Nadie mejor que Moisés Sánchez, el actual director del Cecoes 1-1-2 del Gobierno de Canarias, que ha llegado a dicho cargo forjándose en el seno de un centro de coordinador de emergencias y seguridad que ha servido de modelo a no pocas comunidades autónomas, dado su comprobada eficiencia en un territorio tan complicado como el isleño, para confirmar que, en esta ocasión, hay que aplaudir a la inmensa mayoría de los canarios que han atendido las advertencias de las autoridades acerca del riesgo extremo provocado por la cercanía de una tormenta tropical llamada Hermine.
Como lleva destacando DIARIO DE AVISOS desde el primer momento de una crisis meteorológica inédita en esta parte del mundo, por cuanto sus parecidos con el paso del Delta allá por 2005 apenas sirven para entender lo sucedido ahora, todo un especialista como Sánchez resalta la importancia de que los canarios, en abrumadora demostración de su inteligencia, más allá de algunos insolidarios que despreciaron el interés común por bucear en Fasnia o hacer senderismo por Anaga, prefirieron hacer caso y quedarse en casa.
Gracias a la actitud tan loable desde la perspectiva cívica, los más de 2.050 sucesos que acaecieron desde el pasado sábado hasta ayer en el Archipiélago a cuenta de Hermine no causaron heridos. Porque no es lo mismo que las caídas de cascotes y árboles o los desprendimientos de rocas sobre las carreteras tengan lugar cuando la gente permanece en sus hogares en vez de transitar por las mismas como un día normal. Aún así, para quienes la feliz ausencia de tragedias personales motiven a pensar erróneamente que tampoco sería para tanto, mejor que escuchen a los afectados por los 761 vuelos que al menos han tenido que ser cancelados o desviados en las Islas desde el inicio de la emergencia que nos ocupa, por no hablar de los aproximadamente 3.000 paisanos que en la tarde de ayer seguían sufriendo cortes en el suministro eléctrico.
El hecho de que la falta de viento (fatal componente que predominó hace 17 años cuando el Delta) ayudase igualmente a no tener que lamentar desgracias personales, no es óbice para resaltar que este suceso meteorológico inédito, entre otros motivos por sus impresionantes e históricos registros pluviométricos en islas como La Palma o Gran Canaria, no deja de suponer una advertencia más para lo que los canarios comprendan de una vez que tienen que sacrificarse para afrontar, les guste o no, un futuro en el que, sin duda, resultará determinante la tropicalización de su clima, y por ende, el cada vez más irreversible cambio climático.