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La desesperación de unos padres de niños con TEA en un colegio de Tenerife: “Nuestros hijos empeoran”

"No tenemos nada que perder", reconocen, mientras piden más medios a la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias y al propio centro educativo
La desesperación de unos padres de niños con TEA en un colegio de Tenerife: "Nuestros hijos empeoran"

Un grupo de padres y madres de alumnos del Aula Enclave de Escuelas Pías, en Santa Cruz de Tenerife, asegura “no poder más”. Son padres de niños y niñas con trastorno del espectro autista (TEA) que piden una solución a lo que consideran son “graves deficiencias” tanto del centro educativo como de la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias.

Su queja es a título particular, pero lejos de querer personalizar en su caso, como asegura Enrique, son conscientes de que se trata de un problema global: “Nuestra situación es muy delicada, pero nos ha llegado por otros lados situaciones similares. Consideramos que se nos están negando unos derechos, tanto por parte del colegio como de la Consejería, que nos pertenecen”.

Este grupo de padres, Desirée, Jóner y Pedro, además de Enrique, cree que lo que ocurre con sus hijos, todos entre siete y diez años, es una situación de “dejadez” en la que los pequeños se encuentran en un Aula Enclave que se asemeja más a “una guardería”. “No existe una integración real, algo que ha sido más acusado desde la pandemia. Nuestros hijos e hijas no van de excursión, no hay posibilidad de acogida temprana… Nos dicen que es una cuestión de recursos pero, mientras, el tiempo pasa y nuestros hijos no mejoran. Incluso, empeoran”.

Denuncian que conciliar es “imposible” sobre todo cuando, a partir del próximo curso, los niños del Aula Enclave finalicen su horario a las 14.30 horas: “Ahora mismo es Escuelas Pías, el centro, el que asume el pago de un profesional para alagar ese horario hasta las 16.30, pero ya nos han dicho que a partir de septiembre eso acabará. Nos encontramos en un laberinto, porque tampoco hay plazas en otros centros escolares. La Consejería no dota de medios y, a la vez, tampoco hay hueco para nuestros hijos e hijas en otros lugares”.

Integridad física

Enrique es tajante: desde el propio centro educativo, literalmente, le reconocieron que se reducía la jornada escolar porque no podían “asegurar la integridad física” de los alumnos y alumnas: “Pedimos que se pongan los medios necesarios, tanto personales como materiales, porque, a día de hoy, no tenemos acceso a casi nada, con horarios de comedor discriminados, sin actividades extraescolares e, incluso, sin esa acogida temprana. Conciliar es imposible, más con el recorte de horario que nos anunciaron era porque no podían asegurar la integridad física de los críos”.

Jóner, otro de los padres afectados que ha querido denunciar la situación de su hijo en DIARIO DE AVISOS, asegura que el Aula Enclave se encuentra “aislada”, algo que perjudica seriamente a sus pequeños: “Cada Aula Enclave tiene sus particularidades y diversidades, por eso mandamos un escrito a la Consejería de Educación, queríamos hacerla con el colegio, pero al final cada uno mandó la suya. La nuestra no la contestaron y al centro le denegaron la posibilidad de tener un auxiliar dentro del aula”.

Para Jóner, “a día de hoy” sus hijos no tienen “ni integración ni educación” en una situación “desesperante” a todos los niveles.

“El problema”, destaca Enrique, es que contemplan que sus hijos se encuentran “en una guardería pagando” un colegio concertado: “No creo que seamos unos padres que pidamos locuras, ni mucho menos, pero nosotros constatamos que nuestros hijos en lo único que han mejorado es la hora de comer, esa parte, del comedor, se había trabajado bien. En nuestro caso, en el mejor de los escenarios, nos quedan tres o cuatro años en el Aula Enclave, pero el embudo que se va a formar en el futuro, cuando estos niños y niñas de ahora tengan que ir a Transición a la Vida Adulta el problema va a ser muy, muy serio. Los diagnósticos de TEA, lo dicen los especialistas, siguen creciendo”.

“Nada que perder”

El caso de Desirée es especialmente dedicado. Sus dos hijos fueron diagnosticados con trastorno del espectro autista. Sin plaza en otro centro, la reducción del horario lectivo provocará un trasiego de horarios que no es lo más aconsejable para sus pequeños: “Uno de ellos pasa ahora al aula ordinaria, saliendo a las 17.00 y el otro a las 14.30. Solicité alguna solución, pero me dijeron que los niños de la ESO también tienen otro horario. No se puede comparar a mi hijo con un alumno de la ESO. Él no va a entender, no se va a adaptar, a salir, llegar a casa, regresar al colegio a coger a su hermano… Pero no tenemos nada, ni extraescolares”.

Su queja va también por el tiempo que pasan los niños en el aula, ya que asegura que “no salen de ella”, lo que provoca más problemas: “Los niños entran a las 8.30 y ahora, hasta las 16.00, están encerrados en el aula y no van al comedor. ¿Qué clase de inclusión pueden tener así? ¿Es normal que un niño que no hable pase todo el día con otro que no habla?”.

El aspecto de la integración es una de las claves para ello. Coinciden, además, que la media de tiempo para esa integración es de “15 minutos semanales”. “Mi hijo, con ocho años que tiene, no sabe coger ni un lápiz”, se queja de manera amarga.

“Nosotros no tenemos ya nada que perder”, recalca Enrique, porque tenemos “cero conciliación familiar, cero actividades extraescolares y mal rollo por denunciar nuestra situación, porque callarnos no podemos quedarnos”.

Pedro se mudó a Tacoronte el pasado febrero y no tiene plaza para su hijo en ningún aula adaptada para este curso. Es lo que provoca que tenga que seguir en el centro educativo actual: “Ahora mismo lo que sentimos es que los niños se frustran más y aprenden menos, por todo lo que han denunciado mis compañeros”.

Señala que sigue a la espera de conocer los resultados de una evaluación que le realizaron a su pequeño “sin antes haber avisado” de la misma: “En diciembre me llamaron para una reunión, no nos dijeron los días que evaluaron al niño, pero quieren que vaya a un colegio especial. Hicieron un informe el 24 de enero. Lo he pedido, pero no hay manera”.

Mientras anuncian que seguirán “peleando” por una solución, no solo para sus hijos, sino para “todas las familias” que se encuentran en una “situación similar”, reconocen que una de las claves es “pelear en conjunto” no como hasta ahora: “Hay asociaciones, grupos, que reivindican nuestros derechos pero, al final, está todo muy fragmentado, demasiado dividido. Todos los niños tienen características diferentes, pero, al final, estamos todos igual”.

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