Fallece Leoncio Afonso a los 100 años de edad

Estudió Bachillerato en Santa Cruz de La Palma y se licenció en Filosofía y Letras, sección de Ciencias Históricas, en la Universidad de Sevilla. Era doctor honoris causa por la Universidad de La Laguna
Leoncio Afonso. | FRAN PALLERO

Leoncio Afonso Pérez ha muerto en la tarde de este lunes en La Laguna, en Tenerife, a los 100 años de edad según ha comunicado el Ayuntamiento de la Villa de Breña Alta, que lamenta el fallecimiento de su Hijo Predilecto.

Leoncio Afonso nació en la Villa de Breña Alta el 12 de septiembre de 1916 y fue nombrado Hijo Predilecto de su municipio el 11 de junio de 1997. Estudió Bachillerato en Santa Cruz de La Palma y se licenció en Filosofía y Letras, sección de Ciencias Históricas, en la Universidad de Sevilla. Era doctor honoris causa por la Universidad de La Laguna (ULL).

Entre las condecoraciones que recibió a lo largo de su dilatada trayectoria profesional y vital se encuentran la Encomienda de la Orden de Alfonso X El Sabio, la Medalla de Bronce al Mérito Turístico, Cruz de Caballero de la Orden de Cisneros, Cruz del Mérito Militar, Cruz de Guerra y Medalla de Campaña. Contaba asimismo con diplomas de colegiado distinguido nacional y de distrito.

Leoncio Afonso fue el primer profesor de Geografía de la Universidad de La Laguna, asignatura que impartió en solitario desde 1944 hasta 1968, año en que se creó la Facultad de Geografía e Historia de la ULL. Este ilustre breñaltense, autor de numerosas publicaciones, fue también fundador de la Escuela de Turismo de Tenerife.

El alcalde de la Villa de Breña Alta, Jonathan Felipe, en representación del Ayuntamiento, el pasado mes de septiembre, al cumplir un siglo de vida, le entregó una placa a Leoncio Afonso en la que fue su residencia en la calle Herradores de La Laguna, y este lunes, en nombre del pueblo de la Villa de Breña Alta, quiere transmitir sus sentidas condolencias a sus familiares y amigos

SU ÚLTIMA ENTREVISTA EN DIARIO DE AVISOS

Leoncio Afonso: “Estos tontos políticos han perdido el sentido que tuvo la Transición

“El matrimonio salió bueno, sin peleas”. La vivienda de tres plantas, con las voces al fondo de los hijos ya jubilados, es un pozo de vida. No en vano, también doña Evelia, la paisana palmera con la que se casó, será en noviembre una mujer centenaria. No han sido cien años de soledad. “El mundo son la gente que te rodea; si es grata, lo pasas fenomenal”, explica el primer geógrafo de Canarias, Leoncio Afonso, que hoy cumple cien años de edad en La Laguna, la ciudad que lo adoptó. En su casa de la calle de Herradores, que compró a mediados de siglo por 250.000 pesetas, rodeado de libros, con ese olor a tiempo y la tarde entrando por la ventana de su despacho, nos recibe sonriente. Es buena señal y también lo es una de sus respuestas: “Cualquier tiempo pasado fue peor”. Doctor honoris causa de la Universidad de La Laguna, no ha recibido, incomprensiblemente, el Premio Canarias.

El lector más antiguo que tiene DIARIO DE AVISOS, el “periódico de nosotros, los palmeros”, ni chochea ni anda con paños calientes. Es un hombre bien informado, gracias a Internet, que se rebela contra “estos tontos de la política española que han perdido todo el sentido de la realidad que tuvo la Transición”. Critica agriamente a Pedro Sánchez. Elogia a Felipe González. Llama “esaborío” a Rajoy. Y a quien mejor pone es a Pablo Iglesias. “Ese chico llegará a presidente.”

