A menos de un año para cumplir su vigésimo aniversario, el parque etnográfico de Güímar, impulsado en los noventa por el explorador noruego Thor Heyerdahl y su amigo, el conocido naviero y empresario Fred Olsen, ha recibido dos distinciones de las que puede presumir. El día 6 de mayo, en Zagreb (Croacia), fue nominado a museo del año en Europa, y en Barcelona logró tres días antes la aprobación unánime para ser considerado como jardín botánico. Hoy, como le gusta decir a Alicia Barroso, su directora de Operaciones y Relaciones Externas, en el parque se pueden ver “pirámides y mucho más”.
Los visitantes del parque no acuden solo a admirar las impresionantes pirámides de piedra y el aula de Thor Heyerdahl. Ahora, además, pueden disfrutar, en 20.000 metros cuadrados de jardines autóctonos, con una ruta botánica canaria, una ruta de exportaciones y otra al aire libre de interés cultural, que reúne diversos aspectos de la historia y etnografía canaria desde los tiempos de la Conquista. Singular también es el denominado Jardín Secreto, cuya mayor peculiaridad reside en albergar una impresionante selección de especies de enorme belleza, pero altamente tóxicas, además de conocer los mitos, leyendas y hechos históricos relacionados con ellas y con el uso del veneno. A esto se suma la llamada Ruta Volcánica, una exposición permanente que explica el origen volcánico del Archipiélago, mostrando la formación geológica de las Islas Canarias a lo largo de millones de años, así como la actividad volcánica sucedida en tiempos históricos.
El Jardín Sostenible, abierto hace un año, desarrollado en colaboración con la Universidad de La Laguna por los botánicos Wolfredo Wildpret y Victoria Eugenia Martín Osorio, representa un atractivo espacio que reproduce, en sus 1.000 metros cuadrados, el ambiente de un curso de agua propio de un barranco canario. Pirámides o majanos, el parque etnográfico situado en Chacona, casi cuatro lustros después, se reinventa así para convertirse también en un gran jardín botánico con endemismos canarios.
Fue en 1998 cuando un terreno de más de 65.000 metros cuadrados abrió al público como parque etnográfico, siguiendo el proyecto que el explorador noruego Thor Heyerdahl le presentó a su amigo y compatriota Fred Olsen. Así comenzó la historia moderna de las Pirámides de Güímar -seis pirámides escalonadas que han sido objeto de estudio por arqueólogos de todo el mundo-, donde un centro de información acoge a los visitantes y les explica las expediciones de Heyerdahl y sus teorías sobre estas edificaciones. Dos pabellones contienen exhibiciones sobre Thor Heyerdahl y modelos de sus barcas, como una reproducción a escala natural de la mítica Ra II. A pesar de sus investigaciones, Heyerdahl no pudo descubrir la edad de las pirámides ni contestar a la pregunta de quién las construyó, pero defendía que fueron construidas como templo de adoración al sol, por antiguas civilizaciones en años anteriores al descubrimiento.
Heyerdahl propuso la teoría de que las Islas Canarias habrían servido de base para un supuesto movimiento de barcos entre América y el Mediterráneo. En 1970, Heyerdahl demostró que era posible navegar entre África del Norte y el Caribe con métodos antiguos; navegó de Marruecos a Barbados en el barco de papiro Ra II. Sin embargo, estudios realizados por la Universidad de La Laguna demuestran que las pirámides o majanos de Güímar se encuadran históricamente en el siglo XIX y además los investigadores señalan que la masonería pudiera haber influido en las orientaciones astronómicas de las pirámides, basándose en la importancia del simbolismo solsticial en la masonería y en el hecho de que el propietario de la finca desde 1854, Antonio Díaz Flores, exalcalde de La Orotava, era masón. Es de señalar que esta propuesta en nada modifica la datación ni la finalidad de la construcción dada por los historiadores (siglo XIX y explotación agrícola), incidiendo solamente en la motivación de incluir la componente estética de las orientaciones solsticiales, como así reconoció Thor Heyerdahl.