La falta de infraestructuras y de personal de estiba en el puerto de Santa Cruz de Tenerife pone en riesgo el abastecimiento de los cereales que se usan en la elaboración de piensos para el ganado y obligará a una subida de los precios que pagan los ganaderos por la alimentación de sus animales.
Así lo manifestó ayer Samuel Marrero, representante de la Mesa Ganadera del Gobierno de Canarias y director general del Grupo Capisa, dedicado a la fabricación de piensos, ante la grave situación que se vive en la instalación portuaria tinerfeña y que afecta de manera importante a la carga y descarga de los barcos de mercancías.
“Llevamos un año y medio poniendo sobre la mesa este gravísimo problema, que no solo afecta a nuestro ámbito, sino también a otras actividades de producción industrial en la Isla. A pesar de las buenas intenciones y de la disposición que se ha mostrado en todas las reuniones que hemos mantenido, nada se ha hecho en este tiempo para darle solución”, explica Marrero.
A peor desde julio
La situación se ha agravado desde el pasado mes de julio, con barcos cargados de cereales fondeados en el puerto hasta 16 días esperando a que haya hueco o personal para poder descargarlos. Estas demoras han ocasionado en los últimos meses un sobrecoste de 200.000 euros que las empresas han asumido hasta ahora, pero que se verán obligadas a repercutir en el precio que cobran a los ganaderos por el pienso, dado que sus cuentas de resultados ya no soportan más este gasto extraordinario.
El problema llega a tal punto que , para evitar el desabastecimiento, se ha tenido que recurrir a camiones para traer grano desde Gran Canaria en barcos que llevan pasajeros y carga, algo inviable para mantener en el tiempo.
“Esta situación terminará perjudicando al sector primario, ya de por sí muy castigado, que no puede asumir más encarecimientos de sus materias primas, por lo que, o se traslada el sobrecoste al consumidor final, encareciendo la cesta de la compra, o se da por finalizada la actividad, con el drama que eso supone para una región como la nuestra, donde el sector primario resulta del todo estratégico”, indica.
Según explica Samuel Marrero, “el puerto tinerfeño ha hecho un esfuerzo durante estos años para atraer negocio, que se ve reflejado en un aumento del tráfico del 30%, pero no se han efectuado las inversiones necesarias ni se ha dotado del personal suficiente para dar una respuesta adecuada a este crecimiento”. Añade que ste problema no se da en el puerto de Las Palmas, donde las mercancías se están entregando “en tiempo y forma, con la planificación adecuada”.
Las carencias ocasionan que barcos cargados de cereales que se deberían descargar en un periodo de entre dos y cuatro días permanezcan fondeados por falta de estibadores para hacer el trabajo o porque no hay espacio en las líneas de atraque o debido a que se da prioridad a otro tipo de descargas.
Los fletes se encarecen según van pasando los días y se acaba con cualquier posibilidad de planificación, ya que no se sabe con antelación suficiente cuándo se va a poder producir la descarga.
En consecuencia, los transportistas que llevan el grano desde el puerto a las fábricas están dejando de coger estos trabajos, así como los propios armadores, que cuando se trata de llevar mercancía al puerto tinerfeño están cobrando 12 euros más por tonelada ante la previsión de demoras que afecten a su operativa, señala el director general de l Grupo Capisa, que añade que “ya hay armadores que prefieren no trabajar con este puerto ante la situación que estamos padeciendo”. Samuel Marrero afirma que “la Autoridad Portuaria conoce el problema, ha manifestado en varias ocasiones su voluntad de solucionarlo, pero vemos cómo pasa el tiempo y las soluciones prometidas no llegan. Hemos hablado también con los estibadores, que comprenden la situación, y con la Consejería de Agricultura que, sin tener competencias, trata de ayudar en la medida de sus posibilidades”.
Año y medio con el problema
La solución a esta falta de capacidad no puede darse a corto plazo y Marrero lamenta que “en el año y medio que llevamos explicando la gravedad de la situación ha habido tiempo para poner medidas y no se ha hecho”. En este sentido señala que hay actuaciones que pueden ponerse en marcha de manera más inmediata y que, a su juicio, no son complicadas de ejecutar, como la modificación de los norays, “una obra sencilla, que tendría que estar ya hecha, y con la que se ganarían metros de línea de atraque para permitir la descarga simultánea de varios barcos”.
Además, insiste en la necesidad de aumentar cuanto antes el personal (actualmente hay 180 estibadores , de los que 50 se han incorporado en el último año, según datos del sector), y de establecer prioridades en las operaciones portuarias. “Está claro que primero son los pasajeros y los productos perecederos, pero entendemos que las piezas de un molino eólico en el puerto de Granadilla no son, a corto plazo, más importantes que los cereales necesarios para darle de comer al ganado”.
Samuel Marrero afirma que la denuncia pública es el último recurso para insistir en la gravedad de este problema. “Nos estamos ahogando y la situación de colapso en el puerto va a empeorar, especialmente ahora, que con las fechas navideñas , cuando la actividad se multiplica”.





