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Santiago Auserón: “La música es mi taller; la filosofía es mi lujo privado, ahí hallo nuevos paisajes del pensamiento”

El documental 'Semilla del Son', una 'road movie' musical protagonizada por el músico, cantante y filósofo, y dirigida por JuanMa Villar Betancort, se estrena el viernes en toda España
Santiago Auserón: “La música es mi taller; la filosofía es mi lujo privado, ahí hallo nuevos paisajes del pensamiento”
El músico, cantante y filósofo Santiago Auserón. / DA

El pensamiento es viajero y mestizo. Algo que comparte, y a lo mejor no es casualidad, con la música. Quizás por eso no era difícil que ambos ámbitos confluyeran de forma tan expresa -e intensa- en Santiago Auserón (Zaragoza, 1954). Desde Radio Futura, pasando por Juan Perro y ahora, con Academia Nocturna, junto a la música, en su vertiente de territorio público, en el que la intención es mantener un diálogo entre el que la crea y quien la escucha -aunque en ocasiones incluso se confundan quién es quién-, ha transcurrido un río quizás más íntimo, más personal, más subterráneo, si se quiere, que se llama filosofía. Pensar y cantar, emplear palabras y sonidos para estimular a la razón y a la emoción han sido, son, dos ejes esenciales en la manera de entender y andar por el mundo del artista.

Mañana viernes se estrena en la cartelera Semilla del Son, un largometraje documental dirigido por el canario JuanMa Villar Betancort que, por ejemplo, va a poder verse en los Multicines Tenerife, en La Laguna; en TEA Tenerife Espacio de las Artes hasta el domingo y, desde el día 17, en los Cines Price Prime, también en la capital tinerfeña.

Definida como una “road movie sonora en el camino de los ritmos afrocaribeños”, Santiago Auserón se refiere al film en esta conversación con DIARIO DE AVISOS como una búsqueda del son más ancestral, ese que surgió, según cuentan algunos, en los últimos años del siglo XIX en la parte oriental de Cuba. Aunque, como se ha apuntado, la música es mestizaje. Y el recorrido que plantea Santiago Auserón en Semilla del Son es también una exploración por la herencia afroamericana cantada en español.

-‘Semilla del son’ puede ser entendido como un viaje, por la música y por las músicas que se encuentran unas a otras. ¿Cómo describiría usted el suyo?
“Ha sido un retorno a algunos lugares del oriente cubano en los que ya había estado, en otros no, hace 30 años, pero tratando ahora de buscar lo más antiguo. Sones que todavía se escuchan por allá. Es ir a la semilla, por utilizar una expresión de Alejo Carpentier. Es buscarlos y rescatarlos para poderlos compartir, principalmente, en toda el área de habla española”.

“Es inútil pensar en discos, solo hay plataformas digitales, pero ahí no tienen sitio los que crean música más elaborada”

-Ya en el tráiler del documental habla del ‘olvido’ de España hacia la herencia de la música negra que se manifiesta, por ejemplo, en Cuba. ¿Cree que hemos pagado esa deuda o aún debemos seguir explorando?
“Nos conviene seguir explorando, porque nuestro oído se enriquece. Y lo hace oyendo cómo la lengua natal mantiene ese grado de flexibilidad y de riqueza rítmica y armoniosa. Conviene para el oyente medio y para los aficionados de todos los géneros musicales. Recuperar esta memoria representa una ventaja para todas las músicas que se hacen en España y en el área hispanohablante”.

