muay thai

Australia, la mejor elección de Airam Trujillo

El nuevo representante del WBC en Nueva Gales del Sur cambió su vida con valentía dejando a su familia y amigos para vivir su sueño
Airam Trujillo (izquierda), junto a su pareja, después de un combate en Australia. / DA

El muay thai es su forma de vida. Lo es desde hace muchos años cuando lo descubrió de la mano del tristemente fallecido Javier Rodríguez Kuky y de su hermano David. Pero no siempre fue así.

Airam Trujillo no encontró su camino en la vida de forma fácil. Se hizo a sí mismo trabajando desde los 14 años en los viñedos, como peón de albañil o como taxista. Aquellas duras jornadas en el taxi, esperando a que llegara una carrera con la que pudiera justificar el día fueron la clave para el cambio.

Emigrar fue su salida y Australia su destino después de barajar la posibilidad de ir a Francia “el lugar de origen de mi novia” a la que lleva años entrenando, e incluso a Inglaterra. El viaje fue más largo. “Mis amigos me metieron en la cabeza Australia, un país con mucho trabajo y con mucho muay thai” y para afrontar el nuevo reto se propuso reunir el dinero necesario metiendo monedas de dos euros en una botella de las de litro y medio de agua.

Un año más tarde en la botella no cabía ni una moneda más, ya tenía 1.800 euros y aún faltaban otros 2.000 para afrontar el viaje. Un accidente en el taxi fue el último empujón. El seguro le dio el dinero suficiente para hacer las maletas, despedirse de su familia y su gente y poner rumbo a Oceanía.

“Al principio fue duro, trabajaba casi de forma ilegal, con una visa de turista y todo era un reto para mí que no hablaba inglés”. Así que cada minuto en Australia era un reto, por eso, después de cuatro años sin pelear, se propuso volver a la actividad pese a las dos hernias discales que lo habían retirado.

“Aquí no tuve ninguna pelea igualada”, cuenta antes de nombrar a Matt Douglas, su primer entrenador en Australia. Después de hacer tres combates donde le abrieron la cabeza y le rompieron una pierna, Airam colgó los guantes para afrontar su nuevo sueño, abrir una sucursal de su amado Shoothon Gym.

Y en eso anda ahora. Entrena a varios fajadores destacados, ha armado su propio equipo, tiene su gimnasio y ha sido nombrado representante del WBC en Nueva Gales del Sur, un cargo de máxima responsabilidad. “Ocho años después, recuerdo aquel taxi, sudando para ganar 500 euros y sólo puedo respirar de satisfacción por haber elegido la mejor opción”.

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