carnaval 2018

Homenaje a los ‘ilustres’ que ya no están en el Carnaval

Los ‘grandes’ de estas fiestas son aquellos que vienen actuando desde los inicios, algunos de los cuales se han tenido que ‘jubilar’ por ‘ley de vida’, como el Charlot, Don Ciruelo, Doña Croqueta, Chiquito de la Calzada o Fidel Castro

Sin duda, el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife merece la declaración de Patrimonio de la Humanidad, entre otras cosas, por su larga historia, por su riqueza y por sus singularidades. Gran parte de la culpa de su éxito la tienen los personajes del Carnaval tinerfeño, que, junto con las comparsas, rondallas, reinas, damas de honor, diseñadores, murgas y la participación del pueblo con sus originales y coloristas disfraces, motivan que esta gran fiesta popular se convierta en un reclamo para visitantes nacionales y extranjeros. Hablamos de ilustres personajes como el Charlot, Don Ciruelo, Doña Croqueta, La Lecherita, el Palmatoria, Harpo Marx, Chiquito de la Calzada, Fidel Castro, el Vadita, Cantinflas y tantos otros. Hoy repasamos la galería de algunos de ellos que ya no participan en la fiesta por razones de ley de vida, por motivos de salud o por fallecimiento.

El Charlot de Tenerife, Pedro Gómez Cuenca, y su esposa, Victoria Álvarez Benito, fueron dos personajes inseparables de las fiestas. Llevaban décadas en ella y consiguieron cosechar muchos aplausos y el favor del público por su fidelidad a los Carnavales, pero también por el grato perfil que dejaron en las calles. Un bombín, un bastón, una rosa en el ojal y mucho corazón fueron las herramientas que Charlot y su mujer desplegaron para acercarse a las gentes, para llamar la atención de los más pequeños y de los mayores, para motivar al público. Charlot y los demás personajes del Carnaval de Tenerife son, con todo el derecho del mundo, memoria viva del pueblo. Desgraciadamente, ya no está entre nosotros.

José Manuel Lis era Miss Peggy, la famosa cerdita de Los Teleñecos. Fue un personaje que mantuvo en secreto su verdadero nombre, incluso en su familia. Fue una mascarita en el pleno sentido de la expresión. Su rostro fue el de Miss Peggy y su figura, repleta de abalorios, la del cerdito disfrazado que hizo las delicias de miles de niños y mayores; acercándose a las aceras, llevando una golosina entre sus guantes, regalando un chupete o un caramelo. Un disfraz lleno de originalidad que disfrutó la gente y que atrajo los flashes de las cámaras de los miles de turistas y foráneos que poblaron Santa Cruz en los días del mejor Carnaval de Europa. Miss Peggy fue, merecidamente, una auténtica joya para el Carnaval de Santa Cruz. Falleció en 2014.

Antonio Meseguer González, Fidel Castro. Cuando llegaban los Carnavales, Antonio Meseguer se vestía con el inconfundible uniforme de campaña del comandante cubano Fidel Castro. Lo hizo desde 1976 con enorme éxito y aceptación del público, excepción hecha de algún castrista exacerbado que se tomó a mal la broma. Aunque Antonio no se arredra ante ninguno. Él afirmó que no pretendía hacer política. Que no se burlaba de su personaje. Simplemente, explotaba su extraordinario parecido con el dictador cubano para sacarle de paseo durante las fiestas. Le acompañó el inseparable puro, el veguero que pasaba de mano a mano en una constante gesticulación. Antonio se metió dentro de su personaje, con el que vivió los días y noches del Carnaval entreteniendo a la gente.

En la Cabalgata anunciadora de cada año, o en el Coso de la tarde de los martes, un aluvión de fotografías inundaban a este gigantón tinerfeño que emuló tan bien al político caribeño y que concitaba el interés de tantos y tantos visitantes de Santa Cruz durante estas fiestas carnavaleras. Se retiró del Carnaval de Tenerife, tras ser apuñalado en 2006 por un individuo en las puertas del bar British, en la plaza de España. Afortunadamente, pudo recuperarse y hoy sigue con nosotros, aunque jubilado de la fiesta.

Juan González Gutiérrez: Doña Croqueta. Como todos los demás personajes del Carnaval, no necesita presentación. Su presencia en la vía pública fue inherente al Carnaval. No podía faltar en los distintos escenarios, ni en la Cabalgata anunciadora, ni en el Coso. Doña Croqueta y Don Ciruelo, aunque iniciaron su andadura por separado, acabaron uniéndose en un abrazo televisivo y fraternal. Hubo una gran comunión entre ambos, parientes en la vida real.

Los dos salían a la vía pública sin un guion predeterminado. Salían a divertir y a divertirse. Estaban conjuntados y llevaban la risa muy dentro y, lo mejor, sabían trasladarla a quienes les escuchaban en los días del Carnaval. Los dos llenaban la fiesta de simpatía y formaban parte inseparable del panorama carnavalero de Santa Cruz. Hoy está retirado del Carnaval por enfermedad.

Antonio Rivero Estévez. Chiquito de la Calzada. Cuando el auténtico Chiquito de la Calzada se hizo popular en televisión, le cambió la vida por completo a Antonio Rivero Estévez. Es el otro yo de Chiquito. Lo era en Carnaval y fuera de esta época de fiestas. Resultaba frecuente verle por las calles de Santa Cruz, en cualquier momento del año, haciendo gala de los andares de Chiquito, contando chistes a los amigos, alegrándole la vida a los paisanos. Su parecido con el personaje real es bastante asombroso y la fotocopia del verdadero Chiquito llegó a cautivar al público que acudía al Carnaval. A Antonio, que fue una institución para la fiesta, todo el mundo quiere y admira por su carácter afable y por su bondad de corazón. Actualmente convalece de una enfermedad.

Noel Espinosa Duque, el Vadita. Personaje que siempre supo darle sentido del humor al Carnaval tinerfeño. Fiel a su disfraz de bailarina con patines. Se granjeo la simpatía del pueblo tinerfeño y de los extranjeros que venían a disfrutar de las grandes fiestas. Falleció dejando un hondo sentir entre sus amigos y familiares.

Pero, por suerte, han salido otros personajes, que van rejuveneciendo este colectivo, como Jack Sparrow, que con su locura nos invade; Robocop, con su recreación perfecta de este personaje de ficción, Michael Jackson y su legión de guardaespaldas o Las Celias de Tenerife, que con un lujoso vestuario dan un color especial al entorno de la plaza del Príncipe.

Así es la fiesta, una renovación paulatina, como la vida misma…

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