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Maura y Venancio: cómplices de la lana

Maura Padrón Acosta es uno de los ‘tesoros vivos’ que este año homenajeó la Asociación Cultural Pinolere, una maestra tejedora que comparte su saber y las técnicas heredadas

Además de madre e hijo, Maura y Venancio son maestra y alumno y tienen una complicidad total con la lana. Ella tiene 92 años y es la artesana más longeva que participa este año – también ha estado en otras ediciones- de la Feria Regional de Artesanía de Pinolere, que cierra hoy sus puertas.


Además, Maura Padrón Acosta es uno de esos ‘tesoros vivos’, homenajeados en el marco de la muestra, una artesana tejedora que además de utilizar sus manos para fabricar, enseña las técnicas aprendidas y heredadas desde varias generaciones para que no se pierdan y comparte su saber con el mejor alumno que ha podido tener: su hijo Venancio.


Maura es la más pequeña de siete hermanos, todos aprendieron a tejer pero ella fue la única que siguió con la tradición. Desde edades tempranas iba al telar “y su madre la peleaba”, cuenta relajada, disfrutando de cada recuerdo.


Natural del pueblo de Isora, en la isla de El Hierro, proviene de una familia de tejedoras de muchas generaciones y siempre ha luchado para que la tradición no se pierda.


Eso fue lo que motivó a su hijo Venancio Acosta Padrón a atreverse con el telar. Cuando Maura de tejer como lo hacía antes por la edad y porque le empezaron a doler las rodillas, le planteó a su hermana si quería seguir porque es una tradición familiar que se ha transmitido a través de varias generaciones pero ella no estaba muy interesada así que él decidió continuarla.


No lo dudó, aunque es una artesanía más ligada al mundo femenino, Venancio creció viendo tejer a su abuela y a su madre. Conoce al dedillo el tratamiento de la lana.


Venancio es escritor, autor de varios libros sobre la isla en la que nació, fue senador por la Agrupación Herreña Independiente (AHI) en dos legislaturas 1991-1995 y 2000-2004. Actualmente está jubilado así que tiene tiempo para dedicarle al telar porque además, es mucho el que se necesita.


“Hay que empezar desde que se esquilan las ovejas, lavar la lana y un montón de procesos hasta llegar al tejido”, explica.
Intentan utilizar los colores naturales de los animales, pero emplean cochinilla para el rojo y la piel del aguacate para el marrón y una hierba que se utilizaba antiguamente en El Hiero para los azules.
Fajines, traperas, talegas, alforjas, Maura se atreve con todo lo que se puede tejer en telar aunque también lo hace a mano, “que se sufre menos” y muestra orgullosa una manta de muchos colores que fue haciendo “de a ratos” y por eso no puede calcular cuanto tiempo le ha llevado.
En su caso se considera una privilegiada porque siempre ha vivido de la artesanía, pero eran épocas en la que todos los tejidos los utilizaban para el hogar y como utensilios para las labores agrícolas.
Actualmente, es poca la rentabilidad que tiene la artesanía porque es un trabajo muy laborioso y que lleva mucho tiempo. “No se puede vivir de esto”, sostiene Venancio.
Él también quiere seguir la tradición de su madre de compartir su sabiduría y por eso, a quien quiera aprender, está dispuesto a enseñarle y ser también un ‘tesoro vivo’.

Sorprendidos
La Feria de Pinolere ha vuelto a ser lo que era. El gerente de la Asociación cultural Pinolere, Jesús García, confesó estar sorprendido porque se ha alcanzado el número de visitantes que años anteriores. El viernes, día de la inauguración, la visitaron 4.000 personas, y ayer, a primera hora de la tarde, esta cifra se había superado llegando a casi 6.000 visitantes. Además, añadió García, los artesanos han mostrado su satisfacción por el funcionamiento y porque han podido vender sus productos y eso no es baladí para un sector que ha sufrido las consecuencias de la pandemia al no permitirse la organización de eventos en los que pudieran participar y ofrecer sus mercancías.
“Un artesano de la gastronomía se tuvo que al mediodía porque ya no tenía más mercancía y tenía que ir a reponer material para hoy”, declaró el gerente.

La demanda de usuarios obliga a poner una guagua de 55 plazas

La gran cantidad de personas que han utilizado el transporte público para llegar a la Feria Regional de Artesanía, en el Parque Etnográfico de Pinolere, obligó ayer a los organizadores a contratar, previa autorización de la Policía Local, una guagua de 55 plazas que se suma a los dos microbuses que desde ayer salen con frecuencia desde la avenida Sor Soledad Cobián, en el centro de La Orotava y que también son de carácter gratuito. El horario del servicio es de 10.00 a 19.00 horas

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