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Un satélite del IES Viera y Clavijo confirma la radiación en la calima de Canarias por las bombas atómicas

El aparato lanzado a la estratosfera desde Zaragoza, en un proyecto conjunto con otros equipos de 13 institutos españoles, detecta niveles no preocupantes de partículas provenientes de las bombas detonadas por Francia en el Sahel africano entre 1960 y 1966
Un satélite del IES Viera y Clavijo confirma la radiación en la calima de Canarias por las bombas atómicas
El IES Viera y Clavijo, de La Laguna, colabora desde hace 8 años con la Agencia Espacial Europea (ESA) y participa en el proyecto ‘Servet X’, junto a otros 12 centros de toda España. DA

Cuando llega a las Islas el “tiempo del desierto”, la famosa calima y polvo en suspensión tan temidos por asmáticos y personas con otros problemas respiratorios, todos los residentes y visitantes en este tesoro (pese a tantos peros) que sigue llamándose Canarias están incorporando a su cuerpo, entre otras, minúsculas partículas radiactivas. Por supuesto, y al menos hasta ahora, lo hacen en niveles imperceptibles y, si bien dignos de atención y seguimiento, no preocupantes. Así lo explica a DIARIO DE AVISOS Leocadio Ruiz, profesor del IES Viera y Clavijo (La Laguna) y director de un nuevo proyecto científico relacionado con satélites desarrollado en este curso por alumnos del centro (participan en certámenes estales desde hace 12 años), iniciativa que ha confirmado la presencia de radiación en esa masa de aire caliente y denso que llega de África de vez en cuando y que dificulta tanto ver a ciertas distancias.

El pasado domingo, el pequeño satélite (no mayor que una caja de zapatos) elaborado desde hace 8 meses por 9 alumnos del prestigioso instituto de Secundaria de Aguere fue elevado (junto a otros 13) a la estratosfera en Zaragoza mediante dos globos durante 5 horas. Dotado de sensores y cámara de infrarrojos para medir la radicación asociada a la calima, el ingenio registró datos e imágenes y las transmitió a sus creadores desplazados hasta Aragón, aparte de obtener más datos tras su vuelta a la Tierra.

Todo ocurrió al amparo del proyecto de ciencia ciudadana “Servet X”, en el que compiten institutos de toda España y en el que participó por primera vez el Viera y Clavijo, logrando ser lanzado su satélite, que es el gran premio (cada año, entre 10 y 15 aparatos). Eso sí, los datos se complementaron con los obtenidos por este mismo centro docente gracias a otro pequeño satélite (aún de menores dimensiones) lanzado el pasado 18 de abril en Santa María de Guía (Gran Canaria) para obtener también fotos y mediciones de la radiación mediante el proyecto CanSat (de la Agencia Espacial Europea, ESA), en el que el centro lagunero participa desde hace 8 años, según explica Leo, que es como se le conoce habitualmente a este docente.

Lo más llamativo es que la confirmación de la presencia de radiación en la calima que llega a Canarias que han permitido los datos recabados por ambos satélites “artesanales” se debe a la explosión, en 1960 y 1966 (en este segundo año, al menos 17), de bombas atómicas por parte de Francia en el Sahel, esa franja geográfica y sociopolítica tan conflictiva ahora, tan cercana a las Islas, que ha ido abandonando la UE y que cada vez ocupa más Rusia. El hecho de que un alumno conociese esas detonaciones fue clave para que, junto a los demás, decidieran el motivo del proyecto robótico de este curso y llegaran hasta aquí.

Un satélite del IES Viera  y Clavijo confirma la radiación en la calima de Canarias por las bombas atómicas
Leonardo Ruiz muestra el satélite elaborado por su IES y elevado el pasado domingo a 33.000 metros de la Tierra. / Álvaro Morales

El fenómeno de la radicación en la calima ha sido estudiado por la Universidad de La Laguna y la de Granada y ya se ha comprobado, según remarca Leo. Por tanto, los datos obtenidos por sus alumnos no son una novedad, pero su relevancia radica en que ratifican una situación que, según señala, “no es preocupante para la vida de las personas porque los niveles no son muy elevados, aunque sí merece seguimiento y estar pendientes”. De hecho, una profesora de la Universidad granadina ya le ha pedido los resultados.

En este curso, los alumnos del equipo de robótica Argonautex del Viera y Clavijo han sido Raúl Sancho, Marcos González, Silvia Cordobés, Elia González, Juan Manuel Torres, Víctor Perestelo, Giacomo Sileo, Alejandro Kraus y Cristina Remedios, que no solo trabajan en los recreos y en las tardes de los martes y jueves, sino, incluso, los sábados cuando se acercan los concursos. Además, Leo contó con el apoyo de los profesores Concepción Pérez y Félix Martín.

