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Diez años del Polígono de Güímar bajo la tutela municipal

A los 40 años de su creación, la Asociación Mixta lo transfirió tras rehabilitarlo con nueve millones, pero los consistorios siguen sin constituir hoy el consorcio de mantenimiento
Polígono de Güímar

El Polígono Industrial del Valle de Güímar se comenzó a desarrollar en 1972 y, 40 años después, como marcaba el acuerdo, la Asociación Mixta de Compensación (Sepes estatal, CajaCanarias, Cabildo y Empresarios) tuvo que transferir su gestión a los tres ayuntamientos de la comarca, propietarios del suelo (Arafo, Candelaria y Güímar), aunque no fue hasta el 22 de julio de 2013 cuando se recepcionó oficialmente por los tres alcaldes, cuando era presidente insular Ricardo Melchior.

Para llegar a ese traspaso, los ayuntamientos recibían un Polígono rehabilitado en su conjunto, tras unas obras que costaron nada menos que nueve millones de euros, y, además, recibían en propiedad cada uno de los ayuntamientos casi un millón de euros, una nave en propiedad y el dominio del pozo de Chiguengue. La única condición a la que tenían que hacer frente los consistorios era la de crear una Entidad Urbanística de Conservación (EUC), para mantener la zona y vigilarla.

Diez años después, no se ha constituido ese ente y ni se va a constituir, porque hace ya unos años que se decidió que la mejor opción, ante las divergencias de los secretarios municipales y el Cabildo, era la creación de un consorcio, en el que estarían inmersos los tres ayuntamientos y el propio Cabildo, con los empresarios con voz pero sin voto. Un consorcio que está prácticamente ultimado, pero cuyo borrador aún tiene que pasar el visto bueno del nuevo gobierno insular, según recordó ayer Raquel Malo, presidenta de la asociación de empresarios del Polígono.

La propia Raquel Malo recuerda que en estos diez años el abandono del Polígono ha sido evidente, aunque reconoce que al menos se ha puesto freno al problema más grave, los vertidos al mar desde el emisario submarino, tras la construcción reciente de la depuradora de aguas industriales (Edari) por parte del Cabildo.

Un asunto, el de los vertidos, que tiene encausado aún a un ramillete de políticos, entre alcaldes y concejales de Urbanismo, aunque algunos de ellos, como el caso de Mari Brito (Candelaria), no estuviera precisamente en la recepción hace diez años de la zona.

Se ha puesto coto a los vertidos, pero no pasa lo mismo con la basura y el abandono de los jardines, que vuelve a ser visible después de que Arafo atendiera por unos meses esa demanda, como antes hicieron Güímar y Candelaria. La ausencia de conservación en el suelo de Arafo -tiene más del 50% del mismo y es el único con suelo comercial- llevó incluso en 2015 a la exalcaldesa de Güímar a pintar una raya azul para delimitar el terreno de cada municipio, para dejar claro quien mantenía limpia su casa y quien no.

Después del acuerdo de un plan de etapas para acabar con los vertidos y el de los tres ayuntamientos con el Cabildo para crear un consorcio -incluyendo a la Corporación insular, que se haría cargo del saneamiento-, las aguas volvieron a su cauce y se borró la raya azul. Ahora los tres consistorios estaban a una y de la mano de la Corporación Insular acercan posturas, pero aún hoy, diez años después de aquella firma de recepción, el Polígono vuelve a sufrir el abandono, con basura por las aceras, árboles que invaden la calzada, rotondas como selvas y, para colmo, los transportistas de las 250 empresas que trabajan allí, enfadado un día sí y otro también por los atascos tremendos que se forman en la rotonda de entrada a Arafo, por El Carretón, acrecentada con la instalación de cuatro grandes superficies comerciales (Mercadona, Hiperdino, Aldi y Lidl).

“Hemos presentado un estudio con posibles soluciones para la entrada y salida del Polígono”, comentaba Raquel Malo, pero “no hemos tenido respuesta”. Mientras tanto, un puente que no va a ninguna parte es testigo diario de ese caos circulatorio.

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