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Patarroyo: “Las multinacionales farmacéuticas me tienen masacrado”

En una entrevista con DIARIO DE AVISOS, el científico colombiano afirma que su vacuna contra la malaria tendrá un 80% de eficacia
Manuel Elkin Patarroyo, científico colombiano y premio Príncipe de Asturias
Manuel Elkin Patarroyo, científico colombiano y premio Príncipe de Asturias. | Sergio Méndez

El científico Manuel Elkin Patarroyo tiene 75 años, mucho sentido del humor y una sabiduría reposada y cercana que hace que la conversación avance como un rayo. Director de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, ha estado esta semana en Tenerife para participar en varios eventos académicos. Así que aprovechamos para hablar con el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1994 sobre salud, vacunas y otras cosas de la vida, empezando por lo más cercano, la Covid.

-China, que es el país donde surgió el coronavirus, sigue con una política muy estricta mientras nosotros miramos a la enfermedad de forma mucho más laxa. ¿Estamos cometiendo un disparate?

“Yo no creo que sea un disparate. Si usted ve China, son edificios de cincuenta pisos a uno y otro lado. Las densidades de población son muy altas. Y es preferible un control de esa índole a tener una pandemia diseminada. Pero lo cierto es que el virus es extremadamente susceptible al oxígeno del aire. Y al sol: la luz ultravioleta lo vuelve papilla en segundos. En las áreas abiertas, la posibilidad de contaminación es mucho menor”.

-A usted, el virus lo agarró con fuerza…

“Recibí la segunda dosis de Pfizer en agosto. Y desde entonces he cogido tres COVIDs. La primera vez fue al mes de vacunarme, que es cuando la respuesta inmunitaria está más alta. Y el último casi me mata, porque fue en mitad del Amazonas. Imagínese lo que es estar en la selva y llegar a un pobladito de 10.000 habitantes donde había un hospital que no tiene nada que ver con los europeos. Y ahí me tocó quedarme un tiempo y bajé cantidades de peso. Fueron unas diarreas impresionantes, incontrolables. El virus ataca a lo que se llaman las células endoteliales, que no están solamente a nivel pulmonar sino también a nivel intestinal. Yo no tuve ningún episodio pulmonar”.

-¿Y cómo se explica que haya tenido tantas infecciones de COVID?

“Es fácil. En esencia, las vacunas que hay contra el coronavirus están basadas en una sola cepa, que es la de Wuhan. Pero acuérdese de que existen otras ocho variantes de preocupación. Que lo vacunen a uno de una sola cepa, ¿qué? Era de esperar. Nosotros tenemos ahora una vacuna contra seis variantes del SARS-Cov-2 [el virus que produce la COVID]. Pero no tenemos quien la produzca”.

-¿Y eso?

“Cuando la sacamos, yo me fui a donde [Iván] Duque [expresidente de Colombia] y le dije: Necesito 500.000 euros para la vacuna del SARS. Luego fui a dos universidades para pedirles la misma proporción. Y una compañía farmacéutica nacional que me dijo: Yo le voy a dar el millón de euros. Pero cuando llegó el momento, la rectora de una de las dos universidades, donde yo soy profesor, aseguró que la patente era suya porque se trataba de dineros públicos. ¿Qué dice? Yo llevo 45 años trabajando en esto y usted no sabe ni lo que es un átomo, le contesté yo. Y se armó una debacle bárbara. El Gobierno de Colombia decidió retirarse. También las dos universidades. Y la farmacéutica nacional me dijo que me daba el dinero si le firmaba que el 50% de la producción sería de ellos hasta el año 2100. Yo no voy a hipotecar a mis tataranietos, así que tenemos la vacuna, tenemos la patente, pero no quien la produzca”.

-También tuvo usted problemas con la famosa vacuna de la malaria. ¿Qué ha pasado?

