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Residentes canarios en Cuba, tras el paso del huracán Ian: “Está todo destrozado”

La isla caribeña recupera parcialmente el suministro eléctrico después de sufrir daños en infraestructuras críticas; el fenómeno meteorológico toca la costa de Miami con categoría 4

El huracán Ian impactó el pasado martes en Cuba, ocasionando serios problemas a la población de la isla caribeña. De hecho, el país estuvo sumido en un cero energético debido a las averías provocadas por el vendaval, que alcanzó categoría 3 (sobre 5), para posteriormente llegar a 4 al tocar la costa de Miami, Estados Unidos. Es por eso que el director general de Emigración del Gobierno de Canarias, Manuel Rodríguez Santana, se puso en contacto ayer con descendientes de canarios en Cuba, a fin de conocer su situación.

Al otro lado del teléfono se encontraba Florita López Rivero, presidenta de la Casa de Tradiciones Canarias de Pinar del Río, la localidad cubana más golpeada por el fenómeno natural. La misma le trasladó al político regional que “está todo destrozado: casas, calles y tendidos eléctricos”. De hecho, indicó que estaban experimentando problemas con las comunicaciones, por lo que “se iba a quedar sin móvil cuando se le acabara la batería”. Ni siquiera la empresa estatal de energía, Unión Eléctrica, es capaz de hacer una estimación de cuándo se podrá restablecer el suministro, si bien al cierre de esta edición se reanudó el servicio en La Habana.

En el transcurso de la conversación, a Rodríguez Santana le aseguraron que no se tiene constancia, hasta la fecha, de fallecimientos, aunque con el matiz de que es pronto para realizar un balance de daños totales, vistos los problemas para contactar con todos los miembros de la comunidad canaria. Asimismo, el cargo autonómico manifestó su intención de estudiar posibles fórmulas de apoyo a quienes se hayan visto perjudicados por el huracán.

En Miami las previsiones tampoco son alentadoras. A última hora de ayer, Ian llegó a Cayo Costa “con vientos sostenidos, como máximo, de 150 kilómetros por hora”, explicó el Centro Nacional de Huracanes (CNH) estadounidense en redes sociales. Una magnitud que, como recordó el meteorólogo de la cadena de televisión CNN Brandon Miller, solo es comparable con el huracán Charley, que en 2004 arrojó cifras muy similares, ocasionando además una veintena de muertes.

Grúas de la compañía Duke Energy, preparadas para intervenir en el dispositivo de emergencias por el huracán Ian | DIRK SHADD (TAMPA BAY TIMES)

La Guardia Nacional de Florida había activado un servicio de hasta 4.500 efectivos para hacer frente a las emergencias que pudieran presentarse, según informó el Pentágono. No obstante, tan solo en los primeros minutos tras tocar tierra, el fenómeno ya dejó “daños estructurales significativos”, de acuerdo con el jefe de Bomberos de Cabo Coral, Ryan Lamb. Y es que los niveles de agua se situaban anoche en 1,8 metros en muchas calles de Fort Myers, plusmarca que no se registraba desde 1965.

Fruto de esa capacidad de destrucción, que medios como El Nuevo Herald calificaron de “marejadas ciclónicas potencialmente mortales”, más de un millón de personas se quedaron sin electricidad en el Estado, dio a conocer el portal PowerOutage.us. A ello se une que otros dos millones de residentes fueron evacuados por motivos de seguridad, explicó el Washington Post, detallando que las inundaciones son una de las principales preocupaciones de las autoridades. Este último rotativo citó al hidrólogo Jeff Dobur para apoyar su información, quien afirmó que el acopio de agua constituye “uno de los peligros más serios de un sistema tropical”, pese a que muchas veces “está lejos del foco de atención”.

Sobre las repercusiones económicas del suceso, el presidente norteamericano, Joe Biden, declaró ante los medios -antes de participar en una conferencia sobre el hambre- que el huracán “no es excusa para los aumentos de precios en el combustible”, advirtiendo a las compañías petroleras de que el Gobierno federal no va a permitir que “estafen al pueblo”, recoge USA Today. La agencia de noticias Bloomberg, por su parte, habla de estimaciones que apuntan a daños de alrededor de 67.000 millones de dólares.

Aunque si alguien verbalizó con crudeza lo que está por venir fue el gobernador de Florida, Ron DeSantis. Avisó de que “vienen dos días muy muy desagradables”.

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