El Iberostar Tenerife no conoce de imposibles

Los aurinegros afianzan su histórico liderato en la ACB tras imponerse al Real Madrid
Foto: Sergio Méndez

El Iberostar Tenerife no tiene techo. Cuando peor parece que se le pueden poner las cosas, gana al Real Madrid (75-64), manteniendo su liderato con dos triunfos de ventaja respecto al todopoderoso equipo blanco.

Los canaristas vencieron a los madridistas a lo grande, dando la cara, ofreciendo un pulso en anotación que, curiosamente, dejó a los de Pablo Laso con la segunda peor de toda la temporada (64 puntos), algo que se cimentó en un primer cuarto en el que los locales, con 6 de 6 en triples, mantuvieron a su público en pie buena parte de los primeros 10 minutos de partido.

Pablo Laso no esperaba la salida en tromba aurinegra, parando el encuentro con un tiempo muerto con una desventaja de ocho puntos (24-16), que solo pudo ser maquillada cuando sonó la bocina que ponía fin al primer parcial (26-24).

Los madridistas empezaban a parecer un equipo poco fiable, pero lo peor para ellos estaba aún por llegar. Cuando Aaron Doornekamp no estuvo en pista tras haber metido todos los lanzamientos de campo que intentó, aparecieron allí Tim Abromaitis, el hombre del semblante serio, y Davin White, que cada vez que juega hace que provoque mayor rabia que no aterrizara en Tenerife hace años. Muchos años.

Entre uno y otro mantuvieron a raya al Madrid a pesar de que el acierto desde el triple no se pudo mantener. De igual modo, gracias a sus primeros buenos números, los locales llegarían al descanso con un 9 de 18 desde más allá del arco de 6,75 y con un esperanzador 43-37 en el marcador. Los visitantes tenían que enseñar los dientes, al menos era lo que muchos de los asistentes al Santiago Martín esperaban, pero, curiosamente, el que mostraría una agresividad espectacular sería el Iberostar Tenerife. Es cierto que los porcentajes en tiros de campo fueron peores, pero gracias a una buena defensa sobre Ayón, que en la primera mitad había metido en serios apuros a los insulares, los jugadores de Txus Vidorreta comenzaron a adquirir una nueva renta que resultaría siendo decisiva a pesar de ser solo de cinco tantos (57-52).

El caso es que el Real Madrid había ido a rueda durante 30 minutos, y eso algunos equipos grandes, y algunos jugadores de equipos grandes, no lo saben asumir de la mejor manera. El mejor ejemplo de eso sería cuando Anthony Randolph, fuera de sí, aplaudió una falta personal que le habían señalado los colegiados. El estadounidense vio cómo era castigado con una técnica, pero, lejos de variar su actitud, continuó aplaudiendo. Segunda técnica, descalificante, y el Iberostar Tenerife 13 puntos arriba (67-54).

Instantes antes había sido Marius Grigonis el que, encarándose con Luka Doncic, había conseguido que la prometedora estrella eslovena se fijara más en su duelo particular que en el propio encuentro en sí. El lituano adornó este pique con un mate de los que duelen al rival.

El equipo de Pablo Laso vio cómo, de repente, se encontraba inmerso en un encuentro que había perdido a pesar de los intentos de Jaycee Carroll de amargar una nueva tarde a la afición canarista, como ya hiciera cursos atrás, pero, en esta ocasión, el tirador estadounidense abandonó Tenerife sin haber logrado anotar un solo triple.

Con Bogris dando la puntilla (71-56), el Santiago Martín volvió a despedir a los suyos con una cerrada ovación, mientras volvía a hacerse la misma pregunta desde hace semanas: ¿dónde está el techo de este equipo?

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