Veinte años de espíritu, sacrificio y solidaridad

La Asociación de Bomberos Voluntarios de La Laguna cumple dos decenios ofreciendo ayuda y colaboración desinteresada en las emergencias de varios municipios de la Isla

Fotos ANDRÉS GUTIÉRREZ

“Esto es un grupo de amigos, es amistad, inquietud por colaborar y ese es nuestro lema: Ayudando y Colaborando. Esto es espíritu, sacrificio y solidaridad total. Es dar algo a cambio de solo las gracias”. Así describe Emilio Prieto la Asociación de Bomberos Voluntarios de La Laguna, de la que es presidente y el único de los cinco fundadores que quedan.

La asociación nació en 1996 por “la preocupación de un grupo de ciudadanos que, ante la falta de medios en el municipio, decidimos agruparnos en una asociación de bomberos voluntarios, ayudando y colaborando con nuestros propios medios o buscándolos, a través de subastas, rifas, donaciones, subvenciones, proyectos… Y así, poco a poco, hemos ido adquiriendo lo que hoy tenemos”. “El 98% del presupuesto del gasto corriente de esta asociación -explica- está cubierto por el Consorcio de Bomberos de Tenerife, a quienes les hacemos llegar la previsión de gastos y el consorcio lo revisa, confirma y autoriza. Y las inversiones van en base a las necesidades que tengamos, se argumenta, el Consorcio lo certifica y autoriza la compra”.

Así, la Asociación ha ido creciendo desde un pequeño local en el colegio de San Benito, cedido por la asociación de padres, hasta el actual edificio alquilado en San Miguel de Geneto, donde cuentan con 28 miembros, además de cerca de 100 socios colaboradores; y cinco vehículos, dos bombas urbanas, una de las cuales necesitan sustituir ya, y tres unidades de rescate especiales, así como el resto de material necesario para desarrollar su trabajo. Aun así, están a la espera del nuevo parque que las administraciones canarias se comprometieron a levantar, en el año 2011, en El Gramal-Montaña Pacho.

La asociación es entidad colaboradora del Consorcio de Bomberos de Tenerife, por lo que trabajan en base a su normativa, reglamento y jerarquía. “En la sala del 1-1-2, en la zona de bomberos, hay un personal propio del Consorcio que recibe la llamada, y en función del tipo de servicio, la hora y el sitio está protocolizado qué parque debe de ir y cuál no. A nosotros se nos activa en base a ese protocolo, podemos ir solos o en conjunto con otros parques voluntarios o profesionales”.

En los servicios de nivel uno, los menos graves, actúan solos y dan cobertura geográfica a un radio de 25 kilómetros cuadrados, lo que equivale a la protección de 75.700 residentes; mientras que para los servicios de nivel dos, más graves, trabajan junto con otros parques en un área de 120 kilómetros cuadrados y 198.500 habitantes.

Incendios y vandalismo

En la actualidad, la asociación realiza un centenar de actuaciones al año, casi siempre en fines de semana, que es cuando los 28 voluntarios se reparten en turnos de guardia, ya que entre semana, con sus respectivas responsabilidades laborales y familiares, permanecen localizables para actuar en caso de grandes actuaciones o catástrofes. Los servicios más habituales que cubren, según explica Emilio Prieto, son incendios de contenedores, papeleras y vehículos, por vandalismo, así como de viviendas. “Salvo mercancías peligrosas, rescates en el mar y levantamiento de cadáveres, hacemos de todo”, apunta.

Algunas de las actuaciones que más se han quedado en la memoria de estos voluntarios han sido la riada del 31 de marzo de 2002, la tormenta Delta de 2005, el incendio del edificio del Obispado y el reciente derrumbe del edificio de Los Cristianos. “Aquello fue muy duro porque empiezas a escarbar y a mover y sabías que te podías encontrar personas dentro, psicológicamente ha sido el servicio más duro”, recuerda.

Las puertas de la Asociación están abiertas para todo el que quiera ayudar, cualquier profesión es bien recibida y tiene utilidad. Además, aquí se les ofrece formación, así como en colaboración con otros parques, sobre las distintas tareas y se les va especializando. Es más, desde 2007 están hermanados con el Parque de Bomberos Voluntarios de la ciudad alemana de Hofolding, donde también han viajado para aprender. Las únicas condiciones son ser mayor de edad, no vivir más lejos de Candelaria o La Matanza y, sobre todo, tener claro el compromiso y sacrificio de tiempo que supone para uno mismo y para la familia, ya que “ellas también pagan un precio alto”.

A la espera, desde 2011, de que comiencen las obras del futuro parque

El anterior alcalde de La Laguna, Fernando Clavijo, anunció en 2010 que a lo largo del siguiente año comenzaría la construcción de la primera de las tres fases del nuevo parque para los bomberos voluntarios. El edificio, con un presupuesto total en torno al millón y medio euros, se levantaría en un solar de unos 1.900 metros cuadrados situado en la zona de Montaña Pacho-El Gramal, junto a la vía de servicio de la TF-2, cedido por el Ayuntamiento de La Laguna al Consorcio de Bomberos de Tenerife.

“Iba todo bien y nos consultaron cómo queríamos que fuera por dentro y se respetaron todas nuestras aportaciones. Pero se quedó ahí”, apunta el presidente de la asociación, quien destaca que el proyecto lleva paralizado desde entonces.

“Hace unos meses nos visitó el presidente del Cabildo, quien nos confirmó que este año, sí o sí, se retomaría otra vez y se sacaría”, añade.

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