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Angustia a bordo: sufre un mareo al despegar de Tenerife y la tripulación no tenía ni botiquín

Una tinerfeña denuncia que un vuelo operado por la compañía Vueling no pudo asistir esta semana a un pasajero indispuesto durante horas
Un problema técnico obliga a un avión a regresar a Tenerife

Las emergencias sanitarias suelen ocurrir en los vuelos con cierta asiduidad: una indisposición, un golpe de calor e incluso, tal y como tuvo lugar a finales de este verano, un ataque epiléptico. Ante estas incidencias, la rápida actuación de la tripulación, así como del personal sanitario que pueda encontrarse entre el pasaje, es clave para mitigar la urgencia. Sin embargo, lo que sucedió esta semana en un avión de la compañía Vueling “no puede permitirse”.

Así lo ha denunciado a DIARIO DE AVISOS una tinerfeña que despegaba a primera hora de este lunes desde el aeropuerto Tenerife Norte hacia Barcelona. A su lado estaba sentado Daniel, un hombre de entre 30 y 40 años, con quien cruzó unas palabras antes de que este comenzara a ver un partido antiguo de la NBA en su dispositivo móvil.

Tras la primera hora de vuelo -el trayecto era de 3,5 horas aproximadamente-, el varón “me pidió que le dejara pasar porque se encontraba mareado; pensé que quería ir al baño, pero inmediatamente se tumbó en el suelo del pasillo”.

Según cuenta la testigo, las azafatas acudieron de inmediato, solicitando además la colaboración médica por megafonía. “Sorprendentemente vinieron tres médicos y otras tantas enfermeras que requirieron el botiquín; fue entonces cuando se incrementó el problema”, relata.

Al parecer, el fonendo estaba estropeado y el tensiómetro perdía aire: “Era todo un desastre; de hecho, la propia tripulación se aplicaba a sí mismos los instrumentos médicos para comprobar su funcionamiento”. Los trabajadores de Vueling admitieron al personal sanitario que se ofreció a ayudar que habían solicitado en diversas ocasiones nuevo material para el botiquín a la propia aerolínea, pero “no les hacían caso”.

El afectado se pasó prácticamente todo el viaje tendido en el suelo junto a dos médicos “muy generosos”, incluso cuando aterrizaron en el aeropuerto de Barcelona-El Prat, donde le esperaba una ambulancia a pie de pista. Daniel no recibió la asistencia pertinente durante las horas a bordo ni el avión barajó desviarse a otro aeródromo más próximo de la Península. “No puede permitirse que Vueling lleve un botiquín defectuoso en un avión de 180 pasajeros”, concluye la tinerfeña, quien espera que su testimonio “sirva como denuncia”.

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