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Momentos de pánico en un intento de aterrizaje frustrado en Los Rodeos

El avión, con 220 pasajeros, procedente de Barcelona, abortó la maniobra por rachas muy fuertes de viento cruzado en pista
FOTOMETEO

Los pasajeros de un avión de la compañía Vueling que realizaba la ruta entre Barcelona y Tenerife Norte el pasado sábado por la noche aún no se han recuperado del susto, después de que la aeronave abortara in extremis la maniobra de aterrizaje en el aeropuerto de Los Rodeos a causa de un repentino viento cruzado que empezó a soplar perpendicularmente a la pista con rachas muy fuertes y que generó momentos de pánico en la cabina.

“Ya veíamos las luces de la pista y el avión empezó a dar bandazos de un lado a otro; se escucharon algunos gritos y la mayoría de los pasajeros se aferraba a los asientos delanteros cuando, de pronto, los motores se pusieron al máximo para poder remontar”, señaló a este periódico Begoña, una tinerfeña de 49 años que viajaba en el vuelo VY-3218 y que describió “cómo el avión empezó a subir”, ganando altura en cuestión de segundos, dada la imposibilidad de tomar tierra ante las adversas condiciones meteorológicas.

Desde que se estabilizó la aeronave, el piloto informó a los 220 pasajeros que llenaban las 40 filas,  que la causa de la maniobra de emergencia fue el “fuerte viento cruzado en pista” y que la torre de control les había confirmado que los aterrizajes previos se habían efectuado con normalidad, sin ninguna anomalía meteorológica, por lo que el comandante comunicó que procederían a un segundo intento.

“En el avión no se escuchaba una palabra, había un silencio impresionante, nadie hablaba con nadie y algunas personas rezaban”, relató Mary, de 70 años, otra de las pasajeras. Tras realizar, de nuevo, la maniobra de aproximación, la aeronave, “entre bandazos, dando tumbos de un lado a otro”, pudo entrar en pista. “El aterrizaje fue brusco y desde el momento en que tomamos tierra se escucharon algunos aplausos, pero había mucha gente mareada y las caras estaban desencajadas”.

“He realizado muchos viajes por el mundo, pero nunca lo había pasado tan mal. Cuando veía las luces de la pista tan cerca y escuché el rugido de los motores para subir, casi sin tiempo, pensé que nos estrellaríamos, que no escaparíamos”, manifestó Begoña.

El aterrizaje se produjo al filo de las 11 de la noche, con media hora de retraso sobre el horario previsto y después de un vuelo que fue un suplicio desde el principio, según el relato de las pasajeras, con turbulencias constantes en la primera hora y media de viaje, para terminar con el gran sobresalto del aterrizaje.

La pericia del piloto y la automatización de los sistemas de los que dispone la aeronave ante situaciones adversas evitaron lo que pudo haber sido una gran tragedia.

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