El Toscal, el corazón en ruinas de Santa Cruz

El histórico barrio de El Toscal, en el centro de Santa Cruz, Bien de Interés Cultural desde 2007, sufre un lento y progresivo deterioro de sus inmuebles más antiguos, por el abandono tanto de las administraciones públicas como de sus propios vecinos
FOTO: Fran Pallero
FOTO: Fran Pallero

Santa Cruz quiere ser el corazón de Tenerife. Un gran logotipo colocado en la plaza de España así lo recuerda desde hace unas semanas a todo aquel visitante que entra a la ciudad a través del puerto. Sin embargo, solo unos pasos más arriba, ese corazón se muestra casi sin pulso, a punto de emitir un último latido en el barrio de El Toscal. Allí, tras paredes que aparecen desconchadas, con cristales rotos, marcos de puertas carcomidas, vallas que indican desprendimiento, la realidad es aún peor. Lo que El Toscal esconde es un corazón en ruinas. Un casco histórico que, visto desde las alturas, recuerda a esas ciudades que sufren las guerras más cruentas, con edificios derruidos, paredes caídas, basura por doquier. Eso es lo que se encuentra tras los paredones de El Toscal. Hace unas semanas se producía el último de los derrumbes. Una pared interior se caía como un castillo de naipes en mitad de una ruinas aún mayores que el propio muro que terminó por desmoronarse.

El porqué de esta situación tiene múltiples culpables. Los propietarios, que han dejado que sus casas se caigan. Las Administraciones, que han hecho de la burocracia un muro imposible de salvar. Un Plan Especial que ha servido de excusa a muchos para justificar la desidia con la que se ha tratado a los inmuebles (y que aún sigue pendiente de aprobación definitiva). Y, por su puesto, la grave crisis económica sufrida en los últimos años, que no ha venido a ayudar precisamente.

Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2007, alberga en su interior más de 200 edificios catalogados, aunque esta protección afecta mayoritariamente a las fachadas, por lo que en el interior de los inmuebles se puede intervenir como los propietarios estimen oportuno, algo que, evidentemente, tampoco se hace. Si hay alguien que conozca las interioridades del barrio ese es José Antonio Pérez, presidente de la Asociación de Vecinos Blanco y Negro de El Toscal, que lleva años luchando para conseguir que los vecinos se unan, que luchen por la defensa del corazón de un Santa Cruz que durante muchos años se ha olvidado de su patrimonio histórico y que ahora parece querer recuperar, incluso ofreciendo ayudas económicas para pintar fachadas.
Pérez tiene claro que el origen del abandono tiene múltiples factores. “La actual situación de El Toscal tiene su origen en intereses partidistas, pero también en la dejación de algunos propietarios que solo están esperando a que sus viviendas terminen en ruinas”. Reconoce Pérez que los “motivos económicos” también son una parte importante del deterioro. “Algunos propietarios no pueden acometer las obras porque suponen en muchos caso una alta inversión”. Por último, “el partido de ping-pong que han jugado las distintas Administraciones, que hace que hayan tardado mucho, y están tardando, en solucionar este grave y vergonzoso problema del centro de una ciudad que dice que quiere ser turística”.


El presidente de la Asociación Blanco y Negro se muestra muy crítico con algunas zonas de un barrio que, desde su opinión, no merecen ser mantenidas. “Hay casas que, arquitectónicamente hablando, no dicen nada. Solo sirven para crear inmundicias”. Propone Pérez que el Ayuntamiento llegue a un acuerdo con sus propietarios “y que sea el Consistorio el que se encargue de derruirlas, de forma que el solar que quede sirva, por ejemplo, para aparcamiento (algo de lo que anda escaso El Toscal). Si en menos de un año sus propietarios no lo dedican a construir, el lugar estará mucho mejor y prestará un gran servicio a la zona”.

José Antonio Pérez lleva su crítica sobre la situación que vive el barrio de El Toscal a la falta de una conciencia vecinal de barrio. “Aquí se habla mucho de proteger el patrimonio, pero desde que le dices a la gente que colabore con la asociación, todo el mundo está ocupado. Ya me dirán si perder un par de horas, dos veces al mes, por el bien del barrio en una reunión es pedir demasiado. Ahora, criticar y quejarnos, en eso somos medalla de oro”, concluye este representante vecinal.

Interés particular

Esta falta de conciencia de barrio, de protección del patrimonio, también es criticada por otro de los vecinos de este corazón en ruinas. Su nombre es Jesús Caramés y durante un tiempo creyó que podría cambiar algunas cosas, rehabilitar y recuperar una parte de ese Toscal que se cae a pedazos. “Mi familia vive en una ciudadela de El Toscal que data de principios del siglo XX, concretamente de 1910. Cuando volví a la Isla, hace unos cinco años, me propuse buscar la forma de recuperar este espacio compuesto por unas 13 viviendas”. Caramés se movió con las administraciones públicas, acudió al registro y consiguió los bocetos originales de la ciudadela; un estudio de arquitectos le hizo el proyecto y logró que, incluso el alcalde, José Manuel Bermúdez, se comprometiera a darle todo el apoyo posible desde el Ayuntamiento. Sin embargo, de nuevo, el miedo de los vecinos, el interés particular sobre el general, dejó en dique seco el proyecto. “El Toscal tiene lo que se merece”, lamenta Caramés. “Llevamos 30 años esperando por un plan que no va a ningún lado y, mientras, el barrio se va muriendo”, añade.
Para este vecino de El Toscal, la línea divisoria es clara: “La calle de El Pilar separa una ciudad moderna, cuidada, de otra que podría compararse con el Bronx”. “Siempre se imponen los peros
-continúa-, el malo conocido a lo bueno por conocer. Si tienen casas que se están cayendo, les da igual, prefieren una chabola a arriesgarse a pelear por una visión global, por el bien de un barrio”.

