“Pionera” es una palabra que define bien a Mary Barreto, ingeniera palmera que ha dedicado más de una década a diseñar una de las infraestructuras científicas más importantes jamás planteadas: el Telescopio Solar Europeo (EST, por sus siglas en inglés), que prevé comenzar su construcción en 2024, tal y como dio a conocer recientemente el consorcio internacional que lo promueve. Y no se emplazará en cualquier lugar. Lo hará en el Observatorio del Roque de los Muchachos (ORM), del que Barreto fue su primera administradora con apenas 25 años.
Fueron su talento y sus ganas los que la llevaron a tomar las riendas, a una edad tan temprana, de tal complejo de contemplación del cielo, considerado uno de los mejores del mundo. En su día a día, admite que sintió la incredulidad de algunas de las personas que estaban bajo su mando. Cuando arrancó su andadura, había dos únicas mujeres trabajando en el ORM, y sus compañeros varones “iban a verme soldar al laboratorio de la torre sueca, porque ellos no se creían que una chica pudiera hacer eso”.
En este sentido, sobre la igualdad de género en el ámbito de la ciencia, lanza un mensaje esperanzador: “Cada vez hay más presencia femenina en los equipos; creo que la mujer, en estos ámbitos y en todos, se ha hecho un hueco con mucho mérito”. Es más, anima a todas aquellas niñas que, como le ocurrió a ella, sueñan con llegar a lo más alto en este campo. En su caso, asegura que una de las pistas que le hicieron pensar que lo suyo era estar entre aparatos y cables es que “tenía un Meccano como mi juguete favorito”.
Por otro lado, cuenta que “siempre me ha gustado el trabajo con las manos, crear”, mucho más siendo natural de Villa de Mazo, una localidad artesana por antonomasia. Es por eso que en su familia le incentivaron a moverse “en un abanico muy amplio”, lo que hizo que tuviera “buenas notas en las asignaturas de letras y en las de ciencias”. Es decir, que hasta el último minuto tuvo abiertas las puertas de prácticamente cualquier carrera. Finalmente, optó por Ingeniería Industrial, que cursó en la Universidad de Zaragoza.
UNA GRAN DECISIÓN
No obstante, su labor se ha circunscrito estos años, fundamentalmente, al EST. Un proyecto en el que dudó si involucrarse. La complejidad era mayúscula: 30 instituciones de 18 países toman parte de las decisiones sobre la infraestructura. Sin embargo, una conversación con su hijo hizo que cambiara de parecer y aceptara la oferta: “Me dijo que, si siempre he dicho que sí, lo he intentado y no me ha ido mal, debía ir adelante”. Así lo hizo.
En lo que tiene que ver con la coordinación entre la parte técnica, de la que ella es responsable, y la de los futuros observadores del astro rey, explica que requiere un proceso de escucha activa: “Los astrónomos nos dan una carta de deseos, los requisitos científicos, y el equipo de ingeniería ve si eso es viable, porque si lo que piden no lo vas a poder hacer en un plazo de tiempo razonable o no va a repercutir en la innovación, tampoco interesa”.
A partir de ahí vienen varias fases de diseño, en las que trabaja dirigiendo a un grupo de 28 personas en el espacio IACTEC, en Tenerife. “Ocho somos fijas y las otras 20 están específicamente dedicadas al diseño preliminar”, dice, al tiempo que detalla que “el próximo año seremos capaces de cerrar las especificaciones y también cerrar la parte de financiación”, para, de ese modo, arrancar las palas mecánicas en 2024, como tiene previsto el consorcio, liderado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y el de Andalucía (IAA-CSIC).
Preguntada por los futuros descubrimientos que podrá traer consigo el telescopio, la mayor instalación europea proyectada en el campo de la física solar desde nuestro planeta, Mary Barreto subraya que “el Sol es la estrella más cercana que tenemos, y al ser laboratorio de muchos procesos que no se pueden simular en la Tierra, lógicamente nos va a abrir una ventana al conocimiento”. Una ventana que tendrá firma palmera.