (AGU) y es, hasta el momento, la única española que lo ha logrado.
Una sucesión de reconocimientos para la joven matemática de Los Realejos
A partir de allí vinieron una sucesión de reconocimientos que han aumentado la trayectoria de esta joven promesa realejera. Uno de ellos es el Premio L’Oréal Unesco a Mujeres en ciencia, siendo la primera y única matemática que lo ha conseguido en España.
“Es un premio a mujeres científicas que están en una etapa intermedia de su carrera y es muy significativo porque da una ayuda económica -15.000 euros- para hacer investigación y mucha visibilidad en un momento que realmente lo necesitamos”, declara.
A pesar de su destacada trayectoria, Jezabel se tiene que enfrentar a las mismas trabas que cualquier joven científico de este país, independientemente del género, para poder conseguir una estabilidad laboral. “No hay ayudas suficientes, no encontramos trabajo y estamos pendientes de una estabilidad que no llega. Después de cuatro años de tesis, te dicen que te tienes que ir al exterior, te vas, vuelves, te piden que sigas y sigas, y siempre estás pendiente de un contrato temporal”, sostiene.
“Vas de beca en beca y de ayuda en ayuda, hay que estar pidiendo muchas cosas para conseguir una y el tiempo invertido en todo ese proceso es complicado, y si ese proceso, además se alarga muchos años, te va cansando. Y lo peor es que pierdes mucho tiempo en la burocracia y eso es lo que más desgasta”, asegura. Esa es su realidad y la de la gran mayoría de compañeros y colegas.
Hizo una estancia postdoctoral en Lyon, Francia, fue investigadora Juan de la Cierva en la Universidad Politécnica de Madrid, profesora ayudante Doctor en la UAM y ha realizado distintas estancias en la Universidad de California, Los Ángeles.
No obstante, aclara que también depende de cómo afronte esa inestabilidad cada persona. “Porque no solo depende de la ciudad en la que vives, siempre estás pendiente de una maleta sin saber qué va a pasar a dos años vista y eso te puede afectar a tu trabajo en general. Creo que lo que nos falta a los jóvenes es dinero, estabilidad e inversión”, añade la joven científica.
Y al ser mujer, se le añade el inconveniente de intentar encajar la maternidad, “porque la investigación es un trabajo que tienes que estar muy al día de las cosas que van pasando a tu alrededor, leyendo constantemente, en el que no puedes coger vacaciones y una baja por maternidad te hace perder el hilo y cuesta retomarlo”.
Su sueño de pequeña: ser maestra
De pequeña quería ser maestra porque sus progenitores también lo son, igual que su abuela Conchita, que fue la docente de la escuela de niñas del núcleo de Tigaiga, y para ella era “su ídola”. La conocían como ‘Conchita, la de David’ -porque así se llamaba su padre- y era una persona muy querida en el municipio.
Siempre le gustaron los números y no tenía buena memoria. Las asignaturas de retener conceptos y memorizarlos le costaban más, mientras que en el caso de las matemáticas “las asociaba a resolver problemas y eso me parecía un pasatiempo, un acertijo”. Solo tenía que enfrentarse al problema y pensar en su solución.
Al principio se planteó hacer una ingeniería. “Desde Canarias veías que quizás la salida más clara de estudiar matemáticas era dar clase porque no hay grandes empresas ni industrias”, pero al final entró en Matemáticas gracias a las Olimpíadas Matemáticas a las que acudió en el último año de bachillerato representando a su instituto, el colegio Pureza de María, y a la provincia de Santa Cruz de Tenerife en la fase nacional y no se arrepiente para nada de su decisión. Ahora se dedica a la investigación y le encanta, aunque la joven realejera nunca imaginó que los números la llevarían al interior de la tierra.
Sus primeros trabajos en la ULL han sido sobre análisis armónico, una rama muy teórica, pero con el paso de los años y como consecuencia de su tesis doctoral realizada en el Instituto de Ciencias Matemáticas es un instituto mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (ICMAT) se ha centrado más en las aplicaciones.
Confiesa que en más de una ocasión se ha planteado dejar la investigación. “Creo que mucha gente joven que se dedica a esto lo piensa, sobre todo cuando se te acumula la burocracia, hay cosas que no te salen, e incluso cuando ves que ganarías mucho más dinero si trabajaras en otra cosa, porque en una empresa o en la industria los matemáticos están muy bien valorados. Supongo que por eso también es difícil encontrar profesores que impartan esta asignatura en los institutos”.
Ella, de momento, no lo ha hecho. Jezabel en hebreo significa ‘juramento de Dios’ y ella, fiel al origen de su nombre, ha jurado serle fiel a la investigación y a los números.