“Esa es mi experiencia con todo lo que ha pasado. Lo mío, no lo toques; esa es la máxima que impera entre los vecinos y por un interés particular se paraliza el bien común”, concluye.
Cristina Marrero, de Marrero Arquitectos, fue una de las profesionales que desarrolló el proyecto de Jesús Caramés. “La idea era recuperar los elementos que todavía son recuperables de algo tan identitario de El Toscal como son las ciudadelas”.

Estas viviendas se levantan en torno a un espacio común y, aunque el enfoque no es el mismo porque los usos han cambiado, “la idea es que sus colores, su distribución o algunos de sus elementos puedan ser recuperados”. Marrero cree que proyectos como los que quería Caramés para su ciudadela particular serían extrapolables a otros espacios de El Toscal. “Se debería estudiar las pocas que quedan y ver cómo recuperarlas e incluso mantener su uso. Eso nos ayudaría a recuperar su historia. Una vez que le cambias el uso, todo se olvida y se pierde. A este paso, no va a quedar ninguna”, lamenta. Y es que solo quedan cuatro de estas estructuras en El Toscal y, aunque parezca increíble, la última se descubrió en 2014. Fue entonces cuando los técnicos municipales, elaborando el inventario para el Plan Especial de El Toscal, descubrieron enterrado entre maleza y escombros este lugar ubicado entre las calles San Antonio y San Francisco Javier.

Ramón Pérez, en su libro Las ciudadelas de Santa Cruz, las define como “un tipo de vivienda colectiva, desarrollada por lo general en planta baja, constituida por un cierto número de habitaciones independientes entre sí, de dimensiones siempre reducidas, dispuestas a ambos lados de un callejón ciego de anchura y longitud variable, según los casos, o en torno a un patio, que tienen en común un único acceso desde la calle, con frecuencia velado, y casi siempre también los retretes y la cocina”.
Se trata de espacios en los que vivían personas de clase trabajadora en condiciones muy humildes. Estos conjuntos de viviendas muy económicas fueron construidos a principios de siglo como una forma de aprovechar al máximo el espacio en el que se fabricaron las casas. Porque los orígenes de El Toscal son los de un barrio obrero, donde se alojaban los trabajadores del puerto, y en el que la clase trabajadora impulsaba su crecimiento.

Apetito especulativo

Otro de los autores que conoce de cerca El Toscal es el arquitecto Federico García Barba, quien en su blog Islas y Territorio hace una aproximación a la historia y desarrollo urbanístico de esta parte de la ciudad, en la que perviven arquitecturas que oscilarían entre el regionalismo y el historicismo fin de siècle o los restos de la arquitectura racionalista. El propio arquitecto reconoce que, finalmente, el barrio ha sucumbido en gran parte a las apetencias especulativas de algunos promotores que, con el consentimiento y apoyo de las autoridades municipales, han regado el barrio de edificios de muy baja factura y alta ocupación volumétrica. “Lamentablemente, la mayor parte de lo construido desde 1960 solo ha significado deterioro visual, congestión y merma de funcionalidad”.

“La situación actual -continúa- no puede ser más desalentadora. No solo se han construido numerosos edificios discordantes, añadiendo habitantes a una zona ya ampliamente colmatada, sino que también muchas casas antiguas han sido abandonadas y devastadas por la ruina y la cochambre. Se requeriría una actuación decidida y urgente por parte del Ayuntamiento para lograr una transformación en positivo de esta zona tan importante de nuestra ciudad”.

García Barba finaliza señalando que, “no obstante, conserva aún un gran carisma en cuanto a que es una de las pocas partes de la ciudad que contiene todavía gran número de edificios originales. Un espacio histórico que permanece sumido en un letargo urbanístico que se prolonga hasta nuestros días. Requiere que, como ciudadanos, exijamos una alternativa positiva cuanto antes”.

“La falta de un planeamiento no justifica todo el deterioro”

Carlos Garcinuño. | FRAN PALLERO

El edil de Urbanismo de Santa Cruz, Carlos Garcinuño, no se cansa de repetir que el deber de conservación de los edificios es una obligación de los propietarios y que nada tiene que ver con que el Plan Especial de El Toscal aún no esté aprobado de manera definitiva, ya sin condicionantes. “No se puede confundir la ausencia de un planeamiento con el deber de conservación de las edificaciones. No niego que puede puede haber una relación directa, pero no necesariamente justifica el deterioro existente en el barrio”.

El enfrentamiento entre Urbanismo y el área insular de Patrimonio ha sido evidente en los últimos meses. Mientras el actual concejal defendía hacer cambios que el Cabildo consideraba innegociables (permitir más remontas o que las licencias no tuvieran que pasar de nuevo por Patrimonio), desde Urbanismo se aseguraba que se estaba imponiendo un criterio que no estaba recogido en ninguna normativa. Finalmente, Santa Cruz cedió y se comprometió a corregir los reparos impuestos por Patrimonio en la aprobación condicionada, que es como se encuentra en estos momentos el documento. “Hemos tenido reuniones internas trabajando en los puntos que acordamos en la última reunión con Patrimonio y espero mantener distintas reuniones con el Cabildo para que las propuestas que estaban ya negociadas reciban el visto bueno definitivo”, explicó Garcinuño sobre el punto en el que se encuentra el Plan Especial de El Toscal.

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