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En busca del canarismo

El profesor y activista José Miguel Martín reflexiona en su último libro sobre los nuevos horizontes del nacionalismo canario
En busca del canarismo

Hace falta pensar para hacer buena política. De esa que va más allá de los mensajes banales, la estrategia partidista, las conspiraciones de pasillo, el clientelismo o el puro acaparamiento del poder. Y pensar es lo que hace José Miguel Martín en su libro ‘Canarismo. Sobre nacionalistas y otras especies amenazadas’, publicado por Ediciones Tamaimos, una recopilación de artículos publicados por el autor en medios del Archipiélago que comienza con un lúcido prólogo del politólogo Ayoze Corujo y culmina con un sugerente diálogo entre el propio Martín y el filósofo Pablo Ródenas. Y de todo eso hablamos con él en ‘DIARIO DE AVISOS’ durante una larga conversación. 

Fue el propio Ródenas, pensador de referencia para el nacionalismo canario de izquierdas, quien impulsó el término en 1978 -cuando era el líder del Partido de Unificación Comunista de Canarias- como una síntesis superadora del africanismo de Antonio Cubillo y el atlantismo de los partidarios de la OTAN. Décadas después, Martín, que es profesor de Inglés en Secundaria, nacionalista de larga trayectoria y coordinador de la Asociación Canarismo y Democracia, lo retoma para adaptarlo a las actuales circunstancias y agitar, de paso, las aguas de los partidos de ámbito canario, en plena redefinición estratégica tras la salida del poder de CC en 2019 y la llegada al Gobierno de Nueva Canarias a través del Pacto de Progreso con PSOE, Sí Podemos Canarias y ASG.

Despojado ya de los ropajes revolucionarios de los setenta, el canarismo puede ser, para José Miguel Martín, el término más adecuado para englobar un movimiento de amplio espectro de partidos canarios, desde el autonomismo hasta el independentismo, pasando por nacionalistas y federalistas, capaz de conectar con la sociedad de las Islas. “Según los estudios sociológicos, nos movemos en torno a valores progresistas, pero somos poco dados a los extremismos”, explica. De hecho, una mayoría de los canarios están satisfechos con el actual marco autonómico y se sienten tan canarios como españoles, una realidad que casa bien con la práctica política del llamado nacionalismo canario desde 1993. “En un principio, CC evitó el término nacionalista. Y yo creo que lo terminó adoptando por eso de jugar en las ‘grandes ligas’ del PNV o CiU y por la influencia del sector más a la izquierda. Pero lo que han hecho es autonomismo. Ni siquiera han sido aliados especialmente fieles de otros nacionalismos del Estado. Votaron en contra del ‘Plan Ibarretxe’ o se posicionaron contra el ‘próces’ -igual que NC- porque siempre han entendido la lealtad constitucional como no salirse jamás de los márgenes. 

Martín y otras personas de su entorno impulsaron, desde el colectivo Reúna, la alianza electoral entre Coalición Canaria y Nueva Canarias para las elecciones de noviembre de 2019. El acuerdo permitió recuperar un diputado por la provincia de Las Palmas que se había perdido en las fallidas elecciones de abril de 2019, donde ambos partidos fueron por separado, pero CC perdió uno en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Entonces, Martín teorizaba sobre la necesidad de un “partido de amplio espectro” para evitar que el canarismo se diluyera, convertido en una muleta de los partidos estatales. Sin embargo, las direcciones de CC y NC no se han acercado desde entonces. “Quizá a mí se me fue un poco la mano con la reunificación o el partido de amplio espectro, porque no se puede pasar de cero a cien en cinco minutos”, afirma. “A las distintas sensibilidades ideológicas hay que unir las insulares, y siempre vamos a ser una familia más o menos mal avenida, pero la realidad es que el voto canarista representa un tercio del electorado. Y sí me parece factible un movimiento muy diverso, de geometría variable, que se agrupe en torno a una diversidad de objetivos, con distintos ritmos y distintas fórmulas, desde la unificación total a la alianza preelectoral o postelectoral. La metáfora del canarismo sería la de una especie de aulaga, que es un arbusto muy resistente”.

¿”Y no es demasiado de derechas la actual cúpula de CC, no tiene mucho peso eso que llamamos ATI?”, le pregunto. “No creo que esté más conectada con el poder empresarial de lo que están ciertos sectores del PSOE. Además, la base sociológica es esencialmente popular. La misma gente que votaba a la UPC luego pasó a apoyar a Manuel Hermoso de forma masiva. Puede que el contrapeso progresista en CC sea escaso frente al poder de algunos sectores de Tenerife, pero yo no creo que las políticas de CC hayan sido especialmente conservadoras si exceptuamos los planteamientos desarrollistas. Sin embargo, sí es cierto que en el imaginario colectivo, la mayoría de la gente ubica a CC en la derecha. Y creo que es un problema, porque así no se recupera la centralidad. CC ha apoyado la reforma laboral de Yolanda Díaz, la Ley del ‘Sí es Sí’ o los impuestos extraordinarios a las eléctricas y a la banca. Pero luego comete la torpeza de votar en contra de las medidas de ahorro energético junto a PP y Vox. Yo soy de los que piensa que ha habido un agravio con Canarias en el tema del descuento al transporte, pero habría hecho una abstención crítica. Así sitúas tu mensaje, pero no votas junto a los negacionistas. Todos los esfuerzos se les han ido en una sobreactuación cuando la gente no está en eso. Está encantada con que les hayan bajado el bono a la mitad”.

