san juan de la rambla

Expolio arqueológico en una cueva guanche sin protección de Patrimonio Histórico

Descubierto desde hace años y ubicado en San Juan de la Rambla, el yacimiento ha ido perdiendo restos óseos aborígenes completos y, ahora, presenta un escaso número de piezas de loza, huesos y otros elementos por nuevos saqueos y alteraciones del escenario
Imágenes tomadas el pasado lunes por el grupo de arqueología social que capitanea Sixto Pérez en esta cueva de San Juan de la Rambla, en las que se pueden comprobar los elementos que los expoliadores aún han dejado, si bien modificando bastante el escenario y llevándose desde hace años cráneos, huesos largos, trozos de cerámicas pintadas y otras piezas de gran valor.

La escasez de técnicos del Cabildo de Tenerife y de otras administraciones encargadas de velar por la protección del patrimonio histórico y arqueológico de las Islas ha provocado un nuevo caso de expolio y alteración de una cueva con restos guanches y otros elementos de valor. Así lo transmite a DIARIO DE AVISOS Sixto García, miembro de un equipo de cuatro aficionados a la denominada arqueología social, consistente en la búsqueda, defensa y difusión de los tesoros históricos isleños mediante la puesta en conocimiento de las instituciones públicas de sus descubrimientos y denuncias.

La cueva protagonista en esta ocasión, de cuyo último saqueo y ubicación ya se ha informado al área insular de Patrimonio, se ubica en un barranco de San Juan de la Rambla, en el norte de Tenerife, y sus saqueos se suceden desde hace años sin que Protección del Patrimonio de ninguna institución se haya desplazado, comprobado sus características y elementos de interés para catalogarlos ni tomar medidas para protegerlos, según ha denunciado este grupo desde que descubrió el yacimiento, expolios y riesgos hace ya dos años.

Esos riesgos se han agravado y confirmado este lunes pasado, cuando Sixto y sus compañeros volvieron a visitarla y comprobaron que los restos óseos aborígenes, de loza cerámica pintada (“con sus correspondientes mamelones”) y de otro tipo han disminuido alarmantemente (“sobre todo los de más calidad”) y, además, se han producido alteraciones y concentraciones de huesos, lapas, fragmentos cerámicos y otros elementos en ciertas partes de las distintas secciones de la concavidad. “Asimismo, faltan piedras pulideras que había, dientes y otros huesos pequeños tras un expolio continuo y aumentado cada vez más”, lamenta.

La primera vez que estos aficionados a la arqueología descubrieron la cueva (de la que prefieren no dar más datos para evitar males mayores) se encontraron con restos humanos completos que, de forma progresiva, han ido desapareciendo hasta que ya no queda casi ninguno de los de mayor tamaño. “Primero fueron los cráneos, luego los huesos largos y, ahora, los pequeños y restos de cerámicas y obsidianas”, explica Sixto a este periódico. Además, han seguido las alteraciones del lugar y su difusión mediante las redes cuan tesoros a lo Indiana Jones (“por simple postureo”), lo que eleva la gravedad y los riesgos por el efecto de imitación.

ALTAR RECREADO

Sixto censura que, “como se prueba con este caso, los daños provocados al patrimonio arqueológico de la isla no cesan. Encima, y aparte del robo de restos arqueológicos, se ha creado sobre una piedra de la cueva principal una especie de altar en el que se han colocado objetos y huesos, a modo de trofeos, lo que ha descontextualizado el yacimiento e impide un estudio futuro fiable”.

Según denuncia, los riesgos se agrandan al difundirse la ubicación mediante las redes e internet, “ya que aumenta la afluencia de visitantes a un espacio que no está protegido. El profundo desconocimiento sobre la cultura ancestral de la isla, sumado al afán de protagonismo de algunas personas, provoca con sus acciones daños irreparables para el patrimonio arqueológico, que durante siglos ha sido saqueado de forma incontrolada”.

Asimismo, hace un paralelismo muy adecuado en estos días. “Hoy resulta impensable concebir que, ante el expolio de restos humanos en un cementerio cualquiera, las autoridades no actúen, debido a la importancia social de preservar la memoria de quienes ya no están entre nosotros, tal y como demuestra la celebración del Día de Todos los Santos y de Finados. Por eso mismo –concluye- es inconcebible que las administraciones públicas hayan dejado desprotegidos estos espacios de descanso de nuestros ancestros” y, encima, con avisos y denuncias previas.

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