En el sur de Tenerife, Adeje no solo es conocido por su músculo turístico. Hoy, también es ejemplo de compromiso con los colectivos más vulnerables.
A través del proyecto Senda, impulsado desde el Centro de Atención a la Diversidad Los Olivos (CAD), el municipio ha desarrollado una vía efectiva para integrar a personas con diversidad funcional en el mercado laboral. Unas 18 personas han accedido en total a un empleo gracias a este modelo, que prioriza la autonomía y la calidad sobre las estadísticas.
Carlos Caraballo, psicopedagogo y técnico del área de discapacidad en el CAD, lo explica: “Queremos que se alcancen las máximas cotas de autonomía. Nos llegan chicos jóvenes, a veces recién salidos de centros, y los acompañamos en su tránsito a la vida adulta”.
El proyecto Senda es la evolución de más de una década de trabajo previo con Alas, un servicio de apoyo integral y personalizado.
“Contamos con un equipo estable que lleva años trabajando con estos chicos y acompañándolos en su desarrollo. Han recibido terapias de psicomotricidad, apoyo psicológico y tratamientos específicos. Llega un momento natural en el que se plantea el siguiente paso: formar parte activa de la vida social y económica como cualquier otra persona”, explica.
Acompañamiento y supervisión
La clave, según Caraballo, está en el acompañamiento. “Aquí no se trata de colocar a alguien en una empresa y ya. Le damos una gran importancia a la supervisión en el entorno laboral para hacer más llevadero el proceso a los usuarios. Observamos con especialistas cómo se integran en los equipos, cómo se desenvuelven en tareas no estructuradas, como una pausa para el café o un almuerzo en grupo. En esos espacios surgen retos reales que trabajamos con ellos”.
Caraballo explica que “con este tipo de proyectos te das cuenta de que las cosas avanzan poco a poco. La vida no sigue una línea recta”. Señala que, en el proceso vital de los usuarios, hay avances, pero también retrocesos. “Momentos como la pandemia nos hicieron dar pasos atrás. Es parte del camino”.
Senda ha conseguido tejer una red estable de empresas colaboradoras que apuestan de forma real por la inclusión. Cuatro de ellas han sido clave en este proceso: Bijou Brigitte, varios hoteles H10, Hard Rock Café en Callao Salvaje y Limpiezas Domínguez, a cargo del servicio municipal.
Pero el caso del Clubhotel Marazul del Sur ilustra perfectamente cómo el proyecto transforma no solo a los beneficiarios, sino también los entornos laborales.
Mariana de Atreide, directora del hotel, cuenta cómo un día “fui invitada a la entrega de premios del proyecto Alas y salí con la piel de gallina”.
“Reconocían a sus compañeros por su apoyo. Para mí, fue tan emocionante que decidí que debíamos sumarnos inmediatamente”.
La experiencia de junior
Allí conoció a Junior, quien más tarde sería contratado como valet. “La integración fue fantástica. Junior aprendió rápido y se convirtió en la estrella del equipo. Lo mimaban clientes y compañeros por igual”.
Para Mariana, el impacto va más allá del puesto: “Creo que es muy importante mejorar y promover ambientes laborales diversos, la empatía y la diversidad. Gracias a Senda, hoy nuestro equipo es más humano y más consciente. Estas personas merecen una vida normal, y pueden con ella”.
El proceso para estos usuarios, no es simple. Muchos de ellos llegan tras años de atención terapéutica y con diagnósticos diversos: discapacidad intelectual, trastorno del espectro autista o movilidad reducida. Lo esencial, dice Caraballo, “es que la persona quiera trabajar. Si quiere, nosotros ponemos el resto: formación, entrenamiento, seguimiento, y apoyo silencioso en el puesto”.
Entre las dificultades más frecuentes están las situaciones informales, no regladas, como interacciones espontáneas o normas sociales implícitas.
“Tuvimos un caso donde, en una reunión durante el desayuno, un usuario no entendía que debía dejar de comer. Son esos momentos no estructurados los que más cuestan, y ahí es donde más aprendemos”, señala.
Guillermo González, uno de los participantes desde los inicios del proyecto, resume Senda como “algo más que buscar trabajo”, lo califica más bien como “formación y orientación”.
“Yo empecé hace once años y he trabajado de auxiliar de transporte y he podido conocer diversos trabajos y entornos. Hoy quiero trabajar en algo relacionado con el cine, aunque lo importante es formarse y no tener prisa”.
Las oportunidades
Guillermo habla también con realismo: “Hay empresas que solo buscan subvenciones. Eso duele. Pero otras de verdad creen en nosotros. Lo importante es que nos den oportunidades. Todos podemos hacer algo y, si no, podemos apoyar”.
Uno de los momentos más significativos del proyecto es la entrega de reconocimientos, no a los usuarios, sino a los compañeros que los han ayudado a integrarse.
“Es una encerrona emocional, como nos gusta llamarlo”, dice Caraballo, entre risas. “Llevamos a los trabajadores, sin que lo sepan, y sus compañeros, a los que ha ayudado a integrase y les agradecen públicamente su apoyo diario. Es muy emotivo”.
Lo que diferencia a Senda, además de su enfoque técnico e integrador, es su filosofía: no se trata de “insertar por insertar”, como dice Caraballo, sino de “integrar para transformar”.
Con más de 20 personas involucradas directamente en el equipo auxiliar del CAD, Adeje demuestra que la inclusión laboral no es un gesto, es una política pública que se debe sostener en el tiempo. “Esto muestra a una sociedad cuál es el camino”.
Como subraya el técnico: “Ver a chicos que empezaron contigo con 8 años, con sus dificultades y ver que a día de hoy, con 20, se adentran en el mercado laboral, no tiene precio”.