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La gestión de Alfonso Serrano tuvo más sombras que luces

El secretario técnico acertó con las contrataciones de jugadores como Longo, Shibasaki, Milla o Amath, pero fracasó en los exóticos fichajes de Jouini, Darixon Vuelto y Chilunda
Alfonso Serrano acertó de pleno con el fichaje de Gaku Shibasaki por lo que significó de proyección para el club. /DA

Alfonso Serrano ha completado dos etapas en el club. La primera, entre marzo de 2006 y mayo de 2008, y la segunda, desde junio de 2014 hasta noviembre de 2018. En total, seis temporadas y media como máximo responsable deportivo del CD Tenerife.

En su primer año tras su vuelta en la temporada 2014-2015, lo más destacado fueron los fichajes del guardameta Dani Hernández y Víctor Añino Bermúdez Vitolo, que a la postre fueron los únicos que se quedaron la siguiente temporada. También llegaron al plantel blanquiazul Diego Ifrán, Abdón Prats, Juan Carlos Real, Uli Dávila, Hugo Álvarez, Juan Carlos García, Cristian Ruso, Maxi Pérez, Iker Guarrotxena, Unai Albizua y el guardameta Jacobo Sanz. En esa temporada el representativo acabó en el puesto decimoséptimo, a cuatro puntos de los puestos de descenso. En el banquillo, Álvaro Cervera fue destituido y relevado por Raúl Agné, que a la postre salvó al CD Tenerife del descenso.

En su segundo año, temporada 2015-2016 , las incorporaciones fueron Cristian García, Tomy Martínez, Jon Aurtenetxe, Choco Lozano, Germán Sánchez y Pedro Martín. De esos seis refuerzos, el delantero hondureño Lozano y el defensa Germán rindieron al nivel esperado. El CD Tenerife acabó ese curso en la decimotercera posición, alejado del ascenso, pero también del descenso. Asimismo, cayó el entrenador Agné, que fue relevado por José Luis Martí.

En la tercera temporada de Alfonso Serrano, curso 2016-2017, se confeccionó la plantilla que más resultados deportivos consiguió. El CD Tenerife se quedó cuarto en la liga regular y a un paso de ascender a Primera División, al perder en la final del play-off contra el Getafe, después de haber eliminado en la anterior eliminatoria al Cádiz. Llegaron jugadores como Amath, Aarón, Edu Oriol, Samuel Camille, Rachid, Iñaki, Tayron, Haythem Jouini, Darixon Vuelto y Gaku Shibasaki. Ese año fueron más los aciertos que los desaciertos. Los fichajes de Amath, Aarón Ñíguez y la del nipon Shibasaki borraron de un plumazo fichajes tan exóticos como desacertados, como los del delantero tunecino Haythem Jouini , el argelino Rachid y el hondureño Darixon Vuelto.

Después de quedarse a las puertas del ascenso, en la temporada 2017-2018, Serrano se vio obligado a confeccionar una plantilla que volviera a pelear en los puestos altos de la clasificación. Serrano manejó el presupuesto más alto para poder fichar, ya que el CD Tenerife había disputado el play-off de ascenso. En cuanto a mimbres fue la mejor plantilla, pero no en rendimiento. Llegaron Carlos Abad, Lucas Aveldaño, Luis Pérez, Bryan Acosta, Juan Carlos Real (segunda etapa), Luis Milla, Juan Villar, Samuele Longo, Filip Malbašic, Paco Montañés y Víctor Casadesús.
El CD Tenerife acabó en la undécima posición, Martí fue destituido y llegó Joseba Etxeberria.

Por último, llegamos a la presente temporada, 2018-2019, en las que se llevan 14 jornadas y cuyos resultados deportivos significaron la destitución de Joseba Etxeberria, la llegada de José Luis Oltra y el acuerdo entre el club y Alfonso Serrano para que este deje de ser el secretario técnico a partir del día de hoy. El secretario técnico manejó el séptimo mayor presupuesto de la categoría. Llegaron seis refuerzos que, de momento, no han rendido como se esperaba: Héctor Hernández, Iker Undabarrena, Nano, José Naranjo, Joao Rodríguez y Chilunda. Los fichajes que despertaban más ilusión en la afición blanquiazul fueron la de los delanteros Nano y Naranjo. Entre ambos acumulan tres goles, con dos para el onubense y uno para el tinerfeño, lo que es un claro síntoma del mal arranque de los dos.

Héctor, Joao y Undabarrena, ni frío ni calor, pero el fichaje más desacertado de la segunda etapa de Serrano es la del tanzano Chilunda. Un refuerzo que no ha aportado nada, y al que apenas se ha podido ver sobre el terreno de juego.

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