Arqueólogos hay realizado un nuevo hallazgo arqueológico que ha sacudido el mundo de la egiptología: inscripciones descubiertas recientemente en antiguos papiros y estructuras cercanas al complejo de Giza confirman la identidad de los verdaderos constructores de la Gran pirámide de Egipto. Lejos de alimentar leyendas sobre esclavos o civilizaciones perdidas, los nuevos datos ratifican que fueron trabajadores egipcios libres, organizados en equipos especializados, quienes levantaron la maravilla más icónica del Antiguo Egipto.
Las inscripciones fueron halladas en la región de Wadi al-Jarf, uno de los puertos más antiguos conocidos del mar Rojo, y datan del reinado del faraón Keops (Khufu), alrededor del 2.600 a.C. Entre los documentos se encuentra un diario escrito por un capataz llamado Merer, quien describe con detalle las operaciones logísticas para transportar bloques de piedra caliza desde Tura hasta la meseta de Giza, donde se levantaba la imponente pirámide según los arqueólogos.
Este descubrimiento, que ya es considerado uno de los más importantes del siglo en relación con el Antiguo Egipto, fue respaldado por un equipo internacional de arqueólogos y egiptólogos, quienes han estudiado durante años las infraestructuras laborales, rutas de transporte y asentamientos de trabajadores en la zona. Los datos contradicen la antigua visión popular de que la pirámide fue construida por esclavos forzados, y en su lugar revelan una organización laboral avanzada y jerarquizada, con miles de obreros altamente especializados.
La pirámide y sus verdaderos constructores: trabajadores egipcios libres y organizados según los arqueólogos
Las inscripciones encontradas incluyen listas de trabajadores, detalles sobre la rotación de turnos, cantidades exactas de materiales movidos y referencias explícitas a la construcción de la Gran pirámide. El diario de Merer, por ejemplo, describe cómo su equipo transportaba los bloques por el Nilo y coordinaba con otros grupos para asegurar el suministro constante de piedra a Giza. Estos textos demuestran que los constructores eran bien alimentados, alojados en campamentos preparados para largas estancias, y formaban parte de un esfuerzo nacional respaldado por el Estado.

Además de los documentos escritos, se han hallado estructuras residenciales, restos de alimentos, herramientas de trabajo y tumbas decoradas de algunos trabajadores, lo que indica que eran reconocidos socialmente y que su labor fue valorada como parte esencial del engranaje político y religioso del Antiguo Egipto.
Este descubrimiento no solo desmiente los mitos sobre la participación de esclavos, sino que también refuerza la teoría de que la Gran pirámide fue construida con conocimiento técnico avanzado y una organización social compleja según los arqueólogos. La construcción, que tomó aproximadamente 20 años, fue posible gracias a una fuerza laboral bien planificada, dividida en equipos de unos 40 hombres, conocidos como “grupos de trabajo” que incluso tenían nombres como “Los amigos de Keops” o “Los borrachos de Menfis”, lo que sugiere camaradería y cohesión entre ellos.
Los arqueólogos destacan que este tipo de evidencias arrojan una luz completamente nueva sobre la vida cotidiana en el Antiguo Egipto. En lugar de enfocarse únicamente en los faraones y templos, estos descubrimientos humanizan a los verdaderos artífices de los monumentos que hoy asombran al mundo.
Estos hallazgos de los arqueólogos no solo enriquecen nuestro conocimiento sobre la construcción de la Gran pirámide, sino que también dignifican la memoria de quienes, hace más de 4.500 años, fueron capaces de levantar una de las obras más grandiosas de la historia con ingenio, trabajo en equipo y un profundo sentido de pertenencia a su civilización.