sociedad

“Los canarios siempre fuimos más altos”

La estatura media de los antepasados isleños era de 170,6 centímetros, en el caso de los hombres, y de 156.7 en el de las mujeres, según un estudio de más de 500 huesos largos
“Los canarios siempre fuimos más altos”
Escultura guanche en el casco urbano del municipio de Candelaria. | DA

Por Francisco García-Talavera Casañas. | A muchos le sorprenderá este título, pero no es de extrañar dado el desconocimiento generalizado que sobre nuestro propio pueblo se arrastra secularmente. Hemos observado, además, que en los últimos tiempos, y casi sistemáticamente, ha existido cierta tendencia -deliberada o no- a minusvalorar todo lo referente a nuestros aborígenes, y la estatura no es una excepción.

Tratando de probar esto abordamos, dentro de los estudios antropológicos del Proyecto Cronos, el tema de la estatura de los guanches. Para ello, se midieron más de 500 huesos largos correspondientes a una veintena de necrópolis repartidas a lo largo, ancho y alto de la geografía de Tenerife, aplicándose las más modernas técnicas antropométricas y tablas comparativas de osteometría.

Los resultados se dieron a conocer en el I Congreso Internacional de estudios sobre momias organizado por el Museo Arqueológico del Cabildo de Tenerife, celebrado en febrero de 1992. No obstante, podemos adelantar que la estatura media de nuestros antepasados era de 170.6 cm para los hombres y 156.7 para las mujeres, cifra bastante más alta que la aceptada hasta ahora y que sitúa a los guanches entre los pueblos de estatura elevada.

ÉPOCA PREEUROPEA

Decían los cronistas normandos Bontier y Le Verrier, que acompañaron a Jean de Bethencourt en la conquista de Lanzarote y Fuerteventura, acerca de los aborígenes canarios en general: “Recórrase todo el mundo y no se hallará en parte alguna gente mejor formada y más hermosa”. Y refiriéndose a Fuerteventura en particular, añaden: “sus habitantes eran de grande estatura”.

Por su parte, Alonso de Espinosa, cuando aludía a los guanches de Tenerife, comentaba: “Esta gente era de muy buenas y perfectas facciones de rostro y disposición de cuerpo; eran de alta estatura y de miembros proporcionados a ella”. A pesar de que también hubo quien les asignaba una estatura mediana, la creencia general de aquella época fue que los aborígenes eran altos, fuertes y, por qué no decirlo, guapos.

En las últimas décadas y desoyendo las opiniones de eminentes antropólogos y etnólogos, como Verneau, Quatrefages, Berthelot, Fusté, Schwidetzky, Camps, Chil, Bethencourt y tantos otros, gran parte de nuestros recientes prehistoriadores abogan por la desaparición física, casi total, de los guanches después de la conquista.

Pero nada más lejos de la realidad. Siguiendo el lógico razonamiento de Bethencourt Alfonso: “Al celebrarse la paz de Taoro o de Los Realejos, existían en Tenerife unos 20.000 guanches, cifra no muy descabellada si se piensa en el número de hombres que presentaron batalla y casi aniquilaron en Acentejo a un ejército mucho más equipado y poderoso. De esas 20.000 personas de todas las edades y sexos, aunque predominando las mujeres y niños, 5.000 continuaron rebelados en medio de los montes (los alzados) sin querer darse a partido y los otros 15.000 se mezclaron con un millar entre conquistadores y pobladores, formando los núcleos de más de veinte poblaciones actuales. Las mujeres europeas, como aconteció en las demás islas, eran contadas.

De los 1.000 entre conquistadores y pobladores que se avecindaron durante los primeros lustros, salvo unos cuantos extranjeros que por su escaso número nada significan, unas pocas docenas eran portugueses; como 200 indígenas isleños -en su mayoría de Canaria- y el resto españoles, que siendo casi en la totalidad solteros se casaron con las guanchas. Aparte de que esto era natural, sábese por tradición, por lo que arrojan los archivos y, sobre todo, por el testimonio nada sospechoso de un inquisidor de aquella época, que hizo un padrón secreto de todas las Islas, sacado a la luz por el erudito A. Millares.

En lo esencial, los hechos son exactos y solo falta aplicarles las conocidas leyes de la herencia y cruzamiento; con la circunstancia, en esta ocasión, de hallarse favorecido el coeficiente o grado de afinidad sexual, por estar comprendido en el grupo llamado por Broca de homogenesia eugenésica o absoluta, puesto que tanto los naturales de las otras islas, portugueses y españoles, como los guanches procedían de troncos raciales comunes, aunque separados por largo tiempo.

Siguiendo (según las propias palabras de Bethencourt Alfonso) con el ejemplo de los 1.000 conquistadores y pobladores casados con otras tantas guanchas, pues los pocos que ya lo estaban para el caso es lo mismo porque se amancebaron, resultó:

1º.- Hijos mestizos de primera sangre.

2º.- Simplificando el ejemplo para la más fácil comprensión, mestizos de segunda sangre (que es el primer grado de retorno), que comprende a los vástagos del cruzamiento de los mestizos anteriores con guanchas, que eran las que abundaban.

3º.- Mestizos de tercera sangre (segundo grado de retorno) o sea, los nacidos de los de segunda sangre casados con guanchas de pura raza y así, sucesivamente, hasta que en el quinto o sexto cruzamiento de retorno, como la población no era alimentada con elementos de fuera sino de la tierra (América era mucho más atractiva), desapareció por lo general todo vestigio de mestizaje y reapareció el tipo racial de la madre, o séase del guanche con todos sus caracteres.

