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Las momias guanches que están lejos de su tierra

Diez restos de aborígenes canarios siguen en museos nacionales y extranjeros; cinco regresaron; otros muchos están ilocalizados
MOMIAS GUANCHES 1
MOMIAS GUANCHES 1
Momia guanche que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, la mejor conservada. DA

La última batalla del pueblo guanche parecen librarla sus muertos en el siglo XXI. Fueron siglos de expolio de cementerios aborígenes, de donde desaparecieron momias cuyo destino es hoy ignorado. Corre incluso la leyenda de que durante centurias los descendientes directos de aquellos primeros habitantes de las Islas decidieron guardar, hasta hoy , el secreto de dónde se ubican esas cuevas sepulcrales para evitar la profanación de las tumbas de sus antepasados.

Muchas momias, cuyo número se desconoce, fueron objeto de tráfico de antigüedades, y otras se las llevaron científicos para exponerlas en el extranjero. Apenas se conoce el paradero de 15 de estos cadáveres momificados conservados fuera de Tenerife. El Cabildo logró recuperar seis salidas de la isla a fines del siglo XIX: en 2003 dos que se hallaban en Argentina (Museo de Ciencias Naturales de Necochea) y en 2011 tres procedentes de Madrid (Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense).

Pero no ha sido posible recuperar más. Las otras diez momias tinerfeñas se hallan repartidas por cinco países, incluida la que se se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, que es la mejor conservada de todas, procedente del barranco de Erques, en Arico, y que fue regalada al rey Carlos II en el siglo XVIII. Hoy se expone en un módulo con medidas de conservación y seguridad.

De las gestiones realizadas por el Cabildo de Tenerife para el retorno de este patrimonio arqueológico dio cuenta recientemente en un informe el director del Museo Arqueológico de Tenerife, Conrado Rodríguez Maffiotte, en una respuesta escrita a una pregunta formulada por el grupo de Podemos en la Corporación insular.

Otras nueve momias están en paradero conocido. El Museo de Etnología y Arqueología de la Universidad británica de Cambridge posee otro “magnífico” (en palabras de Rodríguez Maffiotte) ejemplo de momificación guanche que fue llevado a Inglaterra por un tal capitán Young en 1722, en el buque H.M. Sloop. La institución que posee un mayor número de restos humanos aborígenes canarios prehispánicos es el Museo del Hombre (Museé del’Homme), en París. Los depositó allí el antropólogo francés René Vernau a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Sus fondos albergan seis momias, junto a un centenar de cadáveres momificados del antiguo Egipto y las culturas precolombinas suramericanas. Pero no se sabe más de ellas y no consta que se exhiban en ningún otro museo galo, según advierte el director del Museo Arqueológico tinerfeño.

Hasta Alemania llegó en 1803 otra momia tinerfeña, trasladada a la Universidad de Göttingen por el investigador Johann Friederich Blumembach, que la compró en Tenerife. Se conserva en el Instituto de Antropología Georg August de dicha universidad. En 2016 fue exhibida en la ciudad de Hildesheim.

Y la última momia expatriada en paradero conocido está mucho más lejos de Canarias. Cruzó el Atlántico y se conserva en el Museo Redpath, de Canadá, perteneciente a la Universidad de McGill, en la ciudad de Montreal. A tan distante lugar llegaron estos restos humanos de la mano del médico y anticuario británico E.I. Lambert, quien la donó a dicha institución en 1892. Según refiere Rodríguez Maffiotte en su informe, “está en muy mal estado de conservación, pues la mayor parte del cuerpo se encuentra prácticamente esqueletizado y la mayoría de los huesos no están articulados”.

Hasta ahí llega el rastro conocido de las momias guanches en la actualidad. Eso sí, existen museos y otras instituciones que pudieron tener en el pasado patrimonio arqueológico canario de este tipo en sus colecciones. El caso más trágico ocurrió en Berlín, donde los bombardeos de la II Guerra Mundial destruyeron museos, y, con ellos, media docena de momias guanches procedentes de las cuevas de San Andrés, en la capital tinerfeña, expoliadas a finales del siglo XIX. Se trata de dos instituciones: el hoy llamado Ethnologisches Museum, donde se exponen las colecciones recopiladas por los científicos alemanes en sus célebres viajes por todo el mundo durante el siglo XIX, y el Berliner Gessellschaft für Anthropologie, Etnologie und Urgeschinchte.

También figuran en esta lista la Kunstcámera, institución de San Petersburgo, en Rusia, creada por el Pedro el Grande en 1719 para preservar “curiosidades naturales y humanas y rarezas”. Igualmente pudo haber momias guanches en el Naturhistorisches Museum Wiem de Austria, que data de hace 250 años y con una ingente cantidad de especímenes no expuestos. La restitución del patrimonio expoliado a su ubicación original es un debate siempre abierto. Estos días es noticia una sentencia de la Audiencia Nacional que ordena a la Generalitat reintegrar bienes históricos del monasterio oscense de Sijena guardados en el Museo de Lérida. En este caso los jueces estiman que en un conjunto monumental sus partes pertenecen a un “todo indivisible” y no se pueden disgregar.

Podemos aboga por recuperar más patrimonio aborigen

En octubre, la consejera de Podemos en el Cabildo de Tenerife, Francisca Rivero, abogó por continuar las gestiones para recuperar las momias guanches sacadas de Canarias y preguntó por las gestiones realizadas.

“ES IMPOSIBLE DETERMINAR EL NÚMERO DE RESTOS GUANCHES FUERA DE CANARIAS”

El director del Museo Arqueológico de Tenerife, Conrado Rodríguez Maffiotte, sostiene que “existe un número imposible de determinar de restos humanos pertenecientes a la población guanche que sufrieron distintos avatares, que dificultan o impiden su recuperación”. Así lo expone en un informe entregado al grupo de Podemos en el Cabildo de Tenerife a finales de octubre pasado para conocer la situación de las gestiones para recuperar estas momias.

Rodríguez Maffiotte enumera las principales causas que dificultan el retorno de estos cadáveres embalsamados. Una es la destrucción de estos restos durante la Primera y, sobre todo, la Segunda Guerra Mundial. Otro motivo es el “ineludible paso del tiempo con una conservación deficiente o nula”. Y también hay que tener en cuenta los cambios de ubicación de las distintas instituciones científicas de Europa y América, y el trasvase de las diferentes colecciones entre universidades y museos, “sin olvidar la falta de interés de los responsables de muchos de esos centros”, según apunta el también director del Instituto Canario de Bioantropología. El director del museo apunta que “la mayor parte de las instituciones que custodian estos restos humanos momificados aducen que se trata de bienes patrimonio de la humanidad, lo que hace que puedan ser custodiados, conservados, estudiados y exhibidos en ellas independientemente de su lugar de origen, siempre y cuando se cumpla con lo establecido por la Unesco, en el sentido de que se haga con el respeto que merece cualquier persona difunta y se cumpla con las finalidades educativas para las que se exponen, estén perfectamente contextualizados y se garanticen las mejores condiciones de conservación”.

En otros casos es el criterio científico-académico sobre las dificultades del retorno de estos restos el que prevaleció para no hacer más gestiones encaminadas a traerlos de nuevo a Tenerife.

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