Este IES ha sido pionero en Canarias en estos proyectos de robótica con los que compite a escala estatal desde hace 12 años, si bien en los últimos cursos se le han sumado otros institutos isleños, como el de Granadilla, que venció este año en la modalidad de CatSat (tal y como publicó este periódico el pasado martes). Las temáticas de estos concursos son libres y las consensuan los alumnos (voluntarios y de entre 16 y 17 años).

Ocho satélites antes del último lanzado

Bajo la dirección de Leo, comenzaron con proyectos centrados, sobre todo, en coches teledirigidos y robótica submarina. Hace 8 años, se lanzaron con una iniciativa del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) que les permitió conocer la existencia del proyecto sobre satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) denominados CanSat. “Le pedí a dos alumnas muy buenas, Julia y Patricia (de hecho, ahora están las dos en Edimburgo, la primera trabajando en Inteligencia Artificial y, la otra, en Astrofísica) que participaran en la creación de satélites. Y así lo hemos hecho, concursando hasta este año y elaborando 8 aparatos (más pequeños que el lanzado el domingo, con un tope de 250 gramos y que solo suben hasta dos kilómetros). De ellos, cinco están en el IES, uno lo vamos a recuperar, otro lo perdimos en el lanzamiento y un tercero lo conserva una alumna en su casa por el año del COVID”.

Un satélite del IES Viera y Clavijo confirma la radiación en la calima de Canarias por las bombas atómicas
Alumnos del Viera y Clavijo, de 16 y 17 años, que conforman el equipo. DA

La finalidad de estos otros satélites también es variada. De hecho, y gracias a los 21 sensores que posee, el último CanSat del Viera y Clavijo detecta masas verdes sobre la Tierra, agua y gases de producción humana. Este aparato ganó en Canarias y quedó segundo en el concurso estatal (tras el de Granadilla). Mientras, el del curso 2022-23 (con los mismos premios) sirve para determinar la pérdida de información en las comunicaciones ópticas de láser en la atmósfera mediante satélites.

No obstante, el gran salto en este curso surge cuando, en el certamen del año pasado, conocen el proyecto de ciencia ciudadana Servet X y, para su décima edición, deciden elaborar un satélite que traspasaría la atmósfera, elevándose mucho más allá de esos dos kilómetros y sin límite en el tamaño, pero sí en el peso. Tras decidirse por la calima desde el Sahel, hicieron uno con las dimensiones habituales de los que lanza cualquier entidad de investigación (como los recientes Drago 1 y Alisio 1, del IAC), si bien tuvieron que salvar los problemas que representa el enfoque de los transmisores láser (se usa la luz para difundir información) y la atmósfera, pues hace perder datos.

Para esto, resultó clave la madre de un alumno (Antonio, que ahora estudia Aeroespaciales en Valencia) del curso anterior, Begoña (investigadora del IAC), que trabaja en un proyecto de comunicaciones por láser entre satélites y que les ayudó a saber cuánta información se perdía con la atmósfera. Así, obtuvieron imágenes gracias a una cámara de alta resolución con sensibilidad en el espectro del infrarrojo desde la estratosfera y a unos 33.000 metros de altura. La información sobre la calima confirmó la presencia de radiación gracias a un aparato que tuvo un coste de unos 500 euros, con un sensor de 60, con financiación del centro y de la consejería (para los viajes).

Para lograr los resultados, se mezclaron los datos obtenidos en Zaragoza (donde no hay calima) y los de concentración de partículas de polvo y de la radioactividad asociada que consiguieron con su último CanSat. Según explica Leo, los análisis dieron como resultado un nivel de radiación con 50, 60 y 70 microgramos por metro cúbico de polvo que, de mantenerse sobre 200 o por encima todo un año, “tendríamos problemas, aunque esto nunca se ha dado” (la salud del humano sufre por encima de mil miliSievert por año). En las gráficas elaboradas por los alumnos, con 30 microgramos aparecen dos picos altos de radiación y, con 47, 5-6. Poco, pero a no despreciar.

Los resultados del experimento se presentarán a la comunidad científica del IES en breve, aunque lo mejor es que, el próximo año, los retos pueden ser aún mayores. Solo depende de los alumnos y sus profesores.

Una simple cinta métrica de ferretería como antena

Entre las curiosidades del satélite del IES Viera y Clavijo, destaca el hecho de que su antena se hace con dos trozos de una cinta métrica normal, la que usan carpinteros, obreros y cualquiera haciendo ciertos trabajos y que se puede comprar en una ferretería. Pero es que, según recalca Leo, también las usa toda entidad creadora de satélites “al ser el mejor material para que, una vez llegado al espacio, se despliegue para transmitir datos”.

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