-¿Recuerda cuál fue el punto de partida de ‘Semilla del Son’? ¿Cómo fue el encuentro con su director, JuanMa Betancort?
“Fue a través de una amiga común, la periodista Fátima Bravo. Ella me hizo llegar el documental anterior, que JuanMa dirigió junto al realizador cubano Pavel Giroud, Playing Lecuona (2015). Un trabajo muy fino, musicalmente muy valioso, con diversos intérpretes tocando la música de Ernesto Lecuona. Me dijo que JuanMa quería hacer un documental centrado en mi viaje a través de la música cubana, planteándolo como una especie de road movie que fuera desde el oriente al occidente de la isla. A mitad del rodaje, la pandemia nos cortó por la mitad el plan y tuvimos que interrumpirlo. Pero luego, con el tiempo, nos hemos dado cuenta de que hasta el azar a veces contribuye al producto artístico. Finalmente, la película se ha centrado en el oriente cubano y los sones más antiguos a los que hemos tenido acceso. Con lo cual, eso le da unidad”.

Santiago Auserón ha recorrido el oriente de Cuba en busca de los sones más antiguos. / DA

-Si se habla de mestizaje, surge un debate en el que no faltan los puristas. ¿Hasta dónde cree que la música es un campo para experimentar y dónde debemos detenernos?
“Todo depende de la intención y de la atención que uno pone a lo propiamente musical. La música es mestiza por naturaleza. Combina sonoridades diversas, que se van juntando en un entorno armonioso. Y no se detiene ni siquiera en las fronteras lingüísticas. Salta de una lengua a otra, incluso aunque no entendamos lo que dice la canción. Tampoco se detiene en los géneros. Las sucesivas modas que nos vende la industria no apagan el rescoldo de las músicas más antiguas. Al contrario, sobre todo desde que existen fonogramas, están ahí, al alcance de cualquier generación posterior. En cada moda es palpable el influjo de músicas que se hicieron hace 20, 30, 40 años…, como mínimo. Todo esto a mí me hace entender que la música es un proceso de mestizaje por naturaleza. Ahora bien, una cosa es asumir esa especie de versatilidad que tiene el fenómeno musical y otra distinta es creerse que se puede mezclar todo sin criterio o con un criterio superficial. A veces, a la world music le reprocho esa voluntad comercial, esa intención de vender postales turísticas sonoras. Todo no se puede mezclar, salvo cuando las musas mismas lo requieren, por decirlo con una imagen, quizás, un poco obsoleta. Las cosas se mezclan cuando están bien cocinadas. Si no pones cuidado en lo que echas a la cazuela, puede salir algo que sepa a rayos. Cuando las cuestiones del ritmo y la armonía se refinan, y también la tímbrica de los elementos que usas para hacer sonar las cosas, de esas aproximaciones entre músicas diversas pueden salir incluso géneros nuevos. Música gustosa, agradable, convincente, energética. Y eso ha ocurrido siempre. La música está muy lejos de acabarse. Es lo más vivo que tiene el ser humano, junto con las palabras”.

“Si te pones a investigar las relaciones entre el sonido verbal, que significa cosas, y el sonido musical, que no significa nada, solo eso configura un enigma que da para pensar toda la vida”

-Su música recorre varios caminos o, si se prefiere, un camino muy amplio en el que hay muchas veredas. Ahora mismo, ¿qué rumbo ha querido tomar Santiago Auserón?
“He dejado descansar a la figura de Juan Perro. Como considero que ya está, de alguna manera, cumplido ese trabajo de aproximación a la tradición hispana y a la afroamericana, ese vagabundeo fronterizo por lugares de la hispanidad en los que la música se mezcla con lo negro, ya sea anglosajón o latino, ha cambiado el nombre del proyecto y ahora es Academia Nocturna. Yo sigo siendo un rockero de la calle, de la ribera del Ebro, allá en Zaragoza, pero los miembros de esta banda son buenos jazzeros y me ayudan a ensanchar mi experiencia musical. Hoy es inútil pensar en discos. Los discos han desaparecido y solo cuentan las plataformas de difusión digital de la música. Pero ahí los creadores que buscan música más elaborada no tienen sitio. Ese mundo solo deja funcionar a las más comerciales, al mainstream. Por tanto, nosotros estamos empeñados en el directo, en un taller de creación, en una relación directa con el público. Con la herencia de las músicas y los proyectos que hemos hecho antes, desde Radio Futura hasta Juan Perro, y con la herencia de las músicas con las que hemos colaborado, desde el son cubano hasta el jazz. Con todo esto, y con mi tradición bluesera, rockera y rhythmandbluesera, tratar de que la música se vaya juntando en un espacio en el que salten chispas nuevas. Prestando mucha atención, además, al influjo de los poetas y al cuidado de las letras”.

