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Gutiérrez, el estratega que derrotó a Nelson

La Asociación Histórico-Cultural Gesta del 25 de Julio de 1797 honra la figura del militar que llevó a las milicias tinerfeñas a vencer a la todopoderosa Armada británica, comandada por el laureado almirante Horacio Nelson
El homenaje al general Gutiérrez consistió en la colocación de una corona de flores sobre su tumba, en la iglesia de La Concepción. / DA

Será el próximo jueves, 25 de julio, cuando la ciudad conmemore de forma oficial el 222 aniversario de la Gesta del 25 de Julio. La victoria sobre los ingleses de las milicias mandadas por el general Antonio Gutiérrez le valió a Santa Cruz el título de Muy Leal e Invicta Villa de Santiago de Santa Cruz de Tenerife. Precisamente por haber tenido lugar el día de Santiago Apóstol, este pasó a ser patrón de la ciudad. Será el jueves cuando, de nuevo, los miembros de la Asociación Histórico-Cultural Gesta del 25 de julio de 1797 se enfunden sus trajes de época, una vestimenta que ayer lucieron por última vez al concluir los actos de recreación que se iniciaron el pasado viernes. Lo hicieron para acompañar el homenaje que, con motivo del 220 aniversario de su muerte, se rindió al general Antonio Gutiérrez. El militar está enterrado en la iglesia de La Concepción, donde los miembros de la asociación de recreadores depositaron una corona de flores tras la misa que se ofició en su memoria. El general Gutiérrez falleció solo dos años después de erigirse como el gran estratega que permitió derrotar a la armada británica, y lo hizo sin conocer la importancia real de su última victoria.

Como se detalla en el artículo de Jesús Villanueva, publicado por la Tertulia Amigos del 25 de Julio, la fuerza de asalto de los ingleses estaba compuesta por unos 2.000 efectivos, de los que “al menos 1.500 eran hombres de guerra, bien armados, instruidos y experimentados”. Frente a ellos, 247 soldados del Batallón de Infantería de Canarias, la única tropa profesional y bien armada con la que pudo contar el general Gutiérrez.

De los 1.500 campesinos de las Milicias Provinciales (La Laguna, La Orotava, Garachico, Güímar y Abona), solo contaban con mosquetes el 15% de ellos, los demás fueron a la batalla armados de chuzos y rozaderas. Unos 60 hombres más y los 110 franceses de La Mutine, más hombres de mar que soldados, completaban las tropas a bajo el mando de Gutiérrez.

Ante esta evidente desventaja en lo que a efectivos se refiere, el general planteó la mejor defensa posible, y acertó, con el concurso fundamental de la artillería y del Batallón de Infantería, que se vio reforzado por los ardorosos milicianos, que, dadas sus limitaciones, son dignos de admiración. Por su lado, Nelson menospreció las defensas españolas y tampoco tuvo en Troubridge, su segundo, precisamente un avezado colaborador, puesto que erró estrepitosamente al decidir dar media vuelta en el primer intento de desembarco, al amanecer del 22, al verse descubierto. “¿Pretendía el capitán del Culloden desembarcar dando un paseo por la playa, sin más estorbo que el solajero de aquel tórrido julio?”, se pregunta Villanueva en su artículo.

En opinión del autor del artículo, fue el propio Nelson quien cometió el más grave de los errores, al mandar él mismo
-comandante de la expedición- el desembarco del 25, exponiéndose al fuego español. El resultado es el por todos conocido, perdió su brazo derecho, casi le cuesta la vida y provocó en sus hombres desembarcados una incertidumbre que les pesó como la losa del mausoleo que hoy custodia los restos mortales del contralmirante. “El general Gutiérrez y aquellos hombres y mujeres abnegados, los que combatieron por su libertad e independencia, por su patria y por su rey, por su religión católica -no lo dudemos-, por su dignidad, por la seguridad de sus familias (…) merecen nuestro más alto reconocimiento y gratitud”, concluyó Villanueva.

 

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