Mantener día a día una estructura de 110.000 metros cuadrados en la que viven 682 personas y trabajan otras 365, como es la Fundación Canaria Hogar Santa Rita, no resulta fácil. Por eso su presidente y el director gerente de la fundación, Roque Silva y Tomás Villar, respectivamente, lanzan un “desesperado” SOS para que las administraciones públicas brinden más apoyo económico. También le piden al Cabildo de Tenerife que aumente el número de camas concertadas, que sigue siendo el mismo desde 2001, solo 64 de las 710 de cupo homologado que tiene el hogar. “Este es uno de nuestros principales caballos de batalla”, subrayan ambos.
El Hogar Santa Rita fue fundado hace 25 años por el fallecido padre Antonio Hernández, funciona como una pequeña ciudad dentro de un municipio, Puerto de la Cruz. Desde entonces se mantiene con los ingresos que aportan los usuarios, sus familias, y las ayudas de instituciones públicas y privadas. Sin embargo, es insuficiente y su continuidad está en riesgo. Y aunque no quiere ser alarmista, Tomás Villar reconoce que la situación es compleja, pese a haber superado la grave crisis económica que sufrió la entidad cinco años atrás y obligó a sus responsables a tomar medidas drásticas, como plantear un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) y cerrar el balneario.
Actualmente, de los 31 ayuntamientos de la Isla solo 14 contribuyen con el centro, entre los que destacan La Laguna, con 55.220 euros anuales, y Santa Cruz, con 48.000, aunque hay residentes de todos los municipios. Puerto de la Cruz no colabora desde 2009, mientras que otros como La Guancha y Santa Úrsula se sumaron este año. Aun así, el importe total de todos los participantes es de 228.000 euros al año, una cantidad que no llega al 2% del presupuesto de la fundación.
Los días pasan y las nóminas del mes alcanzan los 550.000 euros, a los que se añaden 158.000 de Seguridad Social, 20.000 euros de luz, otros 25.000 de propano y 5.000 del mantenimiento de los ascensores, por citar algunos de los gastos de la fundación. “No tenemos dinero para todo eso, por eso intentamos reunirnos con las grandes empresas para que contribuyan con nuestro trabajo”, asegura el gerente.
LEY DE DEPENDENCIA
La entidad benéfica también solicita a las administraciones responsables que se reconozca a los usuarios que tienen derecho a la Ley de Dependencia. En una primera etapa se consiguieron 110 ayudas, un porcentaje “ínfimo”. Por fortuna, las solicitudes llegaron con retroactividad y con ese dinero, casi cuatro millones, “que son derechos de los abuelos, se consiguió equilibrar las cuentas”, precisa Tomás Villar.
A día de hoy son 228 los expedientes de dependencia que se cobran y “ayudan mucho”, pero se requieren más para cubrir el déficit existente en las plazas, ya que los ingresos de los 682 usuarios son diferentes. Cerca de 200 únicamente aportan los 360 euros de la pensión no contributiva (PNC) y 36 no pagan “absolutamente nada”, según Villar, con lo cual la diferencia de entre plazas es grande. En este sentido, detalla que el coste de atención de cada persona oscila entre los 1.200 y 1.300 euros mensuales. Pero muchas no cuentan con ese dinero y, en muchos casos, sus familiares no trabajan y tampoco pueden aportar.
El director recuerda que la Fundación se creó el 6 de noviembre de 1990 gracias a un donativo de Óscar Regalado, una persona a la que el padre Antonio Hernández acogió en la iglesia de Punta Brava cuando recién comenzaba a gestar su proyecto de crear una residencia de ancianos. El sacerdote le ofreció su cama y él durmió en el pasillo. Como reconocimiento a su solidaridad, Regalado le donó dinero para que “empezara lo que tuviera que empezar”. Así comenzó la visión futurista del párroco, que luego derivó en la creación de Santa Rita II, en Las Dehesas. Allí fueron trasladados en octubre de 2008 los ancianos que residían en Santa Rita I, en Punta Brava, tras el incendio ocurrido en sus instalaciones. Desde entonces, este último centro permanece cerrado.
AÑOS DIFÍCILES
En 2011, en plena crisis económica y coincidiendo con el fallecimiento del cura, las cosas se complicaron. La entidad tuvo que hacer frente a una deuda de ocho millones, de los cuales más de dos eran con la Seguridad Social. Esa situación conllevó a que sus cuentas empezaran a ser auditadas por el Gobierno de Canarias. Actualmente la deuda no llega a los dos millones, un reto que se ha logrado trabajando mucho, sobre todo con esta última administración, “lo que demuestra que detrás de muchos políticos hay un gran corazón”, declara Villar.
Para los responsables de la Fundación, la mejor manera de celebrar su 25 aniversario es colaborar y ayudar a que el legado del padre Antonio no se pierda. Entre otros motivos, porque creen que es un milagro suyo, y de los pedacitos de cielo que vendía, el haber podido superar todas las dificultades y poder mantener Santa Rita.
[su_note note_color=”#d0d3d5″ radius=”2″]Más de 1.000 trabajadores y 4.200 usuarios atendidos en 25 años
En estos 25 años han pasado por el hogar Santa Rita 4.200 personas y trabajado casi 1.000. Nació para ayudar a las personas más necesitadas, una filosofía que los 365 socios fundadores representados por el Patronato quieren mantener, y por eso es indispensable el apoyo institucional. Entre las medidas implementadas para aumentar los recursos está el alquiler, desde una parcela destinada a aparcamientos de caravanas hasta salas homologadas para dar cursos de formación y los fines de semana, los asadores. “Aunque es mínimo, todo suma”, sostiene Tomás Villar. La fundación tiene fincas con frutas y hortalizas y plataneras, que contribuyen al consumo diario y se donan a otros centros que están en la federación nacional.[/su_note]