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Medio siglo del fatídico despegue del avión de Spantax en Los Rodeos

El 3 de diciembre de 1972, una aeronave con 148 turistas alemanes y 7 tripulantes de nacionalidad española se estrelló nada más despegar en Los Rodeos. No hubo supervivientes
Los equipos de emergencia rastrean los restos del fuselaje próximos a la cabecera norte del aeropuerto de Los Rodeos.
Los equipos de emergencia rastrean los restos del fuselaje próximos a la cabecera norte del aeropuerto de Los Rodeos. DA

Aún no había amanecido en Los Rodeos. El reloj marcaba las 06.40 minutos de la mañana del domingo 3 de diciembre de 1972 cuando un Convair Coronado-990 de la compañía Spantax, matrícula EC-BZR, se disponía a despegar en la cabecera de pista del aeropuerto tinerfeño. Tras recibir el permiso de la torre de control, el comandante Daniel Núñez Ronda, de 32 años, inició la maniobra, pero la fatalidad salió al encuentro de la aeronave nada más iniciar el ascenso. A solo un centenar de metros de altura, con los motores a pleno rendimiento y los tanques llenos de combustible, el avión giró inesperadamente hacia el lado derecho, dio una vuelta casi completa y se estrelló envuelto en llamas a unos 300 metros de la cabecera norte.

A bordo viajaban 148 pasajeros alemanes y siete tripulantes de nacionalidad española (además del piloto y copiloto, cuatro azafatas y un mecánico). Ninguno sobrevivió a la catástrofe. Las víctimas, la mayoría empresarios del sector del transporte terrestre de Baviera, regresaban a Múnich, aeropuerto de destino, después de desembarcar el día anterior en el puerto de Santa Cruz de Tenerife del trasatlántico griego Jackson, procedente de Casablanca (Marruecos), tras realizar un crucero por el Atlántico.

Un segundo grupo de 106 turistas germanos, que también viajó en el mismo crucero, esquivó la tragedia al tener programado su vuelo a la ciudad alemana a las 14.15 horas del mismo día del accidente en la compañía aérea Baviera. Los dos aviones habían sido fletados por la empresa alemana Gastager Reisen, especializada en viajes turísticos.

DIARIO DE AVISOS y la prensa alemana se hicieron eco en sus informaciones del caso de Josef Artmeier y su esposa Hildegard. Las crónicas de entonces destacaron que el matrimonio decidió abandonar in extremis el avión que acabaría estrellándose minutos después. “Guiados por un mal presentimiento de ella”, ambos pasajeros, que ya ocupaban sus plazas en la cabina, optaron por no volar aquel día.

Las imágenes de la catástrofe fueron dantescas y dieron la vuelta al mundo. Entre los restos del fuselaje solo se advertían entre las llamas la cola y el tren de aterrizaje. Los cadáveres quedaron carbonizados y fueron trasladados a un hangar del aeródromo. La conmoción se apoderó de Alemania y la Isla se llenó de periodistas procedentes de toda Europa. El papa Pablo VI trasladó sus condolencias a través de un mensaje enviado al obispo de la diócesis de Tenerife Luis Franco Cascón.

Sobre las causas del accidente, el más grave de cuantos se habían producido en la historia aeronáutica española, se apuntó a una pérdida de control tras un posible fallo técnico y al mal tiempo, con una visibilidad prácticamente nula. El siniestro sería el segundo de una serie de graves accidentes que se producirían en el aeropuerto de Los Rodeos en los años sucesivos, incluida la mayor catástrofe de la aviación comercial, con la colisión de dos jumbos que causó 583 muertos.

El Convair Coronado-990 siniestrado, con 10 años de antigüedad, era un modelo de reactor de cuatro motores que había marcado un récord de velocidad en la aviación comercial, aunque su éxito fue menor del que esperaban sus fabricantes. La compañía Spantax había incorporado la aeronave a su flota un año antes tras comprarla a American Airlines, con el objetivo de reforzar su apuesta por los vuelos chárter, aprovechando el auge del turismo en España. De hecho, la aerolínea española, creada en 1959 en Palma de Mallorca, era la segunda compañía de vuelos chárter del mundo.

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