la palma

“Sentía la necesidad de reflejar el sufrimiento y los ejemplos de superación”

Juan Carlos Mateu, autor del libro 'Cumbre Vieja: tres meses en el infierno'
Juan Carlos Mateu, autor del libro 'Cumbre Vieja: tres meses en el infierno'. | Sergio Méndez
Juan Carlos Mateu, autor del libro 'Cumbre Vieja: tres meses en el infierno'. | Sergio Méndez

Acaba de ver la luz el libro digital Cumbre Vieja: tres meses en el infierno, escrito por el periodista Juan Carlos Mateu, vicedirector del Decano, publicado por la Fundación DIARIO DE AVISOS, en el que se relata el día a día de los vecinos, científicos, equipos de emergencias y autoridades durante la erupción de La Palma. A través de un centenar de crónicas escritas cada madrugada “en caliente”, como subraya su autor, se describe la evolución de la catástrofe de principio a fin. El libro se puede descargar, gratuitamente, en la web del periódico (diariodeavisos.com) o a través del código QR que aparece en el anuncio que se publica cada día en la edición impresa de DIARIO DE AVISOS”.

-¿Qué le puede aportar al lector este libro un año después de la erupción?  

“Si algún valor tiene este libro es que está escrito en caliente, mientras todo estaba ocurriendo. Cada noche apuntaba en una libreta los temores e incertidumbres que transmitían los vecinos, junto a los datos y previsiones de los científicos y las medidas que iban adoptando las autoridades. No quería que, con el paso del tiempo, se olvidara todo lo que ocurría día a día. ¡Es que era muy fuerte lo que estaba pasando!”.

-¿Cómo se planteó el seguimiento a diario de la erupción? ¿Qué método  de trabajo aplicó?

“Vivir de cerca una erupción volcánica es un acontecimiento extraordinario que puede ocurrir una vez en la vida. Comencé anotando los grandes titulares que empezaba a generar el fenómeno los primeros días, pero sobre todo las pequeñas historias humanas que se iban conociendo y que no podían quedar sepultadas por la avalancha de información que aportaban científicos e instituciones. Cuando terminaba la jornada de trabajo en el periódico, sentía la necesidad de reflejar en una libreta el sufrimiento de tanta gente, pero también los ejemplos de superación”.

-¿Qué casos de esas pequeñas historias destacaría?

“Todas reflejaban el drama que sufrían los afectados: evacuaciones a la carrera, vecinos que subían cada día a una loma a ver si su casa seguía en pie, las noches en vela en los lugares donde se acercaban las coladas, el asedio de la lava al cementerio de Las Manchas… son incontables las situaciones que se conocían a diario”.

-Pero el libro también recoge que, incluso, en una tragedia mayúscula como esta afloran los actos solidarios.

“Esa es una de las grandes lecturas que nos deja la catástrofe, empezando por la solidaridad de toda España y del exterior. También hay reflexiones llenas de vida, de un positivismo digno de admiración. En los peores momentos, recuerdo escuchar en la radio a un vecino de Todoque entonar un canto a la vida que me impactó. Decía, desde la emoción y el sufrimiento que las personas que murieron por una enfermedad con toda una vida por delante y con hijos que no vieron ni crecer hubieran dado su casa y los terrenos por no marcharse. ‘Nosotros, gracias a Dios, estamos aquí’, proclamaba”.

-¿Cuál fue la primera señal de esperanza que apuntó hacia el fin de la erupción volcánica?

“La primera voz que nos puso sobre la pista de un posible final fue la del presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, que manifestó en el puente de la Constitución que “indicios científicos” indicaban una posible conclusión de la erupción antes de que acabara el año. Todos nos aferramos como un clavo ardiendo a aquella frase, que ocupó la portada de DIARIO DE AVISOS al día siguiente”. 

-Acertó el presidente del Gobierno…

“Sí, ocho días después los científicos, cuyo trabajo ha sido extraordinario a lo largo de toda la crisis, comenzaron a avalar públicamente esa teoría, que, por fortuna, se cumplió. Recuerdo a Vicente Soler, del CSIC, hablar por primera vez en Televisión Canaria de “indicadores claros, prácticamente definitivos, del principio del fin”. Creo que a todos se nos puso la piel de gallina en aquel momento”.   

-A medida que avanzaba la erupción, ¿temió una catástrofe con pérdidas de vidas humanas o, por el contrario, auguraba un desenlace sin daños personales e incluso con menor afectación a casas y fincas?

“Las medidas preventivas, avaladas por los análisis científicos del IGN e Involcan, siempre fueron contundentes a la hora de proteger las vidas humanas. Y los resultados indican que se actuó correctamente. En cambio, nada se podía hacer con las viviendas y fincas. El hecho de que la erupción se produjera más al norte del punto donde se preveía generó más daños materiales”.  

-Escribió un libro con similar estructura (el relato diario) sobre el confinamiento. ¿Qué puntos en común y de diferencia existen con ‘Cumbre Vieja, tres meses en el infierno’?

“Diría que la atmósfera emocional que envuelven los datos, las valoraciones oficiales y las noticias que se conocían cada día. En ambos casos pueden ser libros de consulta, ya que recogen la información imprescindible de ambos eventos, pero también una recopilación de emociones a través de testimonios a pie de calle”. 

-¿Qué aprendió con la elaboración de este libro?

“De un episodio de esta magnitud se pueden extraer múltiples conclusiones y aprendizajes. Yo destacaría la capacidad de resiliencia que el pueblo palmero ha mostrado al mundo, su lección de valentía, coraje y paciencia. Y también, la respuesta de los medios de comunicación que, sin experiencia en este tipo de sucesos, han superado en líneas generales una auténtica prueba de fuego como es informar de algo inédito desde el punto de vista profesional. Esa labor de televisiones, radios y prensa escrita, también aparece reflejada en el libro”.

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