Hoy recorremos la pequeña calle que comienza en Obispo Rey Redondo (La Carrera) y termina en la de Los Herradores, lleva el nombre del poeta lanzaroteño Antonio Zerolo. Antes se denominó de La Cilla (casa o cámara donde se recogían los granos), porque en una casa granero, ya desaparecida, se recaudaban los impuestos para el Obispado de Canarias, tiempo en el que aún no existía la Diócesis de San Cristóbal de La Laguna (creada en 1819).
Las calles principales de la Ciudad, como La Carrera, Mesones y Espíritu Santo (nombres antiguos de La Carrera, Los Herradores y San Agustín), eran tan largas que se construían callejones para acortar el paso de una a otra. Justamente enfrente donde termina esta calle nos encontramos con el histórico Callejón de Maquila.
CONVENTO DE LAS SIERVAS DE MARÍA
En la esquina entre La Carrera y Zerolo se encuentra el convento de las Siervas de María, orden religiosa dedicada principalmente al cuidado de los enfermos, que llegó a La Laguna el 1 de septiembre de 1889, por gestiones realizadas por la Junta de Caridad de Señoras que favorecieron con sus gestiones y limosnas al Hospital de Dolores. Esta orden, además de la labor a favor de los enfermos, se hizo cargo de la parte económica y del aseo y asistencia de los allí hospitalizados. Una vez abandonado su trabajo en el hospital, continuaron atendiendo a los enfermos y necesitados que le requerían, principalmente en asistencia domiciliaria. Lamentablemente en la primavera del 2024 esta orden religiosa anunció el cierre del convento y la finalización de su labor en nuestra Isla, argumentando la falta de vocaciones.
En la acera de enfrente de este convento, se instaló en el siglo pasado, por una familia procedente de Alemania, una dulcería con obrador, denominada “La Princesa”. Su primer propietario Otto Rapp Singer, abrió el establecimiento en 1927. El motivo de su llegada a la Isla fue que se enteró en 1925 en su país natal, que en Tenerife buscaban pasteleros. No lo dudó, se vino a la Isla, y estuvo dos años trabajando en Santa Cruz hasta que decidió instalarse por su cuenta en La Laguna. La dulcería “La Princesa” ofrecía productos típicamente laguneros de creación propia, como la “Torre de La Concepción” hecha de chocolate. También se elaboraban dulces y pasteles propios de ese país europeo. Desde hace unos años la tercera generación de dulceros alemanes traspasó el negocio.
Al finalizar la calle y haciendo esquina con la de Los Herradores se construyó la casa más alta del centro histórico de La Laguna, tenía cuatro plantas y ático, que causó un impacto importante en la Ciudad, ya que la mayoría de las viviendas eran de una o dos plantas. Allí se instaló el comercio de “don Fabio”, que se caracterizaba por vender los productos a granel, concretamente: judías, lentejas, garbanzos y otras legumbres. Esta tienda era de las pocas de La Laguna que vendía carburo, que se utilizaba principalmente para encender las capuchinas, y para alumbrar los puestos de turrones en las fiestas.
También en esta calle estuvo “la barbería de Román”, padre e hijo y excelentes profesionales, hasta su traslado a la galería conocida como el túnel del Aguere. En un local de esta calle abrió sus puertas el primer restaurante con estrella Michelín.
¿QUIÉN FUE ANTONIO ZEROLO HERRERA?
Antonio Zerolo Herrera nació en Arrecife de Lanzarote en el año 1854. Estudió bachillerato en el Instituto de Canarias en La Laguna. Se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad Central en Madrid. Fue profesor de Lengua y Literatura en el instituto Jovellanos de Gijón. Posteriormente obtuvo la cátedra en La Laguna y fue director del Instituto lagunero. Colaboró con poesías, artículos, discursos y prosa en distintas publicaciones de España y Latinoamérica. Como poeta formó parte de la Escuela Regionalista Canaria. Tuvo un gran respeto por la medida de los versos y la consonancia sonora. Obtuvo diferentes premios en los concursos literarios de la Isla.
El profesor y poeta lanzaroteño Antonio Zerolo en una de sus coplas, refleja su amor por la Ciudad y su devoción al Cristo lagunero, como se refleja en esta que dice: “El que quiera conocer/si en Canarias hay fervor/que vaya todos los años/a la Entrada del Señor”, en referencia a la exhibición pirotécnica que se produce durante la entrada a su Santuario del Cristo.
Contrajo matrimonio con doña Eladia Álvarez Escobar, con la que tuvo cinco hijos. El tercero de ellos, llamado como su padre, estudió en Cádiz y se licenció en Medicina y Cirugía en junio de 1916. A su regreso a Tenerife comenzó a ejercer en Tacoronte como médico titular, de donde pasó más tarde a Güímar. Al conocer la situación de gravedad en su Ciudad natal, debido a la epidemia conocida como “gripe española de 1918”, solicitó el traslado voluntario. Según el periodista y Cronista Oficial de San Cristóbal de La Laguna, don Eliseo Izquierdo: “La prensa del día 19 informaba que Zerolo se encontraba ligeramente enfermo, falleciendo el día 28 en la casa familiar de la Calle Juan de Vera”.
La Laguna honró con la rotulación de la Plaza La Antigua, al doctor Olivera, muerto en las mismas circunstancias que el otro médico, Antonio Zerolo, al que todavía no se le ha reconocido el haber fallecido “en el cumplimiento del deber”.
El poeta Zerolo escribió a modo de testamento su soneto, “Quiero morir en paz con mi conciencia”, donde muestra el deseo de permanecer “para siempre” en la Ciudad de Aguere, y dice así en su parte final: “Y que arrullen mis sueños en La Laguna/los pinos que coronan la montaña/y el mar de Atlante que meció mi cuna”.
La Laguna honra al poeta regionalista con un busto en la Plaza de la Concepción, obra del escultor Francisco Borges Salas, realizado sobre un pedestal de piedra de cantería, desde el 8 de diciembre de 1926.