Afonso es el último superviviente de una generación de sabios oficiales y está vivo “porque de niño era un enclenque, y creé defensas”. Para ser feliz y optimista pone dos condiciones. Una es “relativizar los problemas”, dice mientras se aplica, tras las fotos, las sondas nasales conectadas al maletín de aire para compensar la disnea de antiguo fumador de puros: “Yo le quito siempre importancia a las cosas”. Y la otra es el humor. Aunque le jugó una mala pasada cuando se desternilló delante de Franco.

-Cuéntenos cómo pasó.

“Las pasé moradas. Me dio un ataque de risa delante de él. Me hizo gracia que al entrar en el despacho, el ujier nos decía, “¡cuidado con la alfombra!”. Y entonces se me vino la imagen a la cabeza de un tipo llegando, tropezando y cayendo de bruces. Porque si te avisan es porque alguien cayó. Era una alfombra de un palmo de gruesa y como entran mirando para él, gente nerviosa, es posible que den un traspié y salgan de narices. Evité que Franco me enfocara”.

-A más de uno le clavó los ojos, me consta.

“Era pequeñajo. Esa fue mi primera impresión. Y un témpano, un tipo frío. “Frío y asesino”, según alguna biografía. Aquella fue la primera vez que lo visité en El Pardo. Yo era decano del Colegio de Doctores y Licenciados”.

-Y ahora es centenario. ¿Cómo lo logró?

“Supongo que soy longevo porque fui enfermizo de pequeño y desarrollé las defensas. En una familia campesina era un problema tener un hijo enclenque. Como no servía para trabajar en el campo me pusieron a estudiar. Era el octavo de diez hermanos, todos, salvo yo, campesinos, en Breña Alta. Gracias a ello llegué a catedrático y no a campesino. Cuando probé la Coca-Cola me recordó a las medicinas que me hicieron tragar, me provocó rechazo y la aborrecí”.

-Según Carlos Silva, se le calcula medio millón de puros fumados.

“No sé cuántos, pero fumé mucho durante mucho tiempo, y ahora me ventilo los pulmones con oxígeno”.

-¿Se alimentaba bien?

“Normal. Nunca he cometido más excesos que fumar. Y tuve tres hijos”.

-¿Hizo deporte?

“Caminar. Me encantaba lo que ahora se llama senderismo. Aquí hemos dicho siempre vereda”.

-¿Qué significa para usted llegar a cien años?

“Un caso de suerte. Soy un afortunado, pero también un cadáver social. Se han muerto los amigos y enemigos y me he quedado solo. De mi generación soy un superviviente”.

-Y no era una generación cualquiera.

“¡Qué va! Gente muy buena. Juan Álvarez Delgado me trajo a La Laguna en el 42. Creó la Facultad de Filología Clásica en la Universidad y al no haber titulados en Historia pensó en mí. Después fui el primer profesor de Geografía. Estuve veinte años solo. Yo era el sabio oficial de Geografía. No había otro. María Rosa Alonso era afectiva, tenía mucho desparpajo. Telesforo Bravo, Alejandro Cioranescu… Con Marcos Guimerá Peraza fui a la guerra. A Carmelo García Cabrera lo llamábamos Carmelito, tomatito, cachimbita, por lo de gordito y la cachimba. Los hermanos García Cabrera eran gente estupenda. Pedro, el poeta, que estuvo preso en Fyffes, tenía mal carácter. Con Diego también pasé la guerra. Se llevó la guitarra hawaiana, y la tocaba con Santamaría, el cocinero de la compañía. Ahí nacen Los Huaracheros, en el frente. Mi oído no me permitía tocar en el grupo. De nuestra compañía regresamos todos. Ni un herido”.

-¿Cómo fue al principio el franquismo, la dictadura?

“Todos recordamos lo duro que fue la guerra y la inmediata posguerra, que fue malísima. Comprenderás que se pasó mucha hambre. Un brasileño, Josué de Castro, escribió una Geografía del Hambre en el 56 e incluyó a España. En La Palma el que cultivaba papas tenía papas para comer”.

-Cumple cien años y España sin Gobierno.

