Como cada 7 de septiembre, el pequeño caserío de El Socorro, en Güímar, vivió ayer una multitudinaria bajada de la Virgen, a la que asistieron desde primera hora de la mañana miles de peregrinos de todos los municipios de Tenerife y visitantes de la Isla que no quisieron perderse la romería más antigua de Canarias, a la que no se requiere ir con vestimenta típica pero sí acudir con sombrero para protegerse del sol y tener una gran devoción a su Alcaldesa Honoraria.
El hecho de haber caído en sábado desbordó este año todas las previsiones de participación y retrasó la salida de la imagen por la gran aglomeración que se produjo en la plaza de San Pedro, unas 7.000 personas según fuentes municipales consultadas por este periódico. Allí se pudo ver a la presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, quien, además, este año fue la pregonera de las Fiestas; el vicepresidente primero del Gobierno de Canarias, Manuel Domínguez; y miembros de la Corporación municipal.
En ese punto, y una vez finalizada la misa de los peregrinos en la iglesia del mismo nombre, miles de personas se concentraron para acompañar a la Virgen, entre cantos tradicionales, vítores, la música de la Banda Amigos del Arte, y un intenso olor a albahaca, para luego comenzar La Bajada desde la ermita de El Calvario, donde llegó con una hora de demora, pasadas las 12.30 del mediodía.
Por la tarde, la imagen se trasladó a la Cruz de Tea del Llano de la Virgen donde tuvo lugar la ceremonia de la aparición a los guanches, tal y como ocurrió hace casi 600 años. A su conclusión, tuvo lugar la procesión de regreso a la ermita del Socorro y, ya de noche, tras una misa dedicada a los fieles difuntos, se celebró la denominada procesión de Las Candelas.
El tiempo acompañó durante toda la jornada porque no se registraron temperaturas tan elevadas como las de otros años y los nubarrones ocasionales y una ligera brisa dieron un respiro a los fieles.
Unos 300 efectivos de los distintos cuerpos de seguridad se encargaron de velar para que la jornada transcurriera sin incidentes de gravedad. Solo hubo alguna deshidratación puntual que no conllevó problemas añadidos. Según las mismas fuentes, la participación superó las 60.000 personas, una cifra que en todo el fin de semana puede alcanzar las 100.000.
El pequeño caserío de El Socorro se convirtió ayer en un gran comedor donde sus vecinos y vecinas no dudaron en abrir las puertas de sus casas para ofrecer comida y bebida a los peregrinos que llegaron de distintos puntos de la Isla para vivir una festividad arraigada en la historia de Canarias, que se cerrará hoy desde la tarde cuando la talla de la Virgen regrese a la iglesia de San Pedro pasadas las diez de la noche.
Historia compartida con Candelaria
La veneración a la Virgen del Socorro en Güímar tiene sus raíces en una historia compartida con el culto a la imagen de Candelaria, la patrona de Canarias. La leyenda narra que, entre los años 1430 y 1450, antes de la conquista, unos pastores guanches descubrieron una talla de madera de la Virgen en la playa del Socorro, también conocida como Chimisay. Sorprendidos por el hallazgo, la llevaron a la cueva del mencey Acaymo, quien la cargó en brazos pero, debido a su peso, se vio obligado a pedir socorro, dando origen a la tradición que se conmemora hasta hoy.
En el primer tercio del siglo XVI, el Adelantado Alonso Fernández de Lugo ordenó la construcción de la ermita del Socorro cerca de la playa, en memoria del lugar donde los guanches encontraron la imagen de la Virgen de Candelaria.
Octavio Rodríguez, cronista oficial de Güímar, sitúa los orígenes del camino de la Virgen hacia 1643, casi 200 años después de la aparición de la imagen a unos pastores guanches en las playas de Chimisay. La peregrinación de Güímar a El Socorro comenzó celebrándose en diciembre y se desarrolla de manera continuada desde hace 177 años.