El aciago día en que Buenavista perdió una parte de su historia

El 22 de junio se cumplieron 20 años del trágico incendio que arrasó la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, un templo con más de 500 años que albergaba un rico patrimonio cultural y religioso

El sábado 22 de junio de 1996 España jugaba con Inglaterra los cuartos de final de la Eurocopa. La tarde recién comenzaba y la mayor parte del pueblo de Buenavista del Norte estaba atento al partido, a excepción de algunos vecinos que alertaron al resto del trágico suceso: la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios ardía en llamas.

Las llamas arrasaron con el rico patrimonio artístico que albergaba la iglesia. Serrano
Las llamas arrasaron con el rico patrimonio artístico que albergaba la iglesia. Serrano

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El incendio, que se inició en la zona del presbiterio pero que se extendió rápidamente a todo el templo, arrasó también con varias imágenes, entre ellas, las de la patrona, la Virgen de Los Remedios, una talla del siglo XVII de la escuela sevillana, atribuida a Miguel Adán. También destruyó el artesonado de inspiración mudéjar; un elegante retablo barroco de la escuela de Martín de Andújar; gran parte del espléndido trabajo en cantería; y el valioso museo de arte sacro. Únicamente se pudo salvar una imagen: la de Santa Cecilia.

La velocidad con la que se propagaron las llamas, debido en parte a los materiales que había en el edificio, como la madera de tea, fue de tal magnitud que estuvo a punto de afectar al antiguo granero, que luego se destinó como salón parroquial.

El incendio supuso una auténtica catástrofe que dejó al pueblo huérfano de uno de sus principales bienes patrimoniales, históricos y religiosos. La iglesia, con 500 años de historia comenzó a construirse en el año 1513 gracias al esfuerzo de doce vecinos que querían tener una casa de dios.

La reacción de los vecinos fue inmediata. Esa misma noche se creó una comisión pro reconstrucción con todos los colectivos, asociaciones y fuerzas políticas de Buenavista. También la rapidez con la que se organizaron las administraciones. Ese mismo día, dada la magnitud del suceso, acudieron al lugar diferentes autoridades que no dudaron en ofrecer su apoyo al entonces alcalde, Aurelio Abreu. Desde el ex Gobernador Civil de la Provincia, Heliodoro Rodríguez; pasando por vicepresidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior; el Obispo de la Diócesis Nivariense, Felipe Fernández; el viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, Ángel Marrero; y los alcaldes de los municipios vecinos de Icod de los Vinos, La Guancha, El Tanque, Garachico y Los Silos, entre otros.

Todos ellos se propusieron como objetivo recuperar el templo, una tarea que no resultaría sencilla pero en la que se comenzó a creer que era posible doce días después, cuando el Parlamento de Canarias instó por unanimidad al Gobierno regional a habilitar una partida de 300 millones de las antiguas pesetas para levantar la iglesia. Era la primera vez que una propuesta fuera del orden del día se aprobaba de forma unánime, recuerda Abreu.

En este sentido, destaca el compromiso de Pedro Rodríguez Zaragoza, entonces consejero regional de Hacienda, con quien estuvo toda la noche anterior intentando liberar las partidas presupuestarias de las diferentes consejerías del Ejecutivo autónomo para conseguir el dinero.

El actual consejero insular llevaba 13 años al frente del Ayuntamiento y todavía no puede borrar de su memoria aquel aciago día. “Sobre todo en el momento en el que se rompió una de las ventanas y entró una bocanada de aire que dio la sensación de una bomba explosiva y causó escalofríos en muchos de los presentes. En pocos segundos vimos arder la iglesia de forma descomunal”, relata.

Tampoco el párroco Carmelo González, que tuvo que cumplir un papel muy complicado porque además tenía que tranquilizar a los vecinos,”“echar para adelante y aunar sentimientos”, declara.

Después del sufrimiento de un día terrorífico había que marcar un antes y un después y volver a reconstruir la iglesia, pese a que a que la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias consideró en un primer momento inviable esta opción dada la gravedad del siniestro.

A los pocos días ya se contaba con un grupo de personas que estaba dedicado de cuerpo y alma a trabajar. La comisión de vecinos, cuyo presidente era Manuel Mesa, se reunía todos los lunes con el alcalde y el sacerdote para coordinar acciones y organizar eventos con el propósito de recaudar fondos.

José Miguel Márquez Zárate fue el arquitecto responsable del proyecto de intervención para recuperar el patrimonio histórico destruido por el voraz incendio. Estima que el trabajo realizado es “un referente” de interés por el “rigor absoluto” con el que se hizo. “De tener que repetirlo sería imposible por los esfuerzos que trajo aparejado, tanto humanos como económicos. Fue un verdadero reto”, recalca.

