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Greenpeace denuncia el “acoso” a una sargento jefe del Seprona en Lanzarote

Urge “arrojar luz y actuar con contundencia”, porque le parece preocupante que la agente de Lanzarote haya sido expedientada por “excederse” en la defensa del medio ambiente
El buque Esperanza, de Greenpeace, en Santa Cruz de Tenerife. Sergio Méndez

En coincidencia con la presencia de su barco Esperanza en Canarias, Greenpeace muestra su preocupación por el caso de Gloria Moreno, la sargento jefa del destacamento del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) en Lanzarote: se enfrenta a un expediente disciplinario que podría apartarla definitivamente de esta especialidad tras haber tramitado algunas denuncias por vulneración de la legislación de protección del medio ambiente.

“Ante la sombra de una posible persecución del compromiso por proteger la naturaleza, resulta prioritario arrojar luz, esclarecer los hechos y actuar con contundencia”, arguye Javier García Raboso, portavoz de la organización ecologista. “No es tolerable que la protección del medio ambiente acarree consecuencias negativas para quienes defienden la naturaleza frente a las agresiones de los que ponen sus intereses por encima del bienestar del resto y de las futuras generaciones”. Por ello, Greenpeace exige que se investigue en profundidad el posible acoso a la sargento Moreno como consecuencia de su labor de protección del medio ambiente, “analizando la autoría y el contenido de los expedientes sancionadores y el recorrido de los mismos, y definiendo la relación de estos con su actividad profesional”. Al respecto, cree que es necesario que los mandos de la Guardia Civil y las autoridades competentes “adopten una postura decidida para no dificultar la tarea del Seprona, que lleva 30 años realizando una labor fundamental en la protección del medio ambiente” en España.

Desde su llegada a Lanzarote, la sargento Moreno ha demostrado un especial empeño en la investigación y denuncia del maltrato animal y las agresiones medioambientales. Al poco de llegar, en 2015 encabezó una operación contra la caza furtiva de pollos de pardela cenicienta, un ave protegida que anida en el islote Alegranza (enclavado en el Parque Natural del Archipiélago Chinijo, con calificación ZEC y ZEPA). “Esta práctica ilegal era un secreto a voces en la Isla, que ha sido tolerada durante décadas y que gracias a esta actuación parece que tiene sus días contados”, reseña Greenpeace. También ha tramitado denuncias por maltrato animal “inexplicablemente paralizadas”.

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