Sonrisas palmeras de víctimas sirias

Dos menores refugiados son acogidos en Canarias; uno de ellos ya regresó con su familia y el otro permanece en la isla de La Palma
Miles de refugiados dejan atrás cada día las fronteras de Siria en busca de una nueva oportunidad. Reuters
Miles de refugiados dejan atrás cada día las fronteras de Siria en busca de una nueva oportunidad. Reuters

El conflicto bélico ha obligado a millones de sirios a abandonar su país hacia otros territorios, mayoritariamente en Europa. Muchos, incluso, han perdido la vida intentando dejar atrás la miseria y la guerra y buscar una oportunidad. Pero no siempre han encontrado las puertas abiertas. Ante esta situación, Canarias mostró hace ya un tiempo su compromiso de acoger a refugiados sirios y, de hecho, desde el pasado mes de junio dos menores procedentes de ese país en guerra residen en las Islas en situación de acogida, estando su tutela en manos del Gobierno regional hasta que alcancen su mayoría de edad.

El traslado de los dos menores se llevó a cabo tras un acuerdo rubricado entre la Consejería de Políticas Sociales y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), después del llamamiento llevado a cabo por este último ente. El objetivo, una vez firmado el acuerdo en febrero de este año, era llevar a cabo un proyecto piloto que incluía el traslado de entre cinco y siete menores. Finalmente, solo dos fueron los adolescentes que en junio llegaron al Archipiélago, procedentes de Melilla, donde vivían.

La Palma fue el lugar escogido para estos dos chicos de origen sirio, que pasaron a residir desde entonces en un centro de acogida dependiente del Cabildo insular. En este tiempo, los menores han podido llevar a cabo una vida normal, totalmente adaptados, en compañía de sus cuidadores y de sus compañeros de centro.

Cinco meses después de la llegada a la Isla Bonita, la vida de estos chicos ha cambiado. Por un lado, uno de ellos, al haber cumplido la mayoría de edad recientemente, ha podido reunirse con su familia, que se encontraba en Centroeuropa. El otro joven, de 17 años aún, se ha escolarizado y se plantea, incluso, permanecer algún tiempo más en Canarias, una vez cumplidos los 18 años.
El director general de Infancia y Familia del Gobierno de Canarias, Mauricio Roque, desvela a DIARIO DE AVISOS cómo ha sido la evolución en estos cinco meses de los dos menores sirios y asegura que la integración ha sido muy favorable, hasta que hace aproximadamente un mes, el mayor de los dos chicos cumplió la mayoría de edad.

La historia de este joven no ha sido nada fácil. Hace un tiempo salió huyendo de la ciudad icono del drama sirio, Alepo, donde vivía, a causa de la guerra y logró entrar a Europa por Melilla, como muchos otros refugiados. “Su familia estaba en Alemania, por lo que el joven optó por reunirse con ellos una vez alcanzada la mayoría de edad”, narra Roque. “El Gobierno ha ayudado en todo el procedimiento, localizando a la familia y facilitando su traslado para la reagrupación, y sabemos que todo se ha llevado a cabo de forma correcta”, explica. Además, recalca que se ha validado toda la documentación y demás trámites para confirmar que, efectivamente, se trataba de su entorno familiar.

El otro joven aún permanece en La Palma, en un centro de menores, hasta que en enero cumpla los 18 años. Procede de la provincia de Kobani, al norte del país, y logró salir de Siria a través de Argelia, donde vivió cerca de un año y medio. Tras este tiempo, consiguió entrar en Melilla y, al igual que su compañero de viaje, se trasladó a las Islas el 3 de junio, gracias al mencionado convenio con Acnur. En este caso, a diferencia del otro menor, la familia se encuentra repartida en distintos puntos del continente europeo, lo que dificulta el reencuentro. “Este chico está totalmente integrado, cuenta con la tarjeta de asilo, acude a su instituto y, además, practica un deporte federado”, señala el director general de Infancia y Familia.

Roque también adelanta que cuando llegue el momento de que cumpla la mayoría de edad, el joven decidirá qué hacer, pero, a priori, se está plateando permanecer en la isla, puesto que es más complicada su reubicación con el núcleo familiar. “En ese momento estaremos ayudando y prestando los servicios que requiera, en función de la decisión que tome”, puntualiza.

