Bodega Comarcal Valle de Güímar: Veinte años de buen vino

La cooperativa vinícola de más de 150 socios produce 200.000 litros al año y lo vende todo en restauración, hostelería y grandes superficies
José Bruno Albertos, máximo responsable de la boega / FRAN PALLERO
José Bruno Albertos, máximo responsable de la bodega / FRAN PALLERO

“Producimos aproximadamente 200.000 litros de vino al año y lo vendemos todos”, afirma orgulloso José Bruno Albertos, responsable de la Bodega Comarcal Valle de Güímar, que este año cumple su vigésimo aniversario y un ejemplo de cooperativismo en este sector tan competitivo en Tenerife.
Las marcas Brumas de Ayosa y Pico Cho Marcial, en blancos y tintos, son referencia de consumo en la restauración, hostelería y grandes superficies de toda Canarias, con especial predilección por el blanco afrutado Brumas de Ayosa, del que se vendieron 60.000 unidades de la cosecha del 2014, muestra de la gran aceptación de estos caldos que nacen de las uvas de toda la comarca del Valle.
La bodega comarcal está ubicada en el municipio de Arafo, en la carretera de subida al Teide, a unos 700 metros de altitud. Rodeada de naturaleza, paisaje agrícola y silencio, desde aquí se tienen las mejores vistas del Valle de Güímar.
La belleza arquitectónica de la bodega permite las visitas guiadas. Un personal experto explica el proceso de elaboración de los diferentes tipos de vino, incluyendo el nacimiento del espumoso por el método champanoise, para acabar con la degustación de los caldos.
En la actualidad, la bodega tiene capacidad en sus depósitos para albergar 600.000 litros, aunque lo habitual es que no se sobrepase el 50%, porque se hizo desde un principio pensando en su expansión. “La cosecha del año pasado se presumía muy buena, pero las lluvias de agosto, pudrieron mucha uva y finalmente no fue buena ni en cantidad ni en calidad”, afirma Bruno Albertos, que valora el trabajo de los técnicos para mantener un buen vino en esas circunstancias, “lo que nos ha llevado a obtener nueve premios, dos de ellos internacionales”.
El presidente de la bodega indica que solo se compra uva a los viticultores del Valle, tanto de las zonas altas de Las Dehesas y Las Coloradas, a 1.05 euros el kilo, como en las zonas bajas, a 90 céntimos el kilo, algo más caro cuando se trata de moscatel o malvasía.
Listán blanco, listán negro, moscatel y malvasía son las principales cepas, aunque ahora se trabaja también con la Merlot para tintos y algunos viticultores han empezado a experimentar con viñas de albillo y verijadiego.

La historia
En 1989, 15 viticultores del Valle presididos por Marcial Gómez decidieron formar la S.A.T. Viticultores Comarca de Güímar, con el objetivo de elaborar un vino embotellado por primera vez en la comarca.
Al no disponer de bodega propia arrendaron un salón de reducidas dimensiones en el barrio de Chacona (Güímar), en el que empezaron a elaborar y embotellar unas 15.000 botellas de vino blanco al año bajo la marca Pico Cho Marcial.
En 1996 finalizan las obras de construcción de la bodega actual ya eran 95 socios y con las nuevas instalaciones se pasó a una producción de 70.000 botellas, aunque la capacidad total es de 600.000 litros. “También se dio un salto de calidad apoyado por un nuevo equipo técnico encabezado por Domingo Delgado, lo que nos permitió entrar en la Denominación de Origen Valle de Güímar , que se aprobó ese mismo año, con los vinos Pico Cho Marcial y la nueva marca Brumas de Ayosa”, relata José Bruno Albertos.
“Fuimos muy innovadores allá en el 98 cuando introdujimos la botella azul para nuestro vino blanco afrutado. La historia empezó mucho antes, cuando Liliana estaba diseñando la imagen de los vinos. Se pidieron muestras de botellas a varios fabricantes, y el color azul fue como un imán”, recuerda.
En el año 2000 la Bodega Comarcal Valle de Güímar fue pionera en Canarias en la elaboración de un vino espumoso -no se le puede llamar cava- con segunda fermentación en botella, según el método champenoise. “No era sólo un reto técnico, sino más bien una obligación al disponer de uvas con características de maduración muy apropiadas para ser elaboradas de esa manera. Llegamos a obtener algunos premios internacionales con nuestro Brut Nature y recientemente ha logrado cuatro zarcillos de plata en Valladolid”.
Hoy en día la bodega es propiedad de 152 familias que cultivan sus propias viñas en fincas hasta los 1.500 metros de altitud, distribuidas en terrazas de difícil acceso, no mecanizables y en algunos casos sin agua de riego. Casi se podría decir que se trata de una viticultura heroica.
Es, por tanto, una de las zonas vitivinícolas más alta de Europa. La altitud, los suelos de origen volcánico, el predominio de los vientos alisios, unido a la elevada luminosidad y clima primaveral de la zona, hacen posible el cultivo de una uva diferenciada de alta calidad, de la que habitualmente se recogen en torno a 250.000 kilos anuales.
“En todos estos años hemos conseguido numerosos reconocimientos regionales, nacionales e internacionales; convirtiéndonos en un referente en vinos blancos con el Brumas de Ayosa afrutado, además de elaborar uno de los primeros espumosos de calidad Brut Nature y el primer espumoso de calidad Brut Nature Reserva de Canarias, aunque en este último caso con una tirada limitada a unas 1.000 botellas, el único vino que no es joven en nuestra bodega”.

La capacidad de la bodega admite hasta 600.000 litros / F.P.
La capacidad de la bodega admite hasta 600.000 litros / F.P.

Las instalaciones
La bodega está dividida en dos plantas, lo que permite la entrada de uva sin necesidad de bombas, la gravedad hace su trabajo. En la planta inferior están las naves de elaboración y almacenamiento, laboratorio y embotellado. Siendo la planta superior para la recepción de uva, cámara frigorífica y oficinas.
Está dotada de todos los adelantos técnicos que -unidos a las técnicas tradicionales de elaboración- hacen posible la calidad de nuestros vinos.
Está dividida en distintas zonas: una sala de recepción y vendimia, una nave de fermentación y almacenamiento, una sala de envejecimiento y cava, una sala de embotellado, oficinas, una sala de cata y el almacén. En los alrededores de la bodega disponemos de fincas experimentales de viña además de amplios jardines y aparcamientos.
El diseño funcional -acabados en materiales nobles, preciosas vistas y la posibilidad de poder comprar y degustar los vinos- hacen de esta bodega un lugar atractivo al visitante, tanto que en estos días, por ejemplo, es parada obligada para periodistas de medio mundo que prueban en la Isla dos prototipos deportivos de la firma británica McLaren, muchos de los cuáles han tenido oportunidad de probar sus caldos y reconocer que algo tiene el vino cuando lo bendicen.

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