‘Semilla del Son’, el documental dirigido por el canario JuanMa Betancort, se estrena el viernes. / DA

“En la música busco esa sensación de extrañeza que causa un sonido que no me es habitual, pero que me contagia”

-Y si por un momento echa la vista atrás, por ejemplo, de Radio Futura hasta hoy. ¿Qué puntos en común y qué distancias encuentra en su carrera?
“Creo que hago lo mismo que vengo haciendo desde que estaba en Radio Futura y a lo largo de tres décadas como Juan Perro. Pero también creo que cada vez me acerco más a la posibilidad de hacer canciones duraderas, bien puliditas. Aunque luego no las escuche nadie [ríe], porque no tienen cabida en los medios. Nuestro público, que sigue creciendo, moderadamente, pero sigue haciéndolo, por fortuna, ha entendido el reto que supone para nosotros experimentar, estrenar música nueva en directo. Y el directo de nuestra banda se transforma de ese modo en un taller de creación poética y musical. Y ahí estamos”.

-¿Cuánto de útil le es la música y cuánto la filosofía en este tiempo, que igual que se ha dicho de los anteriores, es tan complejo?
“La música es mi oficio y mi taller. La filosofía es mi lujo privado. La filosofía es ese momento de estudio que me permite liberar la mente, que me permite descubrir paisajes nuevos en el pensamiento. Y eso a mí me hace falta, lo siento igual que la necesidad de aire para respirar. Sigo siendo un estudiante de filosofía vocacional. Mi oficio, de lo que vivo, es la música, las canciones. Y, al mismo tiempo, las canciones me proporcionan un objeto concreto en el que pensar. Si te pones a investigar las relaciones entre el sonido verbal, que significa cosas, y el sonido musical, que no significa nada, pero crea ese espacio en el tiempo, solo eso configura un enigma que da para pensar toda una vida, para ejercitar el gusto por la filosofía. De manera que estoy metido en una especie de taller triangular, entre letra, música y reflexión”.

-¿Qué busca y qué encuentra al establecer diálogos con otros músicos que no necesariamente son afines a su estilo?
“Sí. Así es. Estoy todo el rato buscando músicos, incluso de distintos países, desde Cuba hasta Grecia y, por supuesto, en toda la música de la negritud, que para mí ha sido tan importante desde la infancia. Siempre busco esa sensación de extrañeza que me comunica un sonido que no es habitual para mí, pero que me contagia. Esa sensación es gloriosa, eso es maravilloso. No es tanto la música natal, que uno canta desde chiquillo y que repite todas las navidades, dicho sea con todos los respetos, sino que es algo que no habías oído antes, pero que te habla directamente al corazón. Descubrir un mundo sonoro es lo que me mantiene apasionado en relación con la música. Y eso me ocurre con las músicas populares de muchos lugares, pero también con la tradición del rock and roll, cuando redescubro canciones, y con el rhythm and blues, y con el jazz… Redescubro a músicos de jazz que de pronto los oigo de otra manera y los entiendo, por fin, y alucino con todo lo que entiendo… Me ocurre con la música clásica y con la contemporánea… He aprendido a escuchar a los clásicos y a los contemporáneos… Cada vez más. Incluso lo que para otra gente puede constituir una rareza, algo que incluso a veces les irrita, para mí es una alegría, una gozada, el descubrir ese nuevo espacio sonoro… Me lo paso muy bien con todo esto”.

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