Benjamín Reyes / La Palma
Lloyd Kaufman (Nueva York, 1945) ha sido, sin lugar a dudas, la estrella absoluta del pasado XI Festivalito de La Palma, celebrado la semana pasada. Adalid de la contracultura en la línea transgresora de Robert Crumb (El gato caliente) o Peter Bagge (Mundo idiota), en 1974, fundó, junto a Michael Herz, la productora y distribuidora Troma. En 1984 crearían su película totémica: la vitriólica, El vengador tóxico, que se ha convertido en parte de la cultura popular. Su influencia se extiende desde South Park a Santiago Segura, pasando por Broadway, que en 2009 le dedicó un musical.
–Lo de coincidir en su etapa universitaria con Oliver Stone y George Bush tiene su guasa.
“En realidad, los padres de Oliver Stone y los míos eran vecinos. El interés de Oliver por el cine surge a raíz de nuestra relación. Sí, en mi etapa de estudiante coincidí con George Bush. Ya en aquella época andaba por el campus buscando armas de destrucción masiva” (risas).
-¿Cómo surgió Troma?
“Troma nació del interés de Michael Herz y el mío por rodar películas con libertad artística y poder expresarnos sin tapujos. Tuve la suerte de coincidir con un cinéfilo en mi atapa en Yale, que tenía revistas de Cahiers du Cinéma, gracias a la cual conocí a François Truffaut, Jean-Luc Godard y el movimiento de la nouvelle vague. Lo cual me motivó para hacer mi propio cine”.
–¿Cómo se han dividido el trabajo Michael Herz y usted durante este tiempo?
“Al principio codirigíamos todas las películas, pero en algún momento, entre El vengador tóxico 2 y 3, Michael dejó de ir al set porque eso implicaba levantarse temprano y marcharse tarde, por eso, desde entonces se ha dedicado a la parte financiera. El vengador tóxico lo rodamos juntos, pero a él no le gusta lo de estar frente a las cámaras”.
–¿Se considera un adalid de la contracultura?
“En cierta forma sí. Nos hemos pasado cuarenta años batallando por subir los estándares del cine independiente y luchar contra las grandes multinacionales. Por eso en el cine de Troma los malos son estas grandes multinacionales. Todas nuestras películas van de lo mismo: un pequeño pueblo (Tromaville) que lucha contra la conspiración de las multinacionales y la élite política. A veces, El vengador tóxico o el sargento Kabukiman, tiene que acudir en ayuda de los habitantes de este pueblo”.
–Concita la atención que siendo Mizoguchi uno de sus cineastas predilectos haya optado por el cine más bizarro.
“La emperatriz Yang Kwei Fei, de Mizoguchi, es mi película predilecta. En cierta forma, existe una relación entre el cine de Mizoguchi y el de Troma. El cine de Troma está subido a los hombros del cine de Charles Chaplin, Buster Keaton o John Ford, ya que ellos forman parte de mi formación como cineasta y de alguna manera afloran en el cine de Troma. Picasso comenzó siendo figurativo y luego creó su propio lenguaje. En 2013 fuimos al Festival de Cannes bajo el movimiento Ocupa Cannes y un documental, que quería poner de relieve la disparidad de oportunidades entre los creadores independientes y las grandes productoras, y algunos críticos nos compararon con Marcel Duchamp”.
-¿El vengador tóxico es un alegato ecologista?
“Todas las películas de Troma tienen un trasfondo político y social. Están protagonizadas por alguien que nadie espera que sea el héroe. En Return to Nuke´Em High Volume 1 y 2 (2013/2016) aparece una pareja de adolescentes lesbianas que tienen que luchar contra el acoso escolar. En Estados Unidos los adolescentes se están suicidando y estas películas luchan contra esto. Troma sigue en pie porque además de sexo y violencia, tamizados por el humor, nuestro cine encierra un mensaje”.
-El hecho de que un filme de calidad como Screamplay (1985), rodado en blanco y negro, fuera un fracaso comercial marcó un punto de inflexión en la trayectoria de Troma, que apostó por el cine más underground.
“En realidad todas nuestras películas pierden dinero. Troy Parker, de South Park, dice que nadie sabe hacer cine y perder dinero como yo. Screamplay es un filme maravilloso, pero los cines no la quisieron porque está rodada en blanco y negro”.
– ¿Qué opinión le merece la versión de Off Broadway de El vengador tóxico del 2009?
“Es excelente, es muy divertida. No tengo ninguna responsabilidad en este musical. Actualmente está triunfando en Londres ya que han sabido captar la esencia de nuestro peculiar sentido del humor y hacerlo digerible para todo tipo de públicos. David Bryant, el teclista de Bon Jovi, vio la película cuando tenía 12 años y desde entonces quería hacer un musical”.
–¿Es cierto que Troma termina de rodar películas de Hollywood que se quedan sin financiación?
“Ha pasado en algunas películas de bajo presupuesto que contaban con algunos actores que ahora son estrellas de Hollywood como es el caso de Def by Temptation (1990), en la que figura Samuel L. Jackson. Incluso Troma rodó algunos exteriores de Rocky (1976). Hice un cameo, interpretando a un borracho tirado en la comisaría de policía”.
–Troma va a distribuir en Estados Unidos tres filmes de tres directores canarios. ¿Qué tiene que tener una película para que la distribuyáis?
“La isla del infierno, de Javier F. Caldas; La luz de mafasca, de José Víctor Fuentes, y 30 monedas, de Ado Santana son películas que sintonizan con el espíritu de Troma. Para que distribuyamos una película no puede ser solo lo gore por lo gore, tiene que ser realmente independiente y tener alma”.
–Dylan Greenberg y su Dark Prism representa la tercera generación de Troma. ¿Cree que ha creado escuela?
“Hemos creado Troma Film Institute para buscar talento joven. Dylan rodó su primer largometraje con 17 años, ahora presenta Dark Prism con 19 años por primera vez en Europa en el marco del Festivalito. El espíritu de Troma tiene futuro”.