
La primera vez que se sintió deslumbrado por Alexander von Humboldt fue en el año 1959, cuando el Ayuntamiento de La Orotava y el Cabildo de Tenerife construyeron el mirador que lleva su nombre en homenaje por el centenario de su fallecimiento, en 1859. El científico alemán, al parecer, se mostró fascinado ante la belleza que observó cuando subió a ese punto, desde donde se divisa todo el valle.
Al año siguiente, la Corporación insular le encargó a Alejandro Cioranescu, profesor de la Universidad de La Laguna (ULL), un libro sobre su figura y a partir de ese momento, a Isidoro Sánchez, integrante de la asociación que lleva su nombre en Canarias y de la que fue presidente, se le quedó grabada para siempre.
Casualidades de la vida o no, poco tiempo después fue a estudiar a la Escuela de Ingenieros de Monte de Madrid. Allí, el profesor de Botánica Luis Ceballos, que había estado en Tenerife haciendo trabajos sobre obras forestales y vegetación, cuando descubrió que era de Canarias le preguntó si había oído hablar de Humboldt y le comentó que al año siguiente le daría clases de geobotánica, relacionadas con los pisos de vegetación que el científico describe cuando va desde el Puerto de la Cruz hasta el pico del Teide, llegando a los 3.718 metros de altitud.
Si ya sentía admiración por el naturalista alemán, a partir de ese momento se quedó “impactado” de la importancia y relevancia que tenía desde el punto de vista científico y vulcanológico, y empezó a interesarse con mayor profundidad por su obra.
El 14 de septiembre se conmemora el 250 aniversario de su nacimiento y 220 años desde que Alexander von Humboldt pisó La Graciosa y Tenerife en su paso por América -fue exactamente en el mes de junio-. En esta última Isla y en concreto en La Orotava, se quedó enamorado del drago de Franchy y el Teide, volcán que más tarde comparó con El Chimborazo, en Ecuador, dada la variedad de pisos climáticos y de vegetación de ambos.
Con motivo de esta efeméride, la asociación ha organizado desde comienzos de año un programa de actos que serán más intensos a partir de este mes y hasta noviembre. El primero de ellos tendrá lugar el lunes con la inauguración de la exposición Humboldt en Canarias en el Centro de Visitantes Telesforo Bravo, que consta de 14 paneles con fotografías de su paso por el Archipiélago. A ella le seguirán mesas redondas, proyecciones de documentales y de La ruta de Humboldt en Tenerife, otras dos exposiciones, presentaciones de libros, catas de vinos, conciertos y charlas. Una de ellas será impartida por el propio Sánchez, quien ha seguido gran parte de la ruta que hizo Humboldt por el globo, fundamentalmente, América.
Esta efeméride se conmemora en todo el mundo al mismo tiempo, con un acto centralizado en Berlín, porque fue la ciudad donde nació y falleció.
Respecto a si en Canarias existe una conciencia sobre la importancia que ha tenido Humboldt para Canarias, Isidoro Sánchez responde: “Cuando se estableció el agua Fonteide en La Orotava, la empresa adjudicataria de la puesta en marcha del proyecto nos explicó a los socios la marca e hizo una entrevista a nivel insular con mujeres amas de casa. El 90% de las encuestadas decidieron que el manantial de agua se llamase Humboldt”, cuenta. Les preguntaron por qué y contestaron que lo asociaban a la ecología y a la naturaleza.
“No sé si la gente sabe el papel que ha desempeñado Humboldt, que ha colocado a Canarias en el mundo, sobre todo a La Orotava, Puerto de la Cruz y La Graciosa, donde estuvo por error o equivocación, dado que tenía que hacerlo en Lanzarote”, afirma el exeurodiputado, aunque él está convencido de que sí.
El aspecto quizás más desconocido de Humboldt es el humanístico. En este sentido, Sánchez hace referencia al Ensayo político sobre la isla de Cuba, en el que hace una crítica a la esclavitud. “Era un hombre superdotado, polifacético, poliédrico, tenía muchas caras, sabía de todo y lo bueno es que lo divulgaba”, recalca. Era también un gran observador. Se financió su viaje al mundo con la herencia que recibió de su madre, “no dependió nunca de ningún gobierno, porque su obsesión era viajar y conocer”.
Cinco etapas
Isidoro Sánchez divide la vida y obra del geólogo en cinco etapas diferentes. La primera comprende de los 0 a los 30 años, cuando arribó a Tenerife, donde estuvo una semana acompañado por su amigo, el naturalista y botánico francés Aimé Bonpland, y también incluye su estancia en Madrid durante cinco meses en los que conoció al ingeniero portuense Agustín de Betancourt.
La segunda fue la que disfrutó en América. En concreto, en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, México, Cuba y Estados Unidos, países con los que la asociación cultural de Canarias mantiene una estrecha relación y con los que se diseñó el programa de actos para este 250 aniversario de su nacimiento, del mismo modo que se hizo con el bicentenario.
La tercera se centra en su regreso de América a Europa. Se quedó en París fundamentalmente, donde conoció a Simón Bolívar, de quien lo cautivó su idea de independencia de la gran América.
Su cuarta etapa fue la de Berlín, donde escribe sus ensayos, y su gran obra final Cosmos: ensayo de una descripción física del mundo, mientras que la última etapa es la referida a su viaje a Rusia por los Urales hasta el final de su vida.
Durante su larga vida -falleció con 90 años- Alexander von Humboldt combinó a la perfección la teoría y la práctica. Sus largos viajes, unidos a su pasión por el conocimiento y su curiosidad, le sirvieron para realizar importantes descubrimientos además de dejar un importante legado científico para la comunidad mundial.