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Placas solares y autoconsumo para mitigar los efectos de un cero eléctrico

El consejero de Transición Ecológica, José Antonio Valbuena, apuesta por “democratizar” la energía para reforzar el sistema

María -nombre ficticio- estaba en casa el domingo, pero hasta las cuatro de la tarde no se enteró de que había un apagón en la isla. Ella y su marido almorzaron con un amigo, comieron jamón y espaghetti a la carbonara. Y fue entonces cuando al amigo, de Murcia, le empezaron a llegar guasaps al móvil preguntándole, con cierta alarma, cómo andaba la cosa por Tenerife. Pero ni una luz les había temblado hasta entonces. La casa de María, como una isla dentro de una isla, estaba a salvo, cinco años después de haber instalado seis placas fotovoltaicas y doce baterías para acumular la energía. Es suficiente para ella y su marido. Como son precavidos, también han comprado un grupo electrógeno que funciona con gasoil por si algún día encadenan semanas sin sol. Por ahora, no lo han utilizado.

El colapso de la luz el domingo semana pasado ha evidenciado las debilidades del sistema eléctrico en la isla, que ha sufrido seis grandes incidentes en el sumistro en los últimos diecisiete años. “No se puede aceptar un incidente de ese tipo hoy día, donde la electricidad es algo esencial”, afirma Ricardo Melchior, expresidente del Cabildo.

Según José Antonio Valbuena, el aislamiento de los sistemas insulares es una realidad que no se puede cambiar, y considera muy complicado establecer un cableado para crear una red eléctrica interinsular. “El sistema peninsular es mucho más robusto. Si un fallo así se produce, no solo es posible conectarse a la red de otra provicia, sino incluso de otro país. Uno, en Cádiz, puede estar recibiendo energía de Francia”, afirma.

Una de las herramientas que propone Valbuena para mejorar la salud del sistema es aumentar el autoconsumo de energía a través de la instalación en vivendas de placas fotovoltaicas, para lo que el Gobierno regional prevé un plan de incentivos. “Hace 20 años, con el Delta, este tipo de energía era carísima, pero la tecnología se ha abaratado mucho”, afirmaba. Una instalación de este tipo para una vivienda media ronda los 4.000 euros, con una vida útil estimada de unos veinte años. Si se le añade un sistema de batería para almacenar el excedente de energía, la instalación puede rondar los 8.000 euros.

En el primer caso, más barato, el usuario se engancha a la red general, que compra el excedente de energía, hace las funciones de batería e impide que la energía producida se pierda. El único inconveniente es que el precio de la energía varía según la hora del día: cuando más excedente hay para volcar a la red general -durante el día, porque se produce mucho y se consume poco, con las familas fuera de casa-, se paga a un precio más bajo, mientras que por la tarde-noche, cuando aumenta el consumo de luz, uno paga más por consumirla que el precio al que vendió el excedente. “Los sistemas de auproducción que no tienen batería se convierten más en una manera de ahorrar considerablemente en la factura que en una forma de autoabastecimiento total”, afirma Sergio Fernández, ingeniero industrial y especialista en este tipo de instalaciones.

“Tenemos que avanzar hacia un modelo energético donde la generación de energía deje de estar centrada en un punto concreto desde el que luego se transporta a los puntos de consumo”, afirma Antonio Cabrera, de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético, que asegura que un 10% de la energía transportada se pierde por el camino.

“La generación distribuida de energía rompe la estructura de monopolio de los sistemas eléctricos insulares”, afirma. “La generación concentrada en un punto es una energía para el mercado, mientras que el autoconsumo es una energía para el ciudadano”.

Según Valbuena, no solo se trata de promover energías renovables, sino que esas energías se generen también a pequeña escala. “Aunque sea una energía producida en un parque eólico de Arico, si se produce un fallo en el sistema, va a pasar lo mismo. No hay esa independencia del consumidor que tenemos que buscar”.

En este sentido, Cabrera considera que modelos de energía renovable como Gorona del Viento, en El Hierro, o el proyecto de Chira-Soria, deben complemetarse con sistemas de generación distribuida de energía. “Una infraestructura no es un modelo energético. Si solo construyes eso y luego no facilitas el autoabastecimiento y el autoconsumo, entonces no estamos caminando hacia un proceso de transición energética”, afirma. “El régimen de autoconsumo no se ha potenciado como se debería haber hecho, porque eso es democratizar verdaderamente la energía”, corrobora Valbuena.

Mientras siguen las discusiones del modelo energético, aún quedan por determinar las causas exactas del incidente en la subestación de Granadilla que originó el gran apagón, y Valbuena reconoce que eso lleva su tiempo. Lo que es evidente es que los consumidores destinan una parte de su factura a pagar el mantenimiento de la red, y eso ha fallado. “Es fundamental que todo el aparataje funcione fetén”, afirma Valbuena. “En este caso, falló un dispositivo de una subestación, pero hay sistemas de seguridad que aíslan los errores. Que se vaya la luz en mi calle no quiere decir que se tenga que ir en toda isla. Aquí tenía que haber ocurrido eso, pero algo falló. Como la subestación está compartida entre Red Eléctrica y Endesa, habrá que ver quién es el responsable y sancionarlo”, afirma Valbuena.

Ayer mismo, el presidente del Gobierno, Ángel Víctor Torres, señaló que el objetivo del Gobierno es que la investigación sea “rápida” y concluya sabiendo las causas del apagón, por qué ha afectado a toda una isla y las consecuencias que tienen que asumir los responsables.
Torres también quiso recordar que hay sanciones económicas por este tipo de incidentes, que pueden ir de los 600.000 a los 60 millones de euros, y dejó claro que hay daños económicos importantes que se han producido en la isla de Tenerife por el inesperado cero eléctrico. “Los responsables tendrán que salir a la luz pronto, y cuando eso ocurra, tendrán que asumir los daños que se han provocado”, afirmó.

“Un 19% de la factura que pagamos va para el mantenimiento de la red eléctrica. Quienes tienen la responsabilidad del mantenimiento de las redes no la están cumpliendo”, afirma Antonio Cabrera. En la trastienda late también un conflicto entre Red Eléctrica de España y la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia (CNMC). En un tuit publicado en su cuenta, el presidente de Red Eléctrica, el exministro socialista Jordi Sevilla afirmaba: “Nuestro sistema eléctrico tiene magníficos profesionales que ofrecen un suministro de alta calidad. Pero, como todo servicio público, necesita cuidarlo, mantenerlo, mejorarlo y no recortes, ni “hachazos” que acaban deteriorando el servicio prestado. Ojo”.

Sevilla intentaba así poner el foco en la decisón tomada el pasado julio por la CNMC de recortar, en el período 2020-2025, un 8,2% la retribución de 1.656 millones que cobra Red Eléctrica de España por el transporte de electricidad, lo que supone una merma muy importante para la compañía.

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