El cero turístico causado por la COVID-19 supuso un parón en su proliferación, pero la chinche ha vuelto este año a los niveles prepandemia para alojarse en colchones y sofás debido al tráfico continuo de viajeros en el Archipiélago. Con el inicio de la temporada alta en las Islas, los trabajadores del sector hotelero se enfrentan inevitablemente a un nuevo reto: aniquilar cualquier posible indicio del insecto. Se trata de un ejemplar de color rojo oscuro, de unos cuatro o cinco milímetros de largo y con el cuerpo muy aplastado que succiona sangre dejando en la piel picaduras irritantes.
La chinche se consideraba casi erradicada desde mediados del siglo pasado. Sin embargo, con el incremento de los viajes internacionales han conseguido trasladarse con facilidad en los propios equipajes. El director técnico de Seranca (compañía Rentokil Initial), Luis Calderón, ha declarado a DIARIO DE AVISOS que “con el repunte de movimientos vuelve a ser un problema importante”, principalmente en lugares tan concurridos -turísticamente hablando- como la comunidad canaria. “El insecto se mueve con las maletas de los viajeros, por lo que la mayoría de los países con una afluencia importante de personas sufre esta plaga”, explica el experto, que, a su vez, aboga por planes de formación para los trabajadores de limpieza que desempeñan su labor en alojamientos turísticos: “Lo ideal es que los hoteles cuenten con una serie de pautas preventivas para impedir su propagación, como evitar meter carritos en las habitaciones o compartir colchones y somieres, así como una preparación especializada para percatarse de cualquier rastro”.
El responsable de la empresa especializada en el control de plagas en Canarias incide en que saber localizar cualquier huella de la chinche es clave para controlar su reproducción, por ejemplo, “con la aparición de manchas negruzcas que generan los excrementos de esta especie en la forma adulta”, ya sea en camas, cabeceros e incluso mesitas de noche. Y es que cuando el cliente de un establecimiento hotelero suele quejarse, la proliferación del insecto “está en una fase avanzada”. Calderón explica que “existe un 50 por ciento de la población que no reacciona ante la picadura de la chinche -manchas inflamadas en forma de racimo que producen comezón-, pero en los casos en que sí, esta suele manifestarse a las 24 horas”, por lo que es complicado ubicar el foco. Además, su momento favorito del día para atacar es durante la noche, coincidiendo con los periodos de descanso.
Preguntado por el protocolo de desinfección, el director técnico indica que “lo primero que hacemos es confirmar si realmente existe un problema de chinches con personal entrenado; incluso, utilizamos perros adiestrados para ello”. Una vez localizado el foco, “bloqueamos la habitación o el apartamento turístico para determinar el tratamiento que requiere el mismo”, bien una solución química, mediante insecticidas, bien física, aplicando calor, y dependiendo de su gravedad, se puede aplicar una combinación de ambas.
A este respecto, la estancia queda inutilizada “entre 10 y 12 días que dura el saneamiento”, haciendo a su vez un seguimiento minucioso para que la plaga no afecte a las habitaciones colindantes. La chinche no entiende de estrellas ni de grandes lujos, por lo que su proliferación puede ocurrir en cualquier establecimiento hotelero si en este concurre un considerable número de turistas.
Teniendo en cuenta la hoja de ruta aplicada en Seranca, las pérdidas económicas resultan cuantiosas. En una selección de diez hoteles de 4 y 5 estrellas situados en el sur de Tenerife, a través de la plataforma de reservas Booking, el precio medio por noche en este próximo mes de enero es de 300 euros aproximadamente -fecha que coincide con la temporada turística más importante del Archipiélago-. En caso de que el 5 por ciento de las habitaciones de un hotel de 200 estén bloqueadas por una plaga de chinches, ese complejo tendría un detrimento de unos 36.000 euros. La buena noticia es que la chinche no transmite enfermedades, pese al fastidio que supone para algunas personas su picadura (dolor, ardor y comezón).
Desde la compañía de control de plagas reiteran la importancia de contar con mecanismos de prevención que impliquen un personal especializado y cualificado: “Hemos impartido formación a distintas cadenas hoteleras y, desde luego, estaremos dispuestos a colaborar con cualquier administración pública del Archipiélago que requiera de nuestros servicios”.
Sin embargo, el problema del insecto no solo perjudica a los hoteles de la Isla, sino a cualquier vivienda, “donde los múltiples elementos decorativos hacen que su tratamiento sea más complicado y costoso”, agrega Calderón, quien reconoce que su incidencia en los centros hospitalarios “es algo que realmente preocupa a las autoridades”.
Sea como fuere, la chinche ha vuelto a Canarias con el trajín de bolsos, maletas y equipajes para alojarse en los tejidos más recónditos. Un problema que, según el experto, “no es para preocuparse, pero sí para ocuparse”.