Francis sigue muy presente en Tajao, el pequeño núcleo costero de Arico, un año después de que una nasa le enganchara una pierna y lo arrastrara al fondo del mar frente a las costas de Granadilla cuando faenaba junto a su hermano, José Diego, en el barco familiar Punta Abona.
Su desaparición activó la mayor búsqueda privada que se recuerda en Canarias, en la que se implicaron durante casi nueve meses pescadores y buceadores, desde el mar, y vecinos y voluntarios, con batidas a pie de costa. A pesar de las 400 inmersiones realizadas y los barridos de un sonar y de una cámara autopropulsada, su cuerpo no se pudo localizar.
Mañana se cumplirá un año de aquel fatídico 20 de junio de 2021 y familiares y pescadores han recordado en DIARIO DE AVISOS a una persona “muy especial, bondadosa y familiar, que nunca se enfadaba”. Y lo han hecho a pie de muelle, el mismo que tantas veces vio zarpar y arribar a Francis, de 47 años, comiendo pan, una de sus imágenes más características.
“Me decía que nadie podía entender lo que significaba el mar para él. Estar en medio del océano frente al horizonte era su pasión, su vida, así lo sentía y lo transmitía”, afirmó a este periódico su esposa, Lidia Hernández. Su hermano destacó su afán solidario: “Era muy buen compañero, se preocupaba más por los demás que por él mismo, si había que echar una mano a un compañero en un día de mala mar o remolcar algún barco, ahí estaba él para ayudar”.
Al encuentro asistieron Clara, tía de Francis; Dora, su suegra; Melody, su cuñada, y sus primas Marina, Teri, Lolita y Aurora, además de varios pescadores, la mayoría familiares, como Pablo, Juan Manuel, Toño, Juan Carlos y Yeray. Todos coincidieron en subrayar su gran sentido del humor. “A un tío suyo le dio una vez un mareo y, mientras lo atendía, le soltó: ‘¿Pero me dejaste algo en herencia?’, recuerdan entre sonrisas. Cuando llegaba a su casa, a la de su madre o su suegra, la liturgia era siempre la misma: entraba y se dirigía a la cocina para destapar el caldero.
Sus compañeros aportan algunas de sus salidas más habituales: “Cuando le decías: ‘Francis, hay que hacer esto’, él respondía: ‘Eso está bueno así’. Pero la frase que nunca faltaba en su boca era ‘de todo se sale, menos de la muerte’. Y es que Francis desactivaba los problemas con ironía. Al mal tiempo le ponía buena cara y lo demostraba cada vez que salía a faenar con marejada.
Su familia sigue lamentando que no se actuara con más diligencia desde las administraciones públicas en las primeras horas del accidente. “Le dijimos a la Subdelegación del Gobierno que cuando cae una persona al mar se debe de activar de inmediato el protocolo de búsqueda; ¿qué pinta un helicóptero si el cuerpo está sumergido? No podemos esperar que salga a flote”, sostiene su prima Marina, que recuerda que Francis cayó a una profundidad de 100 metros y su cuerpo llegó a ser geolocalizado.
Todos destacan que las primeras 24 horas fueron decisivas y “no se aprovecharon por culpa de la burocracia”. Pasado ese tiempo, un temporal de mar desbarató la esperanza de encontrarlo en el lugar donde había caído.
Los comentarios dibujan el perfil de una persona con un gran corazón. “Si tenía un euro o 50 y se encontraba a alguien que le hiciera falta, se lo daba; era muy desprendido y se conformaba con poco”, comentan sus primas. La gran movilización en su búsqueda fue la mejor muestra del aprecio que se ganó.
Quienes mejor le conocieron destacan también su faceta de conversador: “Hablaba con todo el mundo, lo mismo con niños que con los mayores, se pasaba las horas con ellos”. Dariana, su hija, de 15 años, era su ojito derecho. De pequeña, cuando veía llegar el barco de su padre, iba a su encuentro y le preguntaba: “¿Me trajiste mi salmonete?”. Y a Francis se le caía la baba.
Teri no olvida los amaneceres que compartió con su primo: “Era muy buen compañero de fiestas, ya fueran Carnavales, fin de año o las verbenas en Tajao. Aún recuerdo el último año, los dos sentados frente al mar, me acompañó a mi casa y después se fue a la suya (se emociona). Protegía mucho a su familia”.
El próximo martes se oficiará una misa en San Isidro a las 18.30 horas en recuerdo de Francis, y su familia ya ha contactado con el Ayuntamiento de Arico para colocar, junto al muelle de Tajao, una placa en su memoria y en agradecimiento a quienes participaron en su búsqueda. El pasado 12 de abril, día en el que se dio por concluido el rastreo, sus compañeros sumergieron en la bocana del muelle una imagen de la Virgen del Carmen junto a su nombre.
Un año después, su familia y sus amigos siguen llorando su pérdida, pero después de hacer lo humanamente posible por rescatar su cuerpo, asumen que Francis está donde quería estar, en el lugar en el que se sentía feliz. Allí descansa en paz.