“Ya lo sé, estoy al día por Internet y la prensa. Mi impresión es que estos tontos políticos han perdido bastante el sentido de la realidad que tuvo la Transición. Ella fue la que lo recuperó. Y se ha vuelto a perder. Sobre todo, quien la perdió, y es una lástima, es el mentecato del Pedro Sánchez. El Partido Socialista no pudo llegar a menos. Por suerte, no hay enconamiento social”.

-¿Usted, que se ha bebido un siglo entero, cree que la historia se repite?

“La única ventaja de toda esta tontería es que no va a haber otra guerra. El socialismo en España, en la Segunda República, no dejó gobernar a Gil-Robles, y cuando te pasas de rosca la parte contraria se vira, y vino la guerra civil. En la Transición, la izquierda, consciente de ese riesgo, se moderó. Eso lo supo ver Felipe González”.

-Tras su juicio demoledor sobre Sánchez, ¿qué opina de González?

“Ese lo hizo bien, sí señor, las cosas como son. Las diferencias entre Felipe González y Pedrito, vamos… El PSOE tuvo siempre buena gente, con mucha categoría. ¿Qué le ha pasado? Si dejan al Pedrito tonto este, vamos a elecciones. ¡Cómo se ha cargado al partido! ¡De los 202 diputados que tuvo Felipe a los 85 de este, ya me dirás! Yo he tenido simpatía por ellos. Ahora, aunque el partido lo quiera cambiar, tiene dificultades”.

-Es una maravilla lo bien que conserva la cabeza.

“Disimulo mis limitaciones. No he estado desocupado ni me he aburrido nunca. Me acuerdo de las cosas y procuro no acordarme de que anda por ahí ese, el alzhéimer”.

-Empezamos la entrevista hablando de su risa. ¿Siempre tuvo buen humor?

“Pues sí, es que es muy importante. Mira, yo siempre a las cosas les quito importancia, es mi reacción inmediata. Y no falla, se ven de otra manera”.

-¿Los canarios somos distintos o nos gusta creerlo?

“Bah, somos como los de todas partes. Iguales. Yo no creo que ser isleños nos haga diferentes”.

-¿Qué tienen las Islas de bueno y de malo?

“Las condiciones climáticas son favorables. Es un tópico, pero es verdad. ¿De malo? El relieve. Somos islas abruptas. La virtud del canario es el sitio donde está. En una encrucijada de comunicaciones. Las rutas atlánticas. Como los beneficios de ello no llegan a todos, la gente no es consciente”.

-¿En estos cien años qué ha pasado?

“Mucho”.

-¿Y qué es lo que más le llamó la atención?

“La revolución electrónica nos cambió radicalmente la vida. Antiguamente rezaban el rosario antes de acostarse. Ahora ven la televisión”.

Leoncio Afonso, que cumple 100 años | FOTO: FRAN PALLERO
Leoncio Afonso, que cumple 100 años | FOTO: FRAN PALLERO

-¿Hemos ido a mejor o a peor en el último siglo?

“Siempre a mejor. El pasado siempre es peor”.

-¿No le estremecen los atentados yihadistas?

“Sí, pero siempre me digo, tú no estás allí. Antes pasaban cosas y no te enterabas. Ahora, en Chihuahua, México, le dan una puñalada a un tío y a los cinco minutos lo sabes”.

-¿O sea, que este mundo es mejor que cuando era niño?

“Bastante mejor”.

-¿El hombre tendrá que mudarse de planeta por el cambio climático?

“Eso son elucubraciones. Algo muy improbable. No digo imposible, porque imposible no hay nada”.

-¿Cómo fue la Segunda Guerra Mundial?

“Nos coincidió con el final de la nuestra y la hambruna. Los campesinos se defendían mejor que la gente de las ciudades. Yo estaba ya en La Laguna”.

-¿Oía rumores de que Churchill y Hitler nos querían invadir?

“Se comentaba. Incluso, en Fuerteventura hubo una base de submarinos alemanes, en el sur, en Jandía”.

-¿La Laguna que ha significado para usted?

“Pues el mundo donde he vivido. Tu mundo son las relaciones con la gente; si es grata, lo pasas fenomenal”.

