Aunque se han producido avances en los centros educativos en la sensibilización sobre el acoso escolar y se imparten formaciones de prevención los datos son preocupantes. Dos estudiantes por clase reconocen sufrir bullying, lo que significa que casi 220.000 alumnos entre 4º de Primaria y 4º de Secundaria han sufrido acoso en los últimos dos meses en España, y hay más de 74.000 autoers de este maltrato, uno cada dos clases, mientras cinco niños por aula ha sido testigos de estas prácticas.
También es alarmante la relación entre el bullying y el suicidio. El 20% de las víctimas de acoso escolar (más de 44.000) declara haber intentado quitarse la vida alguna vez y el 90% de los adultos que sufrieron acoso en la infancia afirma que ha tenido consecuencias en su vida.
Lorena Martín, presidenta de la Asociación Canaria No al Acoso Escolar (Acanae), insistió en que “el acoso escolar es un tipo de maltrato” y, por tanto, genera “una situación potencialmente traumática, cuyas secuelas dependen de cada víctima, a unos les impacta más en la salud mental, a otros en la salud física, hay adolescentes que están más predispuestos a sufrir ansiedad, depresión, incluso a tener muy baja autoestima, hasta el punto de pensar en que esto no tiene solución y no sabe salir”, destacó.
Este es además “un arma que utiliza el agresor” para hacer sentir a la víctima culpable, tener vergüenza y decirle: “Todo esto que está pasando es tu culpa, eres un bicho raro, tú eres el problema”. Entonces aumenta la “sensación de indefensión que tiene la víctima y muchas veces puede llegar al punto de plantearse quitarse la vida”.
Hay muchos estudios que relatan las secuelas que sufren estos menores y jóvenes ya de adultos y que pueden llegar de la forma más dramática a pensar en un suicidio o a sufrir un problema de salud física o mental importante, por tanto, el principal objetivo de los profesionales de Acanae es ofrecer asesoramiento a las víctimas de bullying y a sus familiares, así como al profesorado para que sepan cómo actuar si se encuentran con un caso en el centro.
Lorena Martín recordó que el acoso escolar tiene muchas formas, entre ellas el ciberacoso y nuevas variantes con el mal uso de la inteligencia artificial. La diferencia principal entre el acoso tradicional y el ciberacoso es que el espacio de maltrato es diferente, en el primero es el propio centro y sus alrededores y en el ciberacoso son las tecnologías de la información y la comunicación. “No se puede separar el acoso presencial del ciberacoso, porque actualmente la gran mayoría de los menores y adolescentes tienen un teléfono, que sirve como una extensión más del mismo acoso que sufren en las aulas”, alertó. Ante ello, trabajar contra los riesgos de internet y las redes sociales disminuye el peligro de sufrir acoso y ejercerlo.
Otro factor fundamental de prevención está en la familia. Si el 70% de niños y adolescentes de entre 10 y 15 años tienen teléfono móvil, solo un 40% de los adolescentes se rigen por normas en casa para el uso de esos dispositivos TIC, ya sean móviles, televisiones, ordenadores, tabletas o aparatos de videojuegos.
“La clave es entender que el uso que nosotros como adultos le damos al teléfono no es el mismo que le dan los niños y adolescentes. Ellos han crecido con el teléfono, internet y las redes sociales totalmente normalizados, ven juegos, películas y consumen contenido como un juego, y por lo tanto, darles un teléfono propio tiene que ir acompañado de una educación. La primera norma es aclararles que no es un juguete, sino una herramienta que ,si lo usan bien, es maravillosa, pero también puede tener consecuencias”, insistió.
Cuestionada por los últimos informes sobre el acoso en las Islas de la Asociación Canaria No al Acoso Escolar (Acanae) insistió en que “algo estamos haciendo mal, porque no se está detectando, no estamos sabiendo ayudar de manera correcta o hay algo que no estamos viendo”, lo que “nos debe hacer reflexionar como sociedad sobre qué está pasando”.
Aunque la Consejería de Educación ha dado pasos adelante en los últimos años, y afirma que el número de casos de acoso escolar se ha reducido en un 66,6% en lo que va de curso, pues la cifra de activaciones por posibles casos de intimidación física o verbal han disminuido por la figura del coordinador para el bienestar y la protección del alumnado. Desde Acanae se afirma que “cuando vamos a los colegios nos encontramos muchos profesores que nos dicen que necesitan más formación o no saben aplicar los protocolos”.
En este sentido, un estudio publicado esta semana, señala que el 80% de los escolares canarios que sufrieron acoso denunciaron que no se sintieron apoyados por el centro. “Es un tema muy significativo y es el feedback que nos hemos llevado de las charlas en los centros, las posibles víctimas no han encontrado el apoyo que necesitan como para sentirse seguros en el centro y para pedir ayuda a los profesores. Con esto hay que empezar a trabajar desde la base y con los propios profesionales para que tengan herramientas y formación para que puedan realizar la identificación de una situación de acoso, porque hay señales claras en el comportamiento en la víctima y así poder derivarlo a los profesionales”.
Por último, no hay que minimizar cómo puede afectar una broma o comentario a un menor o adolescente. “Suele ser común que se permitan comentarios, burlas, motes o situaciones con la coletilla son cosas de niños. Hay que erradicarlo, porque si una parte sufre daño, deja de convertirse en un juego”.