“Retomo lo que decía usted sobre el PSOE: estoy de acuerdo con que tiene sectores muy cercanos al poder empresarial, pero creo que, cuando gobiernan los socialistas, se abren oportunidades para algunas demandas progresistas. Por ejemplo, conseguir paralizar una obra como la ampliación del Muelle de Agaete. A CC no le importó nada la movilización contra el Puerto de Granadilla. Los grandes poderes ya habían tomado una decisión. Y salió adelante”, le planteo a José Miguel Martín. 

“Y ahora, en Adeje, está ganando el sector conservador de los socialistas”, contesta él. “Pero es cierto que el PSOE es también un partido de amplio espectro. Y lo que yo persigo es que la gente, votando canarismo, sienta que, sin ser perfectos o espectaculares, se abren oportunidades porque a veces ganan las posiciones avanzadas. Entre otras cosas, porque muchas de las contradicciones que se dan en el canarismo actualmente, deberían desaparecer en el medio y largo plazo. Este proceso tiene que suponer una especie de superación de lo anterior, de autocrítica, de reconocer que la etapa que se abrió en el año 1993 está ya cerrada y que hay que abrir una nueva”. 

“¿Y qué me dice  de Nueva Canarias y el canarismo?”, pregunto. “Pues que aunque tiene clara su voluntad de centralidad, de pactar tanto a un lado como al otro, desde el punto de vista de la conformación sociológica es muy poco transversal. Se trata de una familia de la izquierda nacionalista que ha permanecido más o menos unida durante décadas, a pesar de alguna oscilación. Con un suelo electoral muy estable y un núcleo dirigente muy sólido. De todas maneras, yo saludo el movimiento de apertura que han hecho hacia el canarismo, que quizá se ha visto acelerado por el problema que han tenido con las siglas. Probablemente, también se han dado cuenta de que en Canarias apenas existe un nacionalismo tal y como lo entendemos en otras latitudes. Y al ser un partido más pequeño, es más fácil hacer ese movimiento que para un oso pesado de pasos lentos como CC. Aunque sé que hay dirigentes de Coalición que también quieren dar un paso en ese sentido”.

De ese proceso, según Martín, habría de resultar ese movimiento canarista moderadamente socialdemócrata, defensor a ultranza de los servicios públicos, feminista, ecologista. Y con un programa claro de país. “El canarismo ha sido muy estéril en cuanto a la producción de reflexión, no ha importado lo más mínimo, igual que ha habido una especie de banalización, simplificación y reducción de la cultura canaria. Eso es una cosa que nos gustaría corregir. No hay Instituto de Pensamiento Estratégico, centros de estudio, ni siquiera hay Facultad de Ciencias Políticas en Canarias. Tampoco hay una visión de la canariedad. Siempre he dicho que la canariedad no es patrimonio de los canaristas sino de los canarios, también de quienes se asientan aquí. Pero sí debemos tener una visión sobre ella”, explica Martín. “Un programa político no es, como hace CC, reunirse con un montón de colectivos y hacer un volcado de propuestas. Eso en todo caso puede ser un programa electoral. Un programa político es otra cosa”.

Entre otras, salir también de la dialéctica del agravio permanente. Eso no significa, según el autor del libro, renunciar al derecho a protestar. “Cuando los canarios nos quejamos, se nos acusa de victimistas, y ahí salen Nira Fierro o Ángel Víctor Torres poniendo el pecho cuando disparan a Pedro Sánchez para justificar cualquier cosa que hace”. Pero considera que la denuncia del agravio tampoco puede ser el eje del canarismo: “Todo el tiempo que dediques a denunciarlo, incluso teniendo razón, se lo restas a la construcción de otra realidad que nazca de nosotros y que nos empodere. El camino debería ser otro: donde estos nos despreciaron, nosotros pusimos una solución”.   

Para Martín, también es necesaria una mirada hacia dentro para examinar nuestra propia estructura como sociedad, que conserva inercias de aroma colonial. “No estamos en la Franja de Gaza, pero si el canarismo no es capaz de hacer una revisión crítica y emancipadora de nuestra realidad, habrá fracasado. Porque tenemos que hacernos cargo de nuestro país, de nuestra sociedad, salir de esa indiferencia e indefinición cultural que señalaba el poeta Manuel Padorno en su discurso de los Premios Canarias de 1990. Nos ha venido muy bien históricamente no responsabilizarnos de lo nuestro, esa especie de ambigüedad calculada, entre el agravio y el ‘yo pasaba por ahí’, ‘si le digo, le engaño’. Creo que es una actitud que no se puede sostener, que llegó el momento de tomar la iniciativa, de imaginar y crear con audacia”.

Ese análisis, explica el autor, es fundamental para lo que Pablo Ródenas denomina “el pleito nacional-popular” con España, esa negociación de un estatus político que sirva para abordar mejor los problemas seculares de Canarias. Porque Martín es firme partidario de aprovechar al máximo el estatuto de 2018 y que la vocación de autogobierno vaya mucho más allá de reivindicar el Régimen Económico y Fiscal, pero cree que luego habrá que buscar un nuevo encaje para el Archipiélago en España. “Siempre va a existir un vínculo, pero debe ser negociado y refrendado en las urnas por la sociedad canaria, algo que no ha sucedido con ninguno de los estatutos que hemos tenido hasta ahora”. Ese momento, en todo caso, aún queda lejos. Todavía está por construir el canarismo.     

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