“Sí. En España se le hizo un escándalo bárbaro por parte de un excolaborador mío llamado Pedro Alonso, que dijo que no servía porque estaba muy interesado en defender la de [la compañía farmacéutica] GlaxoSmithKline, que acabó de entregar los resultados en octubre del año pasado con una eficacia inferior a la nuestra, que es de hace 35 años. Mientras que la nuestra va del 38% al 42% de eficacia con dos dosis, la otra tuvo un 32% con cuatro. Ahora le acabo de entregar a Basilio [Valladares, catedrático de Parasitología de la ULL y exdirector del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias] la publicación de nuestra última vacuna contra la malaria, que tiene de un 77% a un 83% de capacidad proyectiva en monos. No lo hemos hecho en humanos, pero lo bueno es que, a nivel de ADN puro, sabemos qué mono se parece a ti, para que la vacuna te sirva. O qué mono se parece a mí. Esta vacuna tiene 50 componentes que van a cubrir a los africanos, que es donde más nos preocupamos, pero también a los asiáticos, a los orientales, a los caucásicos… No contiene solo un elemento, que es donde mucha gente se equivocó, incluida Glaxo. Y como son vacunas sintéticas, lo que hacemos es evaluar la estructura química de las moléculas a través de las cuales el parásito se va a agarrar a ti. Para fabricarlas químicamente en lugar de producirlas biológicamente”.

-Eso permite más precisión, ¿no?

“Absolutamente, porque sabemos dónde está cada átomo. Y podemos modificar la vacuna como queramos”.

-¿Cómo es la situación de la malaria actualmente en el mundo?

“Hay unas 500.000 muertes al año. Antes se decía, yo también, que el número era de entre dos y tres millones de muertos, según datos basados en la estadística. Y ahora se afirma que los mosquiteros impregnados con insecticidas son los que han reducido dramáticamente el número de casos. Yo pienso que la cifra original estaba inflada”.

-¿Va afectar el cambio climático al mosquito que transmite la enfermedad?

“Va a afectar a todo. Pero a mí, una cosa que me preocupa especialmente ahora es que estamos entrando en territorios donde viven animalitos que están en simbiosis con ciertos microbios que son inocuos para ellos pero que pueden ser letales para nosotros. Eso fue una cosa que aprendí a los 20 años, cuando empecé a trabajar con [el profesor estadounidense] Ronald Mackenzie, que fue el que descubrió el ébola de América Latina en 1963. El tipo me llevó a Bolivia, que era donde estaba la fiebre hemorrágica. Él se había dado cuenta de que el virus lo tenía un ratón al cual no le causaba ningún inconveniente. Pero el ratón lo excretaba a través de la orina y las materias fecales, y contaminaba los silos de la comida de los bolivianos donde estaban el maíz, la soja o el sorgo. Y como el virus era resistente al calor, le hacía cosquillas cuando lo hervían. El causal no era tanto el virus como el ratón. Y me decía: Póngale cuidado al virus, a usted y al intermediario. Lo que está pasando con el SARS es igualito, con los chinos comiendo murciélagos. Y mire en el Brasil: yo le tengo pánico a la próxima pandemia que pueda venir de allá. Ellos tienen en el Amazonas lo que se llaman la rodovías, que son autopistas de 16 carriles. Estamos metiéndonos en sitios donde no deberíamos entrar jamás”.

-Usted donó la anterior vacuna contra la malaria, ¿qué piensa hacer ahora?

“Sí, la doné para que la Organización Mundial de la Salud se la diera al mundo. Y la engavetó porque estaban muy interesados en sacar la de Glaxo. Fue un gesto de candor pensar que la OMS era un ente que era apolítico y lejos de las influencias economicistas. En esta, lo que vamos hacer es organizar una planta de producción para darla gratis”.

-¿Y cómo vive esta especie de batalla contra las multinacionales?

“Pues me tienen masacrado. No le exagero. Lograron convencer a los gobiernos de mi país para que no nos dieran presupuesto. Ni un centavo desde hace 16 años. Nada de nada. Cero. Por eso yo tengo que darle un especial agradecimiento a España y a la Agencia Española de Cooperación Internacional, que nos mantuvo durante cuatro años, hasta que la crisis económica acá lo hizo imposible”.

-Menos mal que también tiene aliados…

“Sí, en el mundo entero. Yo, por ejemplo, voy a la India frecuentemente a dictar conferencias. A la Universidad Jawaharlal Nehru. A la de Nueva Delhi. A la de Hyderabad… Pero vaya a combatir a las multinacionales. Yo no voy a decirle quién, porque es de las personas poderosas de este país, de uno de los principales medios, pero es íntimo amigo; un día me lo llevé al Amazonas [donde está el Instituto de Patarroyo], y le dije: Ahora que ves todo esto, ¿por qué tú no me apoyas? Y me contestó: Manolo, ¿no sabes que las farmacéuticas nos pautan 450 millones de euros al año?.

