Lo que va a suceder ha pasado y no se sabe lo que ha sido

Canarias busca su destino político dos años después del 24M, con el Gobierno perdido en una rotonda y la oposición desorientada
Soliloquio de Fernando Clavijo en el banco azul del Parlamento de Canarias. / ANDRÉS GUTIÉRREZ
Soliloquio de Fernando Clavijo en el banco azul del Parlamento de Canarias. / ANDRÉS GUTIÉRREZ
Soliloquio de Fernando Clavijo en el banco azul del Parlamento de Canarias. / ANDRÉS GUTIÉRREZ

Vio una puerta abierta en el cielo y una voz semejante a una trompeta dijo: “Sube aquí y te mostraré lo que va a suceder en adelante”. De pronto cayó en éxtasis. Y en la mano derecha de quien estaba sentado en el trono había un libro escrito por dentro y por fuera, lacrado con siete sellos. Un ángel pleno de vigor clamaba para que lo abrieran, pero nadie podía acceder a su contenido. La profecía del Apocalipsis se está cumpliendo.

Las elecciones autonómicas del 24 de mayo de 2015 descargaron una maldición bíblica sobre Canarias. El pacto de gobierno ya estaba roto antes de que existiera. Por aquellos días, Fernando Clavijo se encaminó hacia la montaña y el monte parió un ratón que juguetea con un gato al que no hay manera de que le pongan el cascabel. Así pasan el rato. Un año y medio duró el bipartito CC-PSOE. El presidente va “escapando bien” con un Ejecutivo en minoría. Si le apuran, prefiere que Asier Antona se desgañite llamando al postigo con las tablas de los mandamientos reformistas del PP a entregar las llaves del búnker y deslizarse por las profundidades del abismo. Tras la tormentosa convivencia con Patricia Hernández, la travesía del desierto es un alivio para él. “Una mujer vestida del Sol, con la Luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza” le haría más ilusión. Cuando amaneció, el dragón se largó de allí. El fuego de su boca desprendía cortinas de humo.

El 7 de julio, festividad de San Fermín, Clavijo fue investido por 36 votos a favor (18 votos de CC, 15 del PSOE y 3 de ASG) y 23 en contra (los 12 del PP, los 7 de Podemos y los 5 de Nueva Canarias). La composición del Parlamento se había ampliado de 4 a 6 grupos. El relevo de Paulino Rivero invocó “el diálogo y el consenso entre las fuerzas políticas, las instituciones y la sociedad civil”. La oposición enseguida le colgó el sambenito del 18% de la voluntad popular expresada en las urnas, que concedió la mayoría de sufragios al PSOE. La bola de cristal auguraba un abstracto futuro de tinieblas. Los desacatos en la constitución de las corporaciones locales formaron nubarrones que amenazaban tempestades. El paraguas resistía a duras penas las presiones en cascada. En algunos sitios, los aliados nadaban y guardaban la ropa. Con efecto retardado, la bomba explotó en Granadilla en septiembre de 2016. La moción de censura sonó de traca.

Del documento, de 82 páginas, “por el crecimiento y el progreso social y económico de Canarias”, que apuntalara el “incipiente crecimiento” y articulara “medidas para acabar con la desigualdad generada por la crisis” arrancaban hojas para propulsar aviones de papel. Distraían la atención y bombardeaban posiciones antagónicas.

Tras una legislatura insólitamente completa, la reedición del acuerdo entre CC y el PSOE era el plan B de Clavijo. Lo suscribió junto a Pedro Sánchez con el ánimo de proporcionar “estabilidad” a la Comunidad Autónoma en un escenario de “incertidumbre”, para lo cual brindaron “seriedad” y “entendimiento”.

En su toma de posesión, Fernando Clavijo asumió la “oportunidad histórica de dibujar no solo la Canarias que queremos mañana; más sólida, más justa, más preparada para afrontar futuros retos económicos, sino en la que vivirán nuestros hijos y nietos”. La presencia del entonces ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, -vicepresidente en la primera etapa de Rivero- simbolizó la renuncia al frentismo en las relaciones entre la Administración autonómica y la general del Estado. El giro se evidenció en los Presupuestos del Estado de 2017. Sin embargo, ese buen rollito generó una fuente de tensión en el seno de la coalición. La traslación práctica de la teoría programática destapó las diferencias de CC con el PSOE y las coincidencias con el PP. Tanto era así que el portavoz parlamentario de los socialistas, Iñaki Lavandera, tachó de “pretencioso” llamar “cumbre” a “un acto de precampaña del Partido Popular”, en referencia a una reunión de representantes de ambos gobiernos en Las Palmas de Gran Canaria. “Aunque Soria rectifica las maneras, no recupera las asignaciones que se han ido recortando a Canarias en carreteras, en obras hidráulicas, en empleo, en cooperación territorial o en infraestructuras turísticas”.  El enfado lo exteriorizó Clavijo cuando el PSOE decidió concurrir con Nueva Canarias a las Cortes. En las críticas a la gestión, el PP y NC se repartieron los papeles: las consejerías del PSOE o las de CC.

En las disputas de pareja terció Antona, que se cubre de gloria con su proverbial templanza:  si como padrino no resuelve los problemas, se compromete en matrimonio; aunque luego no asista a la boda. En marzo de 2016, Clavijo aceptó “compartir” la agenda con el PP: “No voy a esconder la realidad. Nunca lo he hecho. Me ha traído en muchas ocasiones sinsabores y disgustos. Lo que me gustaría es que cuando deje la presidencia y pasee por la calle ningún canario me diga: Fernando, me engañaste”. En octubre, mientras Clavijo acortaba las patas de la mesa, el PSOE tentó al PP para quitar las sillas a CC. Se intuía que alguien no se iba a comer el turrón. El 23 de diciembre, el rumor tornó en noticia. “La paciencia no es infinita”, profirió el presidente al anunciar el cese de Patricia Hernández, Jesús Morera, Ornella Chacón y Aarón Afonso. “Cruzaron por segunda vez la raya de la dejación”, explicó en el pleno extraordinario del 19 de enero. Exhibieron sus discrepancias por la distribución del Fondo de Desarrollo de Canarias (Fdcan) no asistiendo a la sesión del Consejo o levantándose a destiempo. Los diputados del PSOE también se rebelaron en la ponencia de las cuentas públicas. La fecha límite para sacar una conclusión de la “reflexión” era el 21 de diciembre. Aprobado el proyecto de ley, se acabó el cuento.  En la lista de espera de los agravios estaba la sanidad. Clavijo alertaba de un desequilibrio financiero y Hernández urgía una inyección de dinero. La bronquitis se agudizó por una infección de la desconfianza, porque no se supo prevenir el riesgo de contagio del virus de la hepatitis CC y de la gripe endémica del PSOE.

Acuerdo PP-NC. / DATransversalidad presupuestaria
“Sí, de acuerdo. Firmamos”.  La rúbrica de Román Rodríguez y el voto de Pedro Quevedo, de Nueva Canarias, validaron la póliza de seguro de la legislatura hasta por lo menos 2018, con opción a una renovación. Mariano Rajoy celebró el Día de Canarias en el palacio de la Moncloa con el canto de las cuentas públicas.

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