Por citar solo un ejemplo, todas las piezas del pavimento están recuperadas, clasificadas, restauradas y colocadas a mano una por una. Las cubiertas estaban alteradas, “parecía un edificio a dos aguas”, impropias de las invariantes canarias, y con las obras se respetó la organización de volúmenes y génesis del templo original, aquel que se inició en el siglo XVI, catalogado como una joya histórica de la arquitectura de las islas.

Pila bautismal
Márquez hace especial hincapié en la histórica pila bautismal, partida en mil pedazos al caerle encima una parte de la cubierta. Fue pacientemente recuperada gracias a la clasificación que se realizó de todos los materiales que estaban en la iglesia ya arruinada.

Para los vecinos, en esta singular pieza de cantería se concentraba gran parte de su historia y por eso el arquitecto consideró “esencial” que se pudiera restaurar uniendo los trozos de piedra moldurada como un puzzle.”“Es un excepcional testigo de la historia recuperada de Buenavista”, apunta.

El arquitecto recuerda cada detalle de los ocho años en los que se ocupó de la fiel recuperación de la iglesia, en la que además se involucraron todos los habitantes del municipio.

Personas ejemplares
Pero también, a todos aquellos que trabajaron junto a él, incluidos los miembros de la comisión pro-reconstrucción del templo, dado que este renacer de la parroquia se logró gracias al trabajo “ejemplar” de muchas personas.

Entre ellas, cita al químico Eduardo Medina de la Rosa; al Catedrático de Historia Alberto Darias Príncipe; al geólogo Juan Coello, quien señaló la cantera de procedencia para la reposición de la piedra; a los propietarios de la finca que la cedieron sin inconvenientes; a la empresa constructora Miguel Hernández Ventura, a la que tilda de “modélica”; a la corporación de aquel momento, que se volcó en la gestión, igual que el Parlamento de Canarias.

Asimismo, nombra a Fernando Mena, quien se encargó de la labor de cantería, que además sirvió para que el oficio no desapareciera en la zona; y al ebanista y orfebre Francisco Viña.

Márquez todavía se emociona cuando se refiere a aquellos años. “Se respetaron todos los criterios, se trabajó en todos los detalles, el retablo, el altar, y para el pavimento se restauraron las mismas losas y guías de madera de tea, pero dándoles la vuelta”, especifica. Él mismo se trasladó a Zamora para supervisar el color de los vitrales, ya que tenía que ser el adecuado porque la luz es un elemento sustancial en el edificio.

Finalmente, después de ocho años de intenso trabajo, el 5 de junio de 2004 la iglesia reabrió sus puertas. Más de 3.000 personas, además de las autoridades civiles, religiosas y militares de la región quisieron ser testigos de un acontecimiento muy esperado, que además sirvió de homenaje a todo el pueblo, verdadero artífice de la reconstrucción.

“Fue un proceso colectivo, ilusionante e irrepetible, en el que todos los que lo integramos, desde los vecinos hasta el gobierno, empujamos en la misma dirección”, manifiesta. Pero sin dudas, sostiene, al igual que Aurelio Abreu, Carmelo González y la actual alcaldesa, Eva García, que lo más importante es haber conseguido que Buenavista del Norte no perdiera su identidad. Y cree haberlo logrado.

JOSÉ MIGUEL MÁRQUEZ: “Fue un trabajo de rigor absoluto”
“Se respetaron todos los criterios, se trabajó en todos los detalles, el retablo, el altar, y para el pavimento se restauraron las mismas losas y guías de madera de tea, pero dándoles la vuelta”, precisa el arquitecto responsable de la obra.

AURELIO ABREU: “Fue el peor momento de mi vida política”
Llevaba trece años como alcalde y lo recuerda como el peor momento no solo de su vida política sino también personal. Ese momento sólo se compensó cuando se volvió a abrir al culto, el 5 de junio del año 2004″.

CARMELO GONZÁLEZ: “El pueblo lloró y yo también lo hice”
“La desolación fue unánime. Al día siguiente nos pusimos manos a la obra y decidimos no mirar los rescoldos del pueblo sino una solución”, dice el párroco de aquel momento, quien además tuvo que tranquilizar a los vecinos.

EVA GARCÍA: “Perdimos parte de nuestra esencia”
La alcaldesa recuerda la impotencia que sintió cuando llegó a la plaza y vió cómo se quemaba “un pedazo de historia”. Pero, rescata la fuerza y la vitalidad del pueblo para levantarse ante la adversidad y reconstruir el templo.

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