Tenemos una prueba decisiva en la igualdad de los caracteres osteométricos que ofrecen los osarios de las iglesias y cementerios y los recogidos en los antiguos panteones guanches. Claro es que hay otras clases de mestizos, así como fenómenos de atavismo, pero, hablando en términos generales y excluyendo determinadas localidades y hasta familias, el fondo de la población retornó al tipo guanche”.

Hemos respetado casi al pie de la letra lo escrito por Bethencourt Alfonso porque sus aseveraciones son de lo más lógicas y ponderadas, proveniendo, además, de un médico ilustre con amplios conocimientos antropológicos, que mantenía estrechos contactos con la élite de la Antropología Física europea de la época y que conocía, como el que más, el mundo aborigen canario y sus aportaciones físicas y culturales a la población actual.

De esta manera, tenemos una versión diferente, más ajustada a la realidad, acerca de la pervivencia de los caracteres genéticos y físicos de los guanches. Es esta una versión contrapuesta a la que circula en la actualidad, en la que se afirma que los aborígenes desaparecieron y que su presencia en la población actual es prácticamente vestigial. Una versión que nunca interesó que el pueblo la conociera porque resultaría muy peligroso, ya que se iba a dar cuenta de una cosa muy sencilla: de que prácticamente todos los canarios cuyas familias lleven establecidas en las Islas varias generaciones poseen, en mayor o menor medida, sangre guanche.

El argumento de los apellidos no es válido, pues todos sabemos que a los guanches por fuerza imperativa los bautizaron y les cambiaron el nombre, idioma, religión, cultura… pero no pudieron con la genética. Sin embargo, sí que resulta válido el tema que nos ocupa: la estatura, al igual que otros que daremos a conocer en su momento.

ÉPOCA RECIENTE

Según el antropólogo Hoyos Sainz, la estatura media de los hombres españoles a principios de siglo era 162.1 cm, oscilando entre 163.6 de los catalanes y 160.0 de los gallegos. Estas son medidas tomadas básicamente en la talla de los reclutas para el servicio militar.

En esas fechas, y según datos recogidos por Bethencourt Alfonso, en el reclutamiento del año 1906 en Canarias, había un 30% de tallas altas, o sea, superiores a 170.0 cm en los jóvenes de Tenerife y Fuerteventura, lo que supone una estatura media aproximada de 167.5 cm. Por esos años, los escoceses medían 171.0, los suecos 169.5, los alemanes 169.2, los bereberes 167.5, los franceses 164.7, los italianos 164.5 y los rusos 164.2 centímetros.

A comienzos de los años sesenta, y según cifras comunicadas a la UNESCO por el soviético Vlastowsky, la talla media de los españoles era 163.3 cm, la de los suecos 175.0, la de los ingleses 173.6 cm, la de los alemanes y rusos 169.0 y la de los franceses del Sur 163.0.

Según datos publicados por I. Schwidetzky, en 1960 la estatura media de los canarios era 169.1 cm, con lo que se observa que se mantiene la diferencia de cinco o seis centímetros de más en los canarios con respecto a la media española.

Se hace necesaria la siguiente reflexión: ¿a qué se debe estas diferencias? En la estatura de las poblaciones, influye la genética, aunque también las condiciones ambientales, el nivel de vida, la alimentación… El antropólogo norteamericano R. x (1965) decía: “Una desnutrición crónica ocasiona pérdidas considerables de estatura, que alcanzan del 2,5 al 4% cuando se mantienen durante un largo período de tiempo. Sin embargo, se llega a un mínimo irreducible, por debajo del cual la estatura media no desciende. Límites semejantes existen, asimismo, para la estatura máxima en circunstancias de óptima alimentación. Es probable que estos límites estén genéticamente determinados”.

Si esto es así ¿por qué los canarios somos más altos? No es porque nos hayamos distinguido, precisamente, por vivir en una región desarrollada, con alto nivel económico y bien alimentados, como los vascos o catalanes. Aquí ha habido hambrunas terribles que han obligado a la gente a emigrar o a alimentarse de raíces de helechos o gofio de vidrio. En nuestro caso, ha sido la genética la que ha determinado que seamos así. Dentro de la lógica variabilidad, el canario se distingue físicamente, sobre todo a nivel popular, del castellano, del catalán, del vasco o del gallego, porque ha heredado un bagaje genético bastante diferente.

Para los que proclaman que aquí solo quedaron cuatro guanches y que las Islas fueron repobladas por los conquistadores y colonos, la siguiente pregunta: ¿de dónde venían fundamentalmente estos? Pues eran andaluces, extremeños y portugueses, que son y eran, precisamente, de los más bajos de la Península Ibérica. ¿Y cuál sería la estatura media de esta gente? Pues, a la vista de las cifras de principios de este siglo (161 cm) y del tamaño de las armaduras y altura de las puertas medievales, en todo caso inferior a 160. Ya hemos visto que la media de los guanches era 170.6 cm y que, por tanto, había una diferencia de más de 10 cm, lo que hace que no parezcan tan disparatadas las referencias de los que los veían agigantados. Y eso que no hemos hablado de la media de los mahos de Fuerteventura (177.0 cm) o de los canarios de Gran Canaria (172.0).

TE PUEDE INTERESAR