-Siempre ha tenido amigos poderosos…

“Pero mantengo una posición de total independencia. Y a veces, eso también se paga. Tiempo atrás, Carlos Slim quiso producir nuestra vacuna contra la malaria. Hace unos seis o siete años. Pero luego pensé: esto se va a quedar en manos de Carlos Slim. Así que me fui retirando poquito a poco. Cuando nos vemos, me dice: ¿Y qué pasa con nuestra vacuna? Y yo le digo: Pues ahí vamos trabajando. Son cosas de esa índole, porque en la medida en que dependas del poder, ya no eres libre. También en mi país. Yo tenía 32 años de edad y el primer presidente que me ofreció ser ministro fue Julio César Turbay. Con esa voz gangosa que tenía, me dijo: Oígame, quiero que sea mi ministro de Salud. Me atrajo la idea, fue la única vez que estuve tentado por el poder. Pero fui a donde mi mujer y se lo conté: Qué se va a meter usted en eso, me respondió. De ahí en adelante, me siguieron ofreciendo que fuera ministro. Y alguno, que fuera vicepresidente. Pero no es mi campo”.

-Y se dedicó en exclusiva a la ciencia…

“Desde los 20 años ando yo dedicado. Y con la élite de la élite. Me eduqué en la Universidad Rockefeller, que tiene 32 premios Nobel. Mi familia era de pueblo. Mi padre había sido policía y mi madre era maestra de escuela. Pero los dos eran brutalmente inteligentes. A los veinte años, me uní a Mackenzie. Él vio que tenía cierta inteligencia y, sobre todo, una capacidad de trabajo brutal. Yo duermo solamente cuatro horas al día desde los 17 años. El gringo quedó impresionado porque llegaba a las cuatro de la mañana y ya yo estaba ahí. Él salía a las once de la noche y yo seguía todavía. Tenía un colchón de estos inflables y me quedaba a dormir. Mire, cuando yo era pequeño, mi padre me regaló un cómic que decía: Pasteur, descubridor de vacunas, benefactor de la humanidad. Y ese era el rótulo que quería tener para mí. Por eso juego con esos dos elementos: descubro vacunas y no las vendo”.

-Y se adentra en la selva, como esos científicos aventureros…

No tan aventurero, es una búsqueda de las raíces. ¿Qué hubiera podido hacer en las vacunas sin los monos? Nada. Así que me tocaba meterme en la selva a trabajar con los monos. O irme a vivir con los indígenas durante tres meses para enseñarles cuáles eran los monos que yo quería y cómo los quería”.

-También ha tenido mucho interés por la cultura…

“De pequeño, mi papá y mi mamá me dijeron: Hijo, debes estructurarte en las tres p’s para obtener la cuarta: preparación, posición y plata te conducen al poder. Siempre tuve muy buenas relaciones con los intelectuales, como Carlos Fuentes, Sergio Ramírez o García Márquez. Pero lo que a mí más me fascina es el arte, la pintura. Y tengo una colección muy bonita que estoy vendiendo para poder seguir investigando. Me duele mucho, porque he ido consiguiendo estas obras con mucho esfuerzo”.

-Tengo entendido que es católico. ¿No hay conflicto entre ciencia y religión?

“Sí, soy muy católico, muy creyente. Yo no comparto nada eso de que por ser científico hay que ser ateo. Eso es un mito absolutamente falso. ¿Quién puede estar a un nivel más profundo en la ciencia que yo, que trabajo con electrones y con núcleos de átomos? Nadie. Tal vez, con lo único con lo que no me he metido es con el Bosón de Higgs”.

-Por cierto, Colombia acaba de cambiar de presidente, ¿cómo ve la situación?

“Pues ando preocupado, porque noto una polarización muy fuerte, propugnada, entre otras cosas, por la izquierda. Si quieren hacer cambios, tienen que hacerlos de forma pedagógica. Mire lo que pasó en Chile. No se pueden imponer unas condiciones leoninas. Ha pasado poco más de un mes desde que llegaron al poder y ya estamos de socios con Maduro. Ya hay diálogos directos con el ELN, con el narcotráfico…”

-Pues al expresidente colombiano Juan Manuel Santos, que es bastante moderado, no parece disgustarle la orientación del Gobierno…

“Hay que conocer la psicología de Santos. Él y yo somos contemporáneos y yo lo conozco bien. Y me abstengo de expresar cualquier comentario público con respecto a él”.

-Alguna vez se definió como ‘juancarlista’, pero mire todo lo que ha ocurrido…

“Con todo lo que ha sucedido, a mí me parece que la labor que desarrolló el rey Juan Carlos fue una cosa única. Que como todos los seres humanos tiene debilidades, pues también.

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