Al cumplir los 18 años, el joven deberá pasar a otro tipo de recurso asistencial si decide continuar su vida en La Palma. Para ello, como cualquier joven en esta situación, podrá acceder a las ayudas previstas por el Ejecutivo regional, tanto de vivienda como de manutención o educación, o se le facilitará el tránsito a su etapa laboral. “Nosotros prestaremos asesoramiento y se le darán a conocer todas las opciones, se intentará que continúe su formación, pero es una decisión de él, como persona mayor de edad”, reitera el responsable regional.

El idioma

Santa Cruz de La Palma es la localidad que ha acogido a estos dos menores, en una instancia que está bajo la responsabilidad del Cabildo palmero. Al respecto, la consejera insular de Asuntos Sociales, Jovita Monterrey, destaca la buena integración en el centro de los dos menores. Detalla que conviven con otros jóvenes no solo procedentes de La Palma, sino también de otros puntos del extranjero, y que “la convivencia ha sido muy buena”. Como anécdota, cuenta que en los primeros momentos uno de sus compañeros de centro le servía como intérprete, ya que hablan el mismo idioma, “pero ahora se ha ido integrando y aprendiendo muy rápido el español”.

Este menor se ha escolarizado en un centro educativo de la capital palmera con completa normalidad. “Aunque ha ido aprendiendo el idioma, todavía ha de superar algunas barreras”, reconoce la consejera. Al igual que el responsable regional, manifiesta la intención, al menos de momento, de que se quede un tiempo en la isla tras su mayoría de edad. “Podrá pasar a otro piso tutelado hasta los 22 años”, informa Jovita Monterrey.

“Ellos han estado muy agradecidos con nosotros y muy contentos en el centro, y nosotros también lo estamos con ellos, porque está siendo una experiencia extraordinaria, de enriquecimiento, que nos permite crecer y mejorar”, asevera la responsable insular de Asuntos Sociales.

El director de Infancia, Mauricio Roque, afirma que, por el momento, no está prevista la llegada de más menores sirios, aunque “el Gobierno está dispuesto a seguir colaborando con el Acnur si así lo reclama”, tras el compromiso adquirido en febrero de este año entre ambos entes en febrero de este año.

Al respecto, Jovita Monterrey sostiene que desde el Cabildo palmero también están dispuestos a seguir colaborando con esta experiencia y acoger, en su caso, a más jóvenes refugiados, ya que, según insiste, “ha sido una experiencia muy gratificante”.

Le encanta jugar al fútbol y salir con sus amigos, “como a cualquier pibe de su edad”

Por David Sanz/Santa Cruz de La Palma

Vive en un piso, acude a diario a clases en un centro público, sigue la rutina de cualquier joven y tiene aficiones similares. En La Palma, este joven sirio, ha recobrado la normalidad de la que lo arrancó un destierro obligado de su patria, su cultura y su familia.

De esta integración en su nueva vida dan fe quienes comparten su día a día, que son, junto con los otros menores con los que convive, los miembros de la ONG Promepal, que se encarga de la gestión de este servicio en La Palma.

“Los chicos son como esponjas y se adaptan enseguida”, comenta Juan Carlos Cabrera, uno de los responsables de esta asociación, quien precisa que “le gusta el fútbol, salir con los amigos e ir al cine como a cualquier pibe de su edad”. “Hoy en día es un palmero más”, sentencia.

De hecho, tiene ganas de seguir preparándose para labrarse un futuro en La Palma, donde participa en un programa de formación básica, en el que además del contenido teórico, recibe formación profesional. Todavía no tiene nada decidido y “está probando” para saber hacia dónde encaminar su carrera.

Entre los monitores y los menores se va creando un vínculo especial. De hecho, hablan semanalmente con el menor sirio que regresó a Alemania. Y a pesar de la alegría del reencuentro con su familia, confiesa que echa de menos la Isla, entre otras cosas, por el clima y poder seguir estudiando, porque en el país germano no se lo permiten hasta los 21 años.

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