-Por estas calles paseaban Viera y Clavijo y Unamuno.

“El que paseara Unamuno o Viera y Clavijo, qué más me da. Está bien para hacer cantos de sirena. Mi vida no está influida por eso”.

-Iba a preguntarle por Viera, Betancourt y Galdós, ese trío, pero quizá me suelta otra…

“Agustín de Betancourt fue un canario a lo bestia. Viera y Clavijo fue tan bueno que su Historia sigue siendo la biblia canaria. Y Galdós es universal. Eso de que se sacudió el polvo de sus zapatos al marcharse no me lo creo. Lo que pasó es que le cuadró quedarse en Madrid”.

-¿A quién ha admirado usted, en realidad?

“A don Manuel Terán, que fue catedrático de Geografía en Madrid, y a Óscar Domínguez”.

-¿Y de la política española de estos cien años?

“Azaña era una gran cabeza y Besteiro también”.

-¿En la España de hoy baja mucho el nivel?
“En cien años no había visto tantos tontos juntos en política. Rajoy es un esaborío. El de Podemos, el de la coleta, es listo, muy listo, incluso inteligente; ese sabe a dónde va. Puede llegar a ser presidente. Ahí hay madera. Pablo Iglesias le da sopas con honda a Pedro Sánchez. Rivera está verde”.

-Pregunté por sus logros y hazañas y me citaron los cursos de estudios canarios que abrió a la sociedad.

“Es que no salían de un círculo cerrado de Leopoldo de la Rosa, Buenaventura Bonnet y otros. Cuando los sacamos a la sociedad se produce algo: sirven de apoyo al nacionalismo. La historia es la más importante arma política. ¿Qué argumento te dan los catalanes o los vascos? Quienes dábamos conocimiento de la tierra, Telesforo, María Rosa, Cioranescu y yo, no éramos nacionalistas, pero el nacionalismo se nutrió de la labor divulgativa que hacíamos, como arma política”.

-Recuerdo su Geografía de Canarias en seis tomos. Pero ¿cuál de sus obras prefiere?

“Góngaro, sobre la toponimia. Esa es mi obra preferida”.

-A Juan Régulo, garafiano de nacimiento, le gustaba buscarle los tres pies a la palabra Canarias, que se politizó.

“Hombre, claro, por el nacionalismo. Pero nadie ha acertado en el porqué del nombre Canarias. Los archipiélagos se llaman como las tierras que tienen enfrente. De la palabra Ganaria, las tierras de Ghana, los bosques al sur del Sáhara, sale Canaria”.

-El Teide, un volcán, un símbolo, ¿qué es?

“El Teide es un señor volcán espectacular y le encanta a todo el mundo. No es un invento nacionalista. Los grandes volcanólogos europeos venían a verlo. Leopoldo von Buch, el célebre geólogo y naturalista alemán, lo visitó en 1815 y nos explicó el origen del Valle de La Orotava con la teoría del deslizamiento, que sirve para el Golfo de El Hierro”.

-¿Cree que el volcán Cumbre Vieja de su isla palmera cederá algún día y habrá un deslizamiento catastrófico?
“¡Ah, no tanto! ¡Esa teoría es exagerada! Por ahora es un fenómeno improbable”.

-¿Qué caracteriza geográficamente a las Islas?

“Ser distintas y parecidas. La más antigua, Fuerteventura, con millones de años, y la más joven, El Hierro, que ni siquiera tiene un millón. En un congreso internacional de volcanología había dos aviones contratados: uno para ir a Lanzarote y otro para Fuerteventura. La excursión a Lanzarote se suspendió y todos se apuntaron a Fuerteventura: más interesante que ver las lavas es ver las raíces de los volcanes. La erosión te ha quitado 3.000 metros de materiales de encima, y ves lo que hay debajo”.

-Fundó y dirigió la Escuela Oficial de Turismo. ¿Lo vio claro?

