Emilio Davó Morales (Santa Cruz, 1959) es el presidente de la cooperativa El Hogar del Taxista desde 2013, aunque él comenzó su actividad profesional en 1991. Su organización cuenta con unos 300 afiliados y es la única cooperativa que existe en Santa Cruz capital. Lo demás son asociaciones de radio-taxis que funcionan en la capital, algunas de ellas ya integradas, de facto, en la cooperativa y otras que piensan hacerlo. Tiene El Hogar del Taxista un gran tirón e influencia. En las fiestas de San Timoteo todos los políticos –vamos a llamarlos de alto rango–, entre ellos el presidente del Cabildo, el alcalde de Santa Cruz y otros, acuden a los actos y comparten con los taxistas horas de celebraciones. El sector del taxi en general es algunas veces conflictivo, aunque Emilio Davó lo tiene claro: su papel ha de ser siempre mediador y conciliador, aunque antepone a todo lo demás la defensa de sus compañeros. Es graduado social y no tiene reparo a pasar públicamente revista a los problemas del taxi, singularmente la picaresca en los muelles de Santa Cruz en los días de crucero, “porque hay quien se empeña en intentar sortear las normas para perjudicar a otros compañeros; en el puerto de Las Palmas no ocurre, allá se guarda un riguroso turno de todos los taxis de la ciudad y aquí hay quien pretende crear un reino de taifas en un terreno cuya regulación corresponde a la Autoridad Portuaria, no a otros organismos”. Todavía arrastran los taxistas las secuelas del covid, donde hubo muchos días en los que el 80% de los coches estuvieron parados y los conductores y propietarios vieron muy mermados sus ingresos. Hubo ayudas, sí, pero también ha habido que reintegrarlas o que cotizar por ellas. En el horizonte, sobre todo en el sur de la isla tinerfeña, comienza a verse lo que puede ser un peligro: Uber, la organización de automóviles de alta gama con conductor, que tiene une regulación distinta a la del taxi y que ha ganado algunos pleitos a los taxistas.
-Emilio, ¿se acerca ese peligro?
“Bueno, no lo sé; la diferencia entre un uber y un taxi es que ellos tienen precios regulados y los suben y los bajan dependiendo de la demanda. Uber es un servicio más personalizado, ellos no buscan al cliente, sino que es el cliente quien los busca a ellos. Y los uber funcionan con vehículos de alta gama y salen de un centro, no circulan constantemente buscando a los pasajeros”.
-En Santa Cruz existen más taxis de los necesarios. ¿Se solucionará definitivamente este problema?
“Nuestro ratio, con relación a la población de la capital, sería de 600 taxis. Y ahora trabajan en ella 729. Luego esas licencias que sobran deberían ser rescatadas”.
-¿Y el Ayuntamiento lo está haciendo?
“José Manuel Bermúdez, el alcalde, está cumpliendo su palabra. En la medida de lo posible está rescatando licencias para regular la cantidad de taxis. Ahora va a rescatar treinta y siete licencias, pagando por ellas 37.000 euros cada una”.
-Y en el “mercado” de Santa Cruz, ¿cuánto vale un traspaso de una licencia? No digo venta, porque en realidad no se venden.
“La palabra traspaso es la correcta. El vehículo, la licencia y la tarjeta de transporte están en unos 48.000 o 50.000 euros”.
-¿Y en algunos municipios del sur de Tenerife en cuánto se valora una licencia?
“En unos 300.000 euros”.
-En el sur todo es un negocio, ¿no crees?
“Hay mucho más negocio que en otros lugares de la isla, más movimiento y mayores beneficios”.
-¿No se han planteado alguna vez unificar las marcas? O sea, que todos los taxis sean iguales. Esto abarataría mucho la compra de los vehículos y los repuestos.
“Es una vieja polémica, y también un viejo anhelo; pero nunca nos hemos puesto de acuerdo. Se ha intentado muchas veces, sin éxito. Incluso el alcalde Zerolo encargó al gran pintor Dokoupil unos modelos de taxis con unos colores muy bonitos, que no pasó tampoco de ser un proyecto, porque nadie coincidía en darle el visto bueno”.
-Veo, hoy en día, muchos taxis de una misma marca, pero modelos distintos.
“Te refieres a Dacia, que es una filial de Renault. Es verdad, hay muchos Dacia, que son más baratos y mantienen un buen rendimiento. Pero tampoco se han unificado los modelos, ni han sido homologados, porque realmente ningún vehículo dedicado al transporte público lo ha sido. Esto de la unificación no existe en ninguna ciudad importante de nuestro país. Hay que irse a Londres. Y también se intentó traer los taxis ingleses, siempre sin éxito”.
-¿Es verdad que los taxistas no necesitan carné especial para trabajar en el servicio público?
“Es verdad, pero sí es precisa una licencia municipal, otra licencia de transporte VT que concede el Cabildo y el carné de conducir. Tienen todos los coches que sufrir inspecciones municipales y nosotros abogamos porque sean los inspectores los que salgan a la calle y hagan sus investigaciones tomando un taxi, no convertir esas revisiones en rutinarias”.
-¿Qué echas de menos en la estética del taxi?
“Pues que el escudo de Santa Cruz aparezca en lugares visibles del coche. Que seamos capaces de vender la ciudad, no sólo exhibir la publicidad”.
-¿Ya han ingresado en la cooperativa algunas asociaciones de radio-taxis?
“Sí, algunas ya ocupan locales nuestros y cada vez se encuentran más cerca”.
-Al menos, se han apuntado ustedes el tanto en El Hogar del Taxista. Me refiero a intentar regular el sector.
