El atardecer de este lunes dejó una estampa poco común sobre el Castillo de la Virgen, en La Palma: una nube lenticular perfectamente definida que llamó la atención de vecinos y curiosos. La imagen tomada por José Fernández Arozena llegó en una jornada marcada por temperaturas anómalamente altas para octubre y una sensación térmica más propia de julio, pese a que el sol se puso antes de lo habitual tras el cambio al horario de invierno del fin de semana.
Según el relato de testigos, la escena combinó cielos con nubes altas y un calor “raro, diferente”. Como hipótesis más verosímil, una borrasca situada al oeste del Archipiélago habría canalizado vientos templados del suroeste hacia Canarias, arrastrando humedad en altura y favoreciendo la formación de estas estructuras nubosas tan estéticas sobre el relieve palmero.

¿Qué es una nube lenticular?
Las nubes lenticulares (altocúmulos lenticularis) suelen formarse a sotavento de montañas cuando un flujo de viento fuerte, estable y húmedo se ve obligado a ascender y descender, generando ondas estacionarias en la atmósfera. Al quedar “ancladas” a estas ondas, parecen inmóviles y adoptan formas de lente o platillo —motivo habitual de confusiones con ovnis—. Su aparición es más probable en islas montañosas como La Palma cuando soplan vientos de componente sur o suroeste y hay humedad disponible en niveles medios-altos.
Un atardecer “de postal”
La combinación de calor fuera de temporada, cielos limpios en capas bajas y ondas orográficas dejó, además, un contraste cromático al ocultarse el sol, con tonos anaranjados resaltando el perfil de la nube sobre el Castillo.