“No era difícil adivinar que iba a ser una fuente de riqueza. Yo veía cómo llegaba la inversión. Aquí entró mucho dinero. Los hoteles, salvo García Sanjuán, los hacían empresarios de fuera. En esos años 60 se produce la emigración campesina a las ciudades. Por algo venían Agatha Christie y muchos ingleses al Puerto de la Cruz: por el clima. Se vio desde el siglo XIX. ¿Por qué se construye el Taoro?”.

-¿Lo de Islas Afortunadas le gusta?

“¿Por qué no? Es que para la mitología era el sitio a donde iban a descansar las almas de los muertos virtuosos. Las Afortunadas son las islas de los muertos”.

-¿Le intrigó San Borondón?

“Sí, porque es divertido”.

-¿Qué le interesó más: la etapa de consejero del Cabildo o de concejal lagunero?

“Lo interesante es lo del Cabildo. Es que el Cabildo no tiene más obligaciones que las que se impone. En mi época era la beneficencia. Ahí destacó como presidente Isidoro Luz Cárpenter, un hombre encantador, alto, fuerte, simpático, bonachón. Fue alcalde del Puerto de la Cruz y bajo su mandato despegó turísticamente”.

-Usted viajó mucho a América.

“Mucho no sé; me he movido por allí. En Cartagena de Indias estuve cuatro veces”.

-¿La división provincial de 1927 fue positiva o negativa?

“Yo diría que positiva. Las Palmas siempre quiso ser la capital, y llegó a serlo. Tenía la Audiencia, el poder político, administrativo y judicial, y el Obispado, hasta que aquí se creó la Diócesis. Lo tenían todo y les llegaba el dinerito contante y sonante. Pero cuando se hace el reparto de la Autonomía, Tenerife se queda con el Parlamento y ellos con la Delegación del Gobierno. Y se equivocan. El delegado del Gobierno no pinta nada. Una vez dije en una conferencia de geopolítica que esa rivalidad nos había venido muy bien. El pleito ha sido muy fructífero. Los Hermanos de San Juan de Dios piden ayuda al Cabildo para establecerse en Tenerife, les dicen que no y amenazan con irse a Las Palmas; entonces les dicen que sí. Era un fuerte estímulo para hacer cosas. Ahora, el pleito ha amainado. Las Palmas ya sabe lo que ha perdido. Claro, el Parlamento pinta bastante más que Hernández Bento”.

-Estoy ante el lector más antiguo de DIARIO DE AVISOS, un lector centenario de un periódico con 125 años.

“Yo escribía en el DIARIO DE AVISOS. Era el periódico de la isla, de las familias, estaba en las casas. Los periódicos eran de opinión política. Tardaron en transformarse en papeles de información. La prensa de papel tienen un no sé qué. Pervivirá, lo cual no quita que yo lea también los portales de Internet y escriba algunas cositas que mando a Andrés Chaves a El Diario de Tenerife”.

-¿Cuál ha sido la aventura de su vida?

“La Cátedra. Fue lo que me propuse. Y enseñar. Me siento querido en mi tierra. Solo he recibido muestras de afecto. Se ve que no fui tan mal profesor”.

-¿Le ve futuro a Canarias?

“El mismo que a España. Y es un futuro bueno. Si la opulencia no convierte a la gente en vaga”.

-¿Cuál es el problema de Canarias?

“Los canarios. La pregunta es si podemos mantener el Estado de bienestar. Y la respuesta es que lo veo difícil”.

-¿Debemos tener cuidado con algo?

“Con los tontos de la política. Hay muchos en Canarias y en toda España y hay que apartarlos. Desde el momento en que los políticos empezaron a cobrar se echaron a perder. Ni de consejero ni de concejal percibí un céntimo; me costaba dinero: iba al Cabildo y cogía el tranvía. Ahora los profesionales de la política son los mediocres de la sociedad”.

-¿Le quedó algo por hacer?

“Mucho. Si hubiera tenido un ordenador hubiera escrito más”.

-¿Con cien años qué sueños se tienen?

“Me gusta aprovechar el soporcito de la cena a ver si cojo el sueño”.

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