“Bueno, nosotros, cuando entramos aquí, nos encontramos con un desastre. Hemos saneado las cuentas y hemos puesto a mucha gente de acuerdo. También hemos conseguido ser interlocutores válidos para las administraciones que tienen que ver con la regulación”.
-¿Que son?
“Pues el Ayuntamiento de Santa Cruz y el Cabildo Insular, dependiendo si el taxista trabaja dentro del término municipal de la capital o sale fuera de él. Y la Autoridad Portuaria, a la que tenemos muchas cosas que aclararle”.
-¿Y el acercamiento con los uber?
“Lo intentamos. Queremos entrar en sus plataformas y ofrecer servicios conjuntos. Todo es posible. Y ahí está nuestra labor mediadora y conciliadora. Yo creo que el futuro está en un uber por cada treinta taxis”.
-No hay nada que haga más daño a la ciudad que un taxista antipático.
“Hombre, pues sí. Nuestra gente es diversa y no se le puede pedir a todo el mundo que sea simpático, pero sí correcto y servicial. Efectivamente, es la primera impresión que saca quien llega a una ciudad que no conoce: su diálogo amable e informativo con el taxista”.
-¿Hubo ayudas públicas con el covid?
“Sí, las hubo y llegaron tarde; pero gracias a ellas escapamos”.
(Hablamos de que, antes, el taxista venía de Venezuela, se compraba su coche de servicio público, su casa, con los ahorros de su duro trabajo como emigrante. Era otro tipo de cultura, más abnegada, más seria. Se encontraban cómodos en su trabajo y el transporte de viajeros era su modo de vida, por eso lo cuidaban. Todo ha cambiado, ahora existe otro tipo de condicionantes, nada es igual. Dice Emilio que “en el pasado, todos éramos muy fieles al gremio y muy cooperativistas. Debemos ahora lograr unos precios más competitivos en un mercado mucho más libre, que antes no existía”. En cuanto a la superación de la crisis de la pandemia, el presidente de El Hogar del Taxista piensa que la recuperación tardará entre cuatro o cinco años desde que se dio la pandemia por finiquitada).
-¿Cuánto paga un cooperativista?
“Una miseria, 36 euros al año. Los profesionales de Las Palmas, donde las cooperativas están mucho más arraigadas, pagan 36 euros mensuales. Por eso y por muchas cosas más son mucho más fuertes que nosotros”.
-¿Está politizado el sector del taxi?
“Yo creo que sí”.
-¿Dónde hay más taxis, en Tenerife o en Las Palmas?
“En Las Palmas, sólo en la capital, circulan unos 1.700. Aquí, entre Santa Cruz y La Laguna, unos mil”.
-¿Qué facilidades ofrece al taxista la cooperativa que presides?
“Servicio de taller mecánico, lavado de coches, combustible más barato, servicio de mecánica rápida, instalación de taxímetros, servicio de bar y áreas de descanso y algunas más en el aspecto administrativo y de asesoramiento”.
-¿Sigue habiendo problemas con el servicio nocturno?
“Sí, pero poco a poco se va resolviendo. Espero que pronto podamos decir que las acciones tomadas serán suficientes”.
-Se consiguió una moratoria, cuando el covid, para el pago de los seguros autónomos.
“Sí, y eso ayudó. Pero luego vino Mateo con las rebajas. Y estamos pagando las consecuencias de esas supuestas facilidades, que se agradecieron, pero que no fueron regalos del Estado”.
-¿Han vuelto al taxi los conductores emigrantes, con la crisis de Venezuela?
“Sí, hijos y nietos de aquellos emigrantes han vuelto al sector del taxi”.
-En el muelle se han producido problemas. ¿Qué pasa realmente?
“Es que nadie debe creerse dueño del muelle, ni acudir a la picaresca en contra de los compañeros que sí desean cumplir las normas. En el muelle manda la Autoridad Portuaria y se debería poner más celo en el desarrollo de esa competencia. Lo vamos a intentar, con ella. En Las Palmas no hay problemas, se guarda un riguroso turno entre todos los taxistas de la ciudad. Aquí no, aquí algunos compran vehículos de ocho plazas, adaptados para inválidos, que pueden trabajar todos los días de la semana, en contra de los compañeros que tienen coches normales y deben parar, por normativa, dos días. Y cuando llegan los cruceros, esos coches adaptados están siempre y los otros a veces no. No está bien, pero lo vamos a hablar y a solucionar”.
-¿Y cuál es el principal problema de un taxista, hoy, Emilio?
“¿Te digo la verdad? Llegar a fin de mes”.
-¿Y trabajar todos los días?
“Sí, que todos los conductores y sus vehículos puedan trabajar todos los días, porque estamos pagando nuestros impuestos para que esto ocurra. Y de esta manera evitar la picaresca que a veces se produce”.
-¿Cuál es tu meta como presidente de la única cooperativa de taxis de Santa Cruz?
“Lograr la unidad y la integración en ella de todos los profesionales. Tenemos unas instalaciones magníficas y ofrecemos unos servicios de gran utilidad. ¿Por qué no aspirar a conseguirlo?”.
(La cooperativa colabora con taxistas de las islas menores de la provincia tinerfeña en la instalación y revisión de sus taxímetros. Supongo que este año Emilio se tomará en agosto unos días de vacaciones, con su esposa, que es licenciada en Educación infantil, y con sus hijas, una médica y el otro aspirante a biólogo. No es fácil su trabajo, pero él dedica mucho tiempo a lograr unificar los afanes de los taxistas de la capital. Ojalá que, entre todos, lo logren.)