sociedad

La historia de supervivencia más grande

Se cumplen hoy 50 años del accidente aéreo en la cordillera de los Andes, en el que sobrevivieron 16 jóvenes deportistas que llegaron a alimentarse de la carne de sus compañeros fallecidos. Murieron 29 personas
La historia de supervivencia más grande

Luchó una vez por regresar de la muerte y otra vez, tiempo después, por volver a la vida. A sus 68 años, Carlos Páez Rodríguez, conocido por todos como Carlitos, sabe bien que una tragedia no inmuniza para otra y que sobrevivir es un trabajo constante. Hace ahora 50 años salió entero de la inclemente cordillera de los Andes, a 3.570 metros de altitud y con temperaturas por debajo de los 30 grados; posteriormente, le dio a la muerte un segundo esquinazo en un entorno mucho más amable: la cálida capital uruguaya, Montevideo, y las glamurosas playas de Punta del Este, donde atravesó esa “otra cordillera” de las adicciones (alcohol, drogas, psicofármacos…) que, asegura, le supuso más penalidades que la gran espina dorsal de Sudamérica.


De ambas experiencias en el límite se trajo un rosario de gruesas cuentas con el que rezaban los supervivientes en un mísero y frío fuselaje de avión en mitad de la nada, y una frase de San Francisco de Asís: “Empieza por hacer lo necesario, luego haz lo posible y te encontrarás al final haciendo lo imposible”. En declaraciones a EL ESPAÑOL desde Montevideo añade: “Eso es exactamente lo que hicimos: lo necesario, luego lo posible y terminamos con lo imposible. Y es también lo que hice después yo solo con las drogas”.


De la tragedia de los Andes de 1972 se han hecho tres películas (Juan Antonio Bayona ultima una nueva para Netflix), nueve documentales y 26 libros, entre ellos La sociedad de la nieve, de Pablo Vierci, publicado ahora en España por la editorial Alrevès y que fue la réplica de los supervivientes al controvertido clásico ¡Viven!, de Piers Paul Read.


La de los Andes está considerada la historia de supervivencia más grande del siglo. La protagonizaron 16 jóvenes de entre 18 y 36 años, en su mayoría exalumnos del colegio católico Stella Maris de Montevideo y varios de ellos jugadores de rugby; los únicos que regresaron de un pasaje de 45 personas que, por un error de cálculo del piloto, acabaron estrellados el 13 de octubre de 1972 en un punto inaccesible y rodeado de nieve en la frontera entre Chile y Argentina.


Dados por muertos excepto por algunos familiares, sobrevivieron 72 días alimentándose de la carne de sus compañeros fallecidos (a quien pregunta, Carlitos responde: “No, no sabe a nada”), forjando una sociedad basada en la colaboración y lanzándose a lo desconocido una vez asumieron que el mundo los había olvidado. El 23 de diciembre de aquel año, tras diez días de épica caminata por la cordillera, Nando Parrado y Roberto Canessa llegaron a la civilización. Parrado aún tuvo que subir a los helicópteros de la Fuerza Área Chilena, cuyos pilotos no daban crédito a la ruta que les indicaba; desde los cielos lo vieron aparecer sus compañeros del fuselaje como al mismísimo redentor.

Un milagro


En la cordillera aprendió, sobre todo, que la salvación venía de la humildad. “Se nos ha comparado con el caso de los mineros de Chile, pero a nosotros nos dieron por muertos, no nos rescataron los helicópteros, fuimos nosotros a buscarlos -relata-. Yo aprendí que en la vida hay gente que deja que las cosas pasen y hay gente que hace que las cosas pasen. Y nosotros hicimos que pasara. Uno es tan arrogante que piensa que el mundo se detiene cuando te sucede algo, pero el mundo sigue y entenderlo requiere humildad. Nosotros supimos que no existíamos para nadie y eso en el fondo fue una buena noticia, porque nos dimos cuenta de que la historia dependía de nosotros”. ¿Y de Dios? “A mí me gusta mucho el titular de la prensa chilena de entonces: Dios era el copiloto. Sin duda fue parte de esta historia, pero no fue quien la resolvió; él nos dio las herramientas para que la resolviéramos nosotros”.


Hoy, 50 años del accidente, los 15 supervivientes vivos (Javier Methol murió en 2015) celebrarán el milagro de los Andes con el clásico partido de rugby de los Old Christians y un asado. Por ahí se cruzarán Nando Parrado, que durante años siguió jugándose la vida como piloto de carreras, y Roberto Canessa, que lleva décadas ayudando a alumbrar vida como cardiólogo pediatra.


Estarán también, entre otros, el simpático Zerbino, los carismáticos primos Strauch, el rocoso Vizintín y el espigado Roy Harley.